lunes, 11 de mayo de 2015

DESCONFIAR DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS


 
Leo en el periódico el País, que la Sociedad española desconfía de los partidos políticos y automáticamente mi índice de preocupación ha aumentado en grado superlativo, pues con 69 años de experiencia, 32 de ellos bajo la dictadura franquista, uno ha aprendido que los partidos son la base estructural de la llamada democracia representativa, que hasta hoy, y según proclamó Winston Churchill es el menos malo de todos los sistemas de gobierno que en el mundo existen.

Soy consciente que hoy en día es signo de modernidad cargar contra los partidos, en general, y contra dos de ellos en particular en nuestro país, responsabilizándoles de todos los males habidos y por haber, incluso de haber matado a la madre de bambi, y por ello me temo que inducir a reflexionar sobre este tema, desde el punto de vista de un militante socialista, convencido además que los partidos políticos, pese a los errores que se hayan podido cometer, siguen siendo la base de la democracia representativa y que fuera de ellos, este sistema no es en forma alguna viable; puede provocar irritabilidad en algún lector, les pido disculpas por anticipado, pero tal y como dice la frase que encabeza mi bloc, aquí escribo mi más sincera y honrada opinión.

De entrada y con el fin de aclarar conceptos, apunto que para mí, un Partido Político no es más, (o debería ser), que una serie de ciudadanos ideológicamente afines y con voluntad de servicio a la sociedad, que se unen y se organizan para luchar juntos y de forma efectiva para los fines propuestos. Se sobreentiende en esta definición, que uno de los principales objetivos, consiste en alcanzar el poder, como herramienta para aplicar las políticas necesarias para la transformación social que se pretende.

Hasta los año 90 del pasado siglo XX, en la totalidad del orbe democrático, el concepto poder se asociaba exclusivamente al gobierno de los estados, pues era por todos aceptado, la sumisión del poder económico a la organización estatal. Sin embargo, la revolución neoconservadora, iniciada por Ronald Reegan y Margaret Tatcher, que adquiere su máxima dimensión en el gobierno de George W. Bush, viene a constatar que el poder real, se encuentra en manos de una élites, mundiales privilegiadas, que siendo los tenedores de la deuda pública de la mayoría de los países, someten a los estados a su voluntad hasta el punto de dictar las políticas a practicar, en función del aumento de sus beneficios.

Esta situación, viene a trastocar todo el planteamiento del sistema de Partidos, a los que la cuestión les pilla completamente a contrapié y que en un principio se demuestran incapaces de adaptarse a la nueva circunstancia, en particular la socialdemocracia, que no acaba de encontrar su sitio fuera de las fronteras del estado nación, donde hasta hoy se desarrollaba; cuestión que se me antoja paradójica, si tenemos en cuenta que es precisamente la socialdemocracia quien había impulsado la idea de una Europa Unida, como estructura supranacional que estuviera en condiciones de competir, en igualdad de condiciones en un mundo que se preveía en un futuro, de carácter multipolar.

Los partidos liberales y conservadores, la derecha pura y dura, se adaptó cediendo a las nuevas condiciones impuestas y prestándose a ser, no herramientas de transformación social, si no fieles peones que facilitaran, los designios de las nuevas élites dominantes.

En España, en estos últimos 4 años, hemos tenido la desgraciada ocasión de comprobar, como un gobierno del más puro estilo neocon, siguiendo las directrices del neoliberalismo imperante en la Unión Europea,  ha desmantelado un incipiente estado del bienestar y recortado hasta límites inasumibles los derechos sociales de los ciudadanos. Sin embargo, la reacción no se hace esperar y una renovación en profundidad en la socialdemocracia, tradicional, (PSOE) nos hace albergar esperanzas, de un futuro mejor.

Sobre la aparición de nuevas fuerzas políticas, lamento no ser muy optimista al respecto, por cuanto su indefinición sobre su situación en el tablero (“no somos de derechas ni de izquierdas”), no me permite albergar esperanzas que en caso de una victoria, sean capaces de sacar verdaderamente el país del problema. Por otro lado, su fulgurante ascensión, tanto de Podemos como de Ciudadanos, y el apoyo mediático que han tenido, me induce a sospechar, que su caída, pueda ser igual de fulgurante, cuestión que veo respaldada por el hecho, en uno y otro de una excesiva personalización en su líder principal.

