Debo iniciar este artículo, poniendo de manifiesto, como buen
socialista, mis profundas convicciones en los valores republicanos y que
considero esta forma de estado, como la más democrática de todas las que
existen en este mundo.
Sin
embargo una rápida ojeada a las dos anteriores experiencias republicanas
españolas, la primera en 1873, que no llegó a durar un año, después de cinco
presidencias distintas, por el motivo que aunque los partidos denominados
republicanos tenían mayoría absoluta en el Congreso y el el Senado, la realidad
es que auténticos republicanos convencidos había muy pocos y el nacionalismo
español, así como los nacionalismos periféricos situados todos ellos en el
radicalismo extremo del cantonalismo, la hicieron saltar en mil pedazos,
abriendo paso, mediante la conjunción de conservadores y liberales a la mano de
Cánovas del Castillo a la restauración borbónica con Alfonso XII.
La
segunda República llegó en 1934, de la mano de unas elecciones municipales en
las que los partidos republicanos de izquierda consiguieron una amplia victoria
en la mayoría de los pueblos y ciudades del país, despertando la gran esperanza
de la posibilidad de moderniza un país muy atrasado respecto al resto de Europa
y de echo así fue en sus tres primeros años de existencia, donde la enseñanza,
los derechos de la mujer y los derechos laborales, dieron un vuelco
espectacular. Sin embargo en 1934, gracias a la abstención de los anarquistas de
la CNT, los radicales de Alejandro Lerroux, fueron la fuerza más votada aunque
sin mayoría absoluta, por lo que pactaron con la CEDA, loo que vendría a ser el
Partido Popular hoy, y gobernaron en coalición. Dedicándose a desmontar todos
los avances del trienio anterior, con el soporte exterior de la Iglesia
católica que temía perder la exclusividad en el tema de la enseñanza, de seguir
con las reformas emprendidas el trienio anterior. Dos años después en 1936
ganan las elecciones las izquierdas unidas en el llamado Frente Popular, que
integraba también a la CNT. La derecha no admite la derrota, monta el golpe de
estado en el mes de julio y después de la consecuente guerra civil se finiquita
la II República para entrar en un período autárquico de triste recuerdo para
los de mi generación.
Mucho
se ha hablado del porqué del fracaso de la II República, española, aunque el
principal motivo a mi modesto entender fue por laescasa convicción republicana
de amplios sectores de la población, como las derechas en su totalidad, la iglesia católica, y el
anarquismo ideológico.
Dice
el refrán que a la tercera va la vencida, y en estos días en los medios se
insiste en la necesidad de aprovechar los errores del Rey emérito, para cambiar
la base de nuestra estructura como estado de la monarquía parlamentaria actual
a un sistema republicano. Pero a mi modesto entender y veo con agrado que los
actuales dirigentes del PSOE, piensan lo mismo, intentar una tercera república
en estos momentos significaría caer de nuevo en los mismos errores que las dos
veces anteriores, pues si bien una mayoría del pueblo español podría votar a
favor des cambio, no sería tan amplia como para permitir su consolidación.
Nuestra derecha sigue siendo ultramontana y por tanto nada republicana, una parte
de la misma, con claros tintes imperialistas como VOX. La influencia de la
Iglesia Católica y en particular su jerarquía, siguen teniendo gran influencia
en buena parte de la población y como en los años treinta no están dispuestos a
perder su cuota de participación en el sistema de enseñanza que les sigue
proporcionando pingües beneficios económicos. Por lo demás y atendiendo a los
últimos resultados electorales y a las encuestas que estos días se publican, ni
de lejos se alcanzan mayorías de dos tercios en el Congreso y en el Senado de
claro signo republicano.
Otra
cuestión es que en estos momentos, tenemos graves problemas requirentes de la
atención exclusiva de nuestros gobernantes como son los sanitarios derivados
del Covid-19 y los económicos consecuencia del mismo motivo. Problemas que por primera vez en la historia se están
resolviendo con políticas de izquierda e intentando que nadie se quede atrás y que requieren principalmente
una estabilidad política, además de recomponer un sistema sanitario público
gravemente tocado por los recortes presupuestarios de los tiempos de gobiernos
derechistas.
Observen
Vds. que el medio de comunicación que destapó las triquiñuelas del Emérito con
los monarcas árabes, donde su amante Corina Larsen tenía papel destacado, fue
OK diario dirigido por Eduardo Inda, un propagandista de la derecha cualificado
Fíjense también que el afán de Pablo Casado líder del Partido Popular, ha sido
aprovechar la pandémia del Covid-19 para intentar desprestigiar y cargarse al
gobierno de coalición PSOE / PODEMOS introduciendo todas las cuñas posibles
para buscar su división, incluso magnificando en los medios que les son afines,
todos aquellos elementos susceptibles de causar confrontación y vean también
Vds que los más interesados en una crisis de estado son los independentistas
catalanes con Quim Torra a la cabeza.
Pregúntense
Vds. el porqué de esta coincidencia entre la derecha más rancia del país y el
independentismo y verán que ambos persiguen el cargarse al gobierno de progreso,
cuyo objetivo es sacarnos de la crisis
buscando el bien de toda la ciudadanía sin exclusión alguna. Los
primeros para recuperar el gobierno del país, que consideran les corresponde en
exclusiva por designio divino y los otros, para que en el gobierno del estado
haya un oponente con el que confrontarse y justificar así desde el victimísmo,
sus ideas.
Espero
del buen criterio de Pablo Iglesias Turion, que sepa contener a algunos de los
suyos, como Jaume Asens o Irene Montero, que en estos días parecen ansiosos de
picar en el anzuelo que les pone la derecha, manteniendo la calma y la
serenidad que Pedro Sánchez refleja en sus intervenciones, aparcando el tema de
la III República para una ocasión más propicia, manteniendo ahora una
estabilidad gubernamental para cuatro años lo que nos permita sacar el país del
atolladero y encarrilarlo de nuevo en la senda del progreso. Quizás entonces y
desde un clima de serenidad será conveniente plantear la idea de un cambio de
sistema si una gran mayoría de españoles lo considera necesario.
La
III República española debe nacer para quedarse por muchos años, de ninguna
manera nos podemos permitir un nuevo fracaso.
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