El capitalismo mundial y sus recetas neoliberales, siguen después de cuatro años sin poner en marcha soluciones efectivas que permitan a los países y organizaciones supranacionales, salir del marasmo de la crisis financiera y de valores donde les sumergieron unas malas prácticas derivadas sin ninguna duda del