La desconfianza de una buena parte de los ciudadanos hacia los partidos políticos, cuestión que hasta ahora se ha traducido en una notable abstención, la intentan arreglar estas nuevas formaciones, presentándose como los salvadores de la patria, desde un purismo a prueba de bomba e intentando captar el voto de la masa indignada con todo lo que huele a política; mientras que por otro lado, desde la derecha se tiende a diluir las abismales diferencias entre centro derecha y centro izquierda con el mensaje de “Todos son iguales”. Ya veremos el 24 de mayo, lo que llaman nueva política consigue sacar gente de la abstención o por el contrario, esta va a seguir en progresivo aumento, pronosticando un negro futuro al sistema democrático.

domingo, 3 de mayo de 2015

....Y AL FINAL LOS TRABAJADORES PAGAMOS LA CRISIS


 
Por mucho interés que los poderes fácticos del planeta hayan intentado, con sutiles o abiertas proclamas, responsabilizar a la sociedad en general de ser los causantes de la crisis económica; recuerden aquello de “haber vivido por encima de nuestras posibilidades” no han conseguido que la idea calase en la mayoría de las mentes de la población, aunque si por imposición que seamos nosotros, los trabajadores, quienes nos hayamos hecho cargo de los costes que ella ha ocasionado, saliéndose de rositas los verdaderos causantes de la misma.

La izquierda posibilista, la socialdemocracia europea, no supo o no pudo, desde posiciones de poder corregir esta situación y cargar sobre las espaldas de los verdaderos responsables, los desastres de sus políticas de descontrol absoluto de la economía, y el trasvase del poder real, desde la política y la democracia hasta el oscurantismo de unos entes llamados mercados habían provocado. Algunos por no haber salido de la oposición desde el comienzo de la crisis y otros, como fue el caso del PSOE en España, o actualmente el PSF en Francia, por no haber sabido encontrar el camino adecuado desde la ideología izquierdista y abandonarse a las políticas neoliberales, aunque con la atenuante de no aplicarlas del modo más radical, si lo suficiente para que la sociedad y el electorado dejara de confiar en ellas.

Dice el refrán con mucha sabiduría “A lo hecho pecho” y hoy ya no podemos volver atrás, por lo que haríamos mejor pensar de cara al futuro y ver si de alguna forma podemos sacar algún provecho de la experiencia. ¿Qué debe plantear la izquierda para cuando de nuevo ocupe el poder? En primer lugar y como premisa fundamental, se trataría de cortar de raíz, que las clases sociales sigan pagando las consecuencias de la crisis, mientras que aquellos que la han provocado, sean de aquí o de cualquier rincón del planeta, se vayan de rositas. Para ello y en lugares como España; después de renovar caras e ideas en la socialdemocracia, como ya se está haciendo, debemos conseguir a toda costa recuperar el poder, desbancado de él a la derecha reaccionaria, que hoy día tenemos y evitar que se traspase a manos de un substituto, que a corto plazo puede resultar igual o incluso más nocivo como es la formación Ciudadanos; y para ello es imprescindible un victoria de las izquierdas, clara y contundente, en las elecciones municipales y autonómicas, del próximo 24 de Mayo, que imposibilite los gobiernos de derecha ni tan solo a través de pactos Ciudadanos con el Partido Popular; por otra parte la debacle debe ser rotunda en el partido de Rajoy y el éxito de Ciudadanos tan modesto, que se obligue al actual presidente del Gobierno a adelantar las elecciones generales.

Por otro lado y después de los comicios, las fuerzas de izquierda deben olvidar sus viejos resquemores y intentar facilitar los gobiernos de coalición o el apoyo parlamentario a quienes de entre ellos hayan conseguido más votos, con el fin de garantizar la estabilidad política necesaria para que se puedan llevar a término sin grandes traumas, las derogaciones de las leyes injustas que en estos cuatro años de Partido Popular, se han promulgado y los cambios radicales en el modelo económico imprescindibles para devolver el poder a quien nunca le debió ser arrebatado, como es el pueblo soberano, a través de sus democráticas instituciones.

Para terminar, voy a poner un ejemplo de lo que a mi entender la izquierda debería proponer y poner en práctica en el momento de volver al poder:

El rescate de Bankia, Caixa de Catalunya, etc. nos ha costado hasta hoy a todos los españoles, a grandes números: 50.000 millones de Euros; más los intereses que el BCE nos cobra por habernos prestado este dinero, y los costes derivados del aumento de transformar deuda privada en deuda pública hasta el 100% de nuestro PIB. En el caso de Catalunya Bank la entidad resultante de la transformación de Caixa de Catalunya recibió para su saneamiento 12.000 millones de euros y recientemente ha sido vendida al BBVA, por  1.700 millones, con una pérdida para el erario público o sea para todos y cada uno de nosotros de 10.300 millones de Euros.

Pues bien, dejémonos de monsergas y ya que no podemos volver atrás con el tema de la aportación que en su día se hizo de dinero público, conservemos Bankia, como el embrión de una gran Banca Pública y recuperemos Cataluña Bank incorporándola al mismo grupo; rentabilizando así tanto económicamente como socialmente el esfuerzo que hemos tenido que hemos realizado sin consulta previa alguna. Una Banca Pública lo suficientemente potente, es el factor de control del sector financiero privado que este país necesita, además de canalizar la llegada del crédito a las pequeñas y medianas empresas financiando a todas aquellos emprendedores impulsores de un nuevo modelo económica fuera de la especulación pura y dura que es lo que en verdad nos permitiría salir de la crisis, y repartir justamente la riqueza generada.