domingo, 26 de agosto de 2018

DONALD TRUMP: "EL ENEMIGO ES EUROPA"


 
El imprevisible presidente de los Estados Unidos de América, Donald John Trump ha puesto de nuevo en evidencia uno de sus principales objetivos y de los poderes fácticos del planeta como es: La aniquilación de la Unión Europea, por el peligro que les representa una organización supra-nacional, con capacidad suficiente para disputarle a los USA su hegemonía en el mundo económico y construida desde la democracia a través del dialogo la negociación y el pacto entre ciudadanos libres de culturas muy diferentes, idiomas diversos y maneras de ver la realidad también distintas, a los que les une un afán de progreso colectivo, además de la voluntad inalterable de trabajar unidos en pro de la justicia social.

Declarando que Europa es el enemigo principal de los Estados Unidos, mientras el curioso personaje se lanzaba en brazos de Vladimir Putin, provocando la irritación de su propio establishment, en particular sus servicios secretos que sin dudarlo ni un momento se lanzaron a su yugular, obligándole al día siguiente a matizar sus palabras, no ha pretendido otra cosa que dar un golpe de efecto y cubrirse las espaldas, evitando que Rusia, se coloque al lado de la UE, provocando una derrota estrepitosa, de los USA, en la guerra comercial que han iniciado, contra Europa, China, Japón, etc. de imprevisibles consecuencias.

No sé porqué pero, al ver la cordialidad que Trump ha manifestado con Putin en su reunión de Helsinki, me ha venido a la cabeza el Pacto de No Agresión Ribbentrop—Molotov, que firmaron los ministros de exteriores de Hitler y Stalin, cinco días antes de empezar la segunda guerra mundial, mediante el cual Hitler pretendía, evitar un frente en el este, mientras invadía la Europa central y occidental. Todos sabemos cómo acabó este pacto cuando dos años más tarde, en 1941 Alemania declaraba la guerra a Rusia.

Donald Trump y su “América First” ha llegado a la conclusión que Europa durante años ha estado “robando” a Estados Unidos, y pretende combatir ésta situación mediante una guerra comercial, que sin duda alguna va a tener terribles consecuencias para la economía, y por tanto para los más débiles de la sociedad de los USA y de UE; pero en realidad lo que Donald Trump teme, es el poder de una Europa Federal, y claramente socialdemócrata, le resultaría un serio competidor a su industria, al convertirse de facto en una potencia económica de primer orden que si además cuenta con Rusia como aliado, se situaría en primer lugar, y muy alejada de los Estados Unidos de América, situación que  en un mundo globalizado, obligaría a los USA a cambiar su concepción individualista para repartir más equitativamente la riqueza generada, con la consecuente disminución de beneficios para las grandes élites.

No podemos negar la habilidad de estratega de Donald Trump, en su guerra declarada, contra la UE, por un lado fomentando del Bréxit. Por otro lado, fomentando los movimientos de extrema derecha, en Polonia, Austria, Hungría, Italia que ya se han situado en el poder; y los partidos de extrema derecha en Francia Bélgica, Holanda, la propia Alemania, e incluso en España y Grecia, con la intención de ir creando un sentimiento euroescéptico, que otro descenso en la producción y el consecuente aumento de la tasa de paro, puede situarlos en primera línea de nuevo.

Por todo lo expuesto, no es que Europa sea el enemigo de los USA. Si no que Donald Trump y las élites que lo apoyan los enemigos de Europa

La próxima primavera y coincidiendo con las elecciones municipales y autonómicas en la mayor parte de España, se convocan elecciones al Parlamento Europeo, y se hace totalmente necesario que la socialdemocracia, vuelva a situarse en una posición preeminente, para poder afrontar los retos que se nos avecinan, sin tener que recurrir a pedir más sacrificios a los sufridos asalariados y pensionistas europeos, que ya han sudado sangre en estos últimos 10 años, y esto, convendrán Vds conmigo solo puede hacerlo la socialdemocracia que ya supo demostrar hace 73 años, su capacidad para levantar una devastada Europa, respetando la equidad y la justicia social, al acabar la II Guerra Mundial.

Un nuevo retroceso de la socialdemocracia en el Parlamento Europeo y un aumento de los llamados ultranacionalistas euroescépticos, significaría sin lugar a dudas que Donald Trump, habría ganado una importante batalla, además que los gobiernos que hoy ya están en el poder en la UE, de corte neoliberal y neocon, como Ángela Merkel en Alemania, Macron en Francia. etc. etc. ven respaldado su poder en estas elecciones, ya podemos prepararnos los asalariados y pensionistas porqué de nuevo vamos a ser los paganos de los costes que esta guerra comercial desencadenada por Donald Trump va a suponer para la UE. Por el contrario amigos, si el PSE (Partido Socialista Europeo), sale reforzado, y es capaz de influir decisivamente en la acción de gobierno de la UE, no solo les auguro una victoria en esta guerra, sino que los costes de la misma no se cargarán exclusivamente sobre las espaldas de los asalariados y pensionistas si no que las élites capitalistas van a tener que contribuir generosamente.

domingo, 19 de agosto de 2018

17A, EN CATALUÑA SE PERDIERON LAS FORMAS


 
Barcelona, el pasado año 2017 y en concreto el 17 de Agosto, recibió el zarpazo del terrorismo islámico, en forma de unos atropellos masivos en las Ramblas de Barcelona y en Cambrils. 16 víctimas mortales de distintas nacionalidades y más de 137 heridos, fue el tristísimo balance de la acción de unos jóvenes catalanes, de ascendencia marroquí, radicalizados por un imán en la ciudad de Ripoll.

Días más tarde y de manera espontánea, los ciudadanos salieron a la calle, para expresa no solo su solidaridad con la víctimas, si no su repulsa más contundente a unos actos totalmente impropios de unas personas civilizadas. Una numerosísima manifestación, sin banderas de ningún tipo recorrió el Paseo de Gracia hasta la Plaza de Cataluña en señal de duelo; acto solidario donde los haya, enturbiado solo  por unos exaltados nacionalistas catalanes, y otros españoles, exhibiendo banderas esteladas y españolas respectivamente, cuestión que mereció la repulsa de la mayoría de los asistentes.y en los días posteriores en los medios de comunicación.

Un año más tarde, el pasado viernes 17 de agosto de 2018, el Ayuntamiento organizó un acto de homenaje a las víctimas, en la Plaza de Catalunya y en las Ramblas escenario del luctuoso hecho, en donde se estableció una especie de altar, para que los ciudadanos pudieran hacer su ofrenda floral, a favor de las víctimas. Los organizadores del acto tuvieron muy en cuenta el papel preeminente que las víctimas y sus familiares debían tener en este acto, incluso por delante de las máximas autoridades del Estado, el Rey Felipe VI y Pedro Sánchez Presidente del Gobierno, que como es lógico y natural también estaban presentes.

Días antes, las entidades ciudadanas Omnium Cultural y la Asociación Nacional Catalana, ambas de corte independentista, manifestaron su negativa a participar en el acto, por estar en desacuerdo con la asistencia del Rey, personaje al que por la ausencia de Rajoy de la primera línea política y en particular del gobierno de España, han convertido en el principal objetivo de la iras independentistas. También, el President de la Generalitat Quim Torra, después de insinuar su no asistencia al acto, decidió hacerlo, pero montando el pequeño numerito de traerse consigo a la esposa del encarcelado ex-conseller Joaquim Forn, presentándosela al Monarca, que supo estar muy bien en su sitio, limitándose a darle la mano sin contestación verbal ninguna.

El acto presentado por la sin par Gemma Nierga transcurrió con toda normalidad, siendo incluso emocionante, en algunos de sus momentos; a pesar de una pancarta, en contra de la presencia del Rey, colocada en un edificio con vistas al acto y que según algunos expertos podía representar un problema de seguridad para los presentes y de un pequeño rifirrafe entre nacionalistas españoles y catalanes que pretendían usurpar el protagonismo a quienes en verdad lo debieron tener.

Hasta aquí todo podía haber sido digamos normal y tan solo la negativa de las entidades Omnium y ANC, a la participación dejaba claro que al independentismo las víctimas poco les importan y que su pretensión es situar sus reivindicaciones en el centro del universo, hubiera sido la nota discordante; sin embargo en cuanto los medios de comunicación acercaron los micrófonos a los políticos, tan solo aquellos que no son nacionalistas, ni de uno ni de otro lado, como Collboni, supieron estar a la altura de las circunstancias. Los independentistas con sus mantras y lacitos amarillos, los del PDCAT, situando al ex-conseller  Forn y al mayor Trapero a la altura de los héroes nacionales; los del PP no queriendo reconocer sus responsabilidades en la falta de atención a las víctimas que esta han denunciado repetidamente, además de lanzar diatribas contra Pedro Sánchez y el Gobierno del PSOE y los de una organización, para mi hasta hoy desconocida, como es la Unión Monárquica, con sombreritos de banderita española, tampoco supieron entender que hoy esto no tocaba y  lo que había que demostrar es unidad frente al terror,  

Solo faltó por la tarde, la concentración independentista ante la cárcel de Lledoners, donde están los políticos en prisión preventiva por los hechos del pasado 1 de octubre. Con la asistencia del President de la Generalitat Quim Torra que en su discurso, terminó poniendo por delante de las víctimas a los que conformaban el gobierno de la Generalitat por aquellos días, e invitó al enfrentamiento con el estado español sin pudor alguno. No me negaran Vds, que podía haber escogido cualquier otro día para esta reivindicación.

Francamente creo que se perdió una grandísima oportunidad para demostrar, al mundo entero, que Catalunya pese a sus diferencias, quiere ser de nuevo un solo pueblo, un pueblo por lo demás extraordinariamente solidario que sabe afrontar las desgracias con solidaridad y con eficacia; sin embargo el concepto que se lleva el mundo de nosotros los catalanes, es de división en primer lugar y de poco fiables a corto plazo por la sensación de inestabilidad que el gobierno electo de la Generalitat está procurando.

Confió que  el comportamientr del independentismo y del nacionalismo español, en los actos del 17A sirva por lo menos para convencer a la mayoría de catalanes que estas doctrinas solo nos conducen a la desunión, el enfrentamiento y por tanto al desastre más absoluto.

domingo, 12 de agosto de 2018

SINDICATOS EN EL SIGLO XXI


La izquierda en Europa y en nuestro país, no supo reaccionar como debía a la grave crisis económica que estamos padeciendo, no he entendido nunca el porqué, la socialdemocracia, cuando ya en los años 90 empezó la llamada revolución neoconservadora que encabezaban Ronald Reegan y Margaret Tatcher, proponiendo la desregulación de los mercados y la privatización de todo absolutamente, incluida la deuda pública de los estados, cuando vio como se aniquilaban a las Trade Unions en el Reino Unido, se quedaron calladas y sin propuestas ninguna, defendiendo el estado del bienestar que tanto había costado conseguir.

Los líderes socialistas en toda Europa se mostraron carentes de ideas, esperando quizás que el tiempo arreglara sus problemas, cuando en realidad todo el mundo sabe que el tiempo lo que hace es agravar los problemas y el desprestigio de quien nada hace para solucionarlos. No supieron reaccionar al fenómeno de la globalización que venía trastocar todos los planteamientos económicos vigentes, hasta este momento, no supieron coordinarse a nivel internacional, para adaptar sus estrategias a la nueva realidad que se iba imponiendo. No supieron ver de la necesidad imperiosa de acelerar la construcción Europea, con el fin de tener el músculo suficiente para afrontar el deterioro de la democracia, por parte de una élites que dominan los medios de comunicación y una buena parte del capital mundial a través del control de la deuda pública de numerosos países.

De hecho, una de las consecuencias, al menos en Europa, de la llamada revolución necon fue sin duda ninguna la rotura del pacto no escrito entre la socialdemocracia y la democracia cristiana, que permitió la recuperación económica del viejo continente después del desastre de la II guerra mundial, en base a las políticas de distribución de la riqueza mediante la fiscalidad, o sea el llamado Estado del Bienestar.

Ahora, en 2018, parece que la socialdemocracia despierta de su letargo de la mano de nuevos líderes de la nueva generación, gente preparada, con los ideales muy claros y objetivos bien definidos. Como es el caso de Pedro Sánchez Pérez Castejón en España, que en tan solo 60 días en el gobierno del país ha sido capaz de sentar la bases, no solo de una incipiente recuperación económica si no de reversión de gran parte de aquellas medidas que en el gobierno neoliberal conservador del PP habían recortado los derechos sociales de los asalariados españoles. Estoy seguro que este ejemplo va a cuajar en la Unión Europea y dentro de poco vamos a ver como el PSF en Francia, el SPD en Alemania, etc. etc. resurgen cual ave fénix de sus cenizas.

Aunque todo ello, puede ir al traste si no viene acompañado de un “aggiornamento” de las organizaciones sindicales, una puesta al día que lleve a que en ellos se sientan reconocidos, todos los que viven de una salario en nuestro país, y aquellos que siendo autónomos, viven de su esfuerzo constante día a día.

Deben por empezar a plantearse que el mundo del trabajo está cambiando en este siglo XXI, que nada ni nadie va a ser lo mismo que en el siglo XX, Deben también admitir que algo han hecho mal en estos tiempos, cuando el nivel de afiliación ha descendido en picado. Deben convertirse de nuevo en los líderes de la defensa de los derechos de los trabajadores, frente a los grandes poderes fácticos que les pretenden seguir explotando hasta la extenuación Deben volver a las buenas relaciones de hermanamiento con los partidos de izquierda y finalmente deben estimular y apoyar la capacidad emprendedora de los asalariados para que a través de la economía social, construyamos un nuevo paradigma económico, lejos de la especulación y la injusticia social.

Con toda seguridad me olvido de muchas de las cosas que deben cambiar en las organizaciones sindicales para adaptarse a los nuevos tiempos, pero me parece que con lo dicho hasta ahora es suficiente para comprender que en la nueva economía van a ser absolutamente necesarias para garantizar un mundo más justo y equitativo como és el que pretendemos todos aquellos que nos llamamos progresistas.

martes, 7 de agosto de 2018

LA SITUACIÓN LABORAL EN EL SIGLO XXI.




Ha llegado el momento en que debemos dejarnos de historias, nacionalistas, de proteccionismos dentro de pequeñas fronteras, y darnos cuenta que la lucha de clases la están ganado los ricos y poderosos a nivel planetario y que si no sabemos reaccionar a tiempo, el futuro inmediato que vamos a legar a nuestro hijos y nietos, no va a ser una camino de rosas precisamente sino un viacrucis cargado de dolor y sufrimientos, hasta que alguien con sentido común y dotes de liderazgo sea capaz de ponerse al frente y conducir de nuevo a los asalariados por la senda del progreso y la justicia social.

En el pasado siglo XIX, cuando la industrialización daba un vuelco a la sociedad, cuando nació una nueva clase social, el proletariado, cuando incluso las estructuras sociales más esenciales como la familia, sufrió una profunda transformación; las grandes élites del momento pretendieron llevarse la mayor tajada del pastel dejando solo las miajas para las mayorías sociales. Fueron necesarios la aparición de grande líderes y pensadores, Marx, Engels, Pablo Iglesias, Pi Margall, Abdón Terradas, etc. etc. que organizaron y lideraron al proletariado, hasta obligar a las élites a ceder parte del pastel y compartir el bienestar que proporcionaban las nuevas tecnologías en forma de servicios con los trabajadores.

Hoy cuando también estamos inmersos en una transformación de parecido calibre a la revolución industrial, cuando las formas de trabajo hasta hoy conocidas van directas a la obsolescencia, cuando el trabajo en las fábricas está siendo substituido por robots, que hacen mejor y más rápido el trabajo que cualquier ser humano, cuando los puestos de trabajo que se ofrecen ya requieren de un mínimo de conocimientos y preparación. Es hora que la izquierda se platee de nuevo la necesidad de una nueva estrategia, que evite la apropiación de la mayor parte del pastel, por parte del capital.

Las élites económicas mundiales, que siempre actúan con previsiones a largo plazo, ya en los años 90 con Ronald Reegan y Margaret Tatcher a la cabeza se dedicaron a desprestigiar primero, para desmantelar de hecho después, las organizaciones sindicales. Seguramente les vino a la memoria la frase acuñada de finales del XIX y primeros del XX, “Trabajador Organízate y Lucha”  que refleja con claridad la necesidad de juntarse los compañeros, para ser fuertes y poder luchar en igualdad de condiciones con los poderosos que pretenden someterlos. El proletariado a finales del XIX y primeros del XX, se organizó en sindicatos y partidos políticos de clase, consiguiendo en el mundo llamado occidental, particularmente en Europa, el llamado estado del bienestar, donde a través de una fiscalidad progresiva, quien más gana más paga, se repartía con bastante equidad la riqueza generada.

Pero a partir de los 90, del pasado siglo XX, la llamada revolución neocon consiguió asestar un durisimo golpe a las Trade Unions inglesas, que desde entonces no han vuelto a alzar cabeza, y tras ello con la caída del Muro de Berlín, y poniendo al descubierto las miserias que encerraba, junto con un dominio absoluto de los medios de comunicación por parte de los grandes magnates, se asestó un durísimo golpe a la socialdemocracia europea, que no supo reaccionar con la inmediatez que se necesitaba y se encontró completamente desplazada de las posiciones de poder, a favor del neoliberalismo-conservador, que va imponiendo su política de recortes en derechos sociales sin importarle ni un poco si para ello, debe cargarse la democracia, tal y como la hemos conocido. Un buen ejemplo de lo dicho anteriormente han sido los 6 años y medio de gobierno del PP con Mariano Rajoy a la cabeza, donde los trabajadores españoles han debido hacerse cargo de los altísimos costes de la crisis económica, mientras que las grandes fortunas de este país, han incrementado notablemente sus patrimonios; y para evitar protestas y que los trabajadores se organizaran de nuevo inventaron leyes especificas como la ley mordaza para cerrarles la boca.

Otro tema a tener en cuenta ha sido la división dentro de la clase obrera que han provocado, desvalorizando los trabajos más bajos y sobre valorando los que requerían de algún tipo de formación, hasta el punto que algunos asalariados hoy se molestan si les llamas trabajadores.

No les extrañe amigos, que ahora cuando el PP ha sido desplazado del poder, a través de los medios de comunicación de masas intenten desviarnos la atención queriéndonos hacer ver que la inmigración es la responsable de la disminución de la oferta de trabajo, para que en lugar de reorganizarnos y luchar contra ellos, lo hagamos contra unos hermanos nuestros que son mucho más desgraciados y débiles que nosotros. Es como si nos dijeran, “No quieras disputarme mi gran parte del pastel sino que debes estar atento a que la migaja que te doy no te la quite este que viene de fuera”

Volviendo al tema que nos ocupa, es del todo necesario, volver a la máxima, quizás adaptándola a los nuevos tiempos con el fin de no herir susceptibilidades. Propongo “Asalariados organizaos y luchad por vuestros derechos” y además volver a dar la preponderancia que le corresponde al valor de la Solidaridad, como fórmula de cohesión social. Propongo también que los asalariados vuelvan a afiliarse a sindicatos y partidos de clase, que si los que los dirigen no son los suficientemente capaces los podamos substituir por otros que si lo sean y que no nos engañen. Solo así, podremos tener acceso a la parte del pastel que nos corresponde y solo así seremos capaces como ya lo fueron nuestros padres y abuelos de plantar cara para hacernos respetar, para que nuestros derechos sociales merezcan la consideración de todo el mundo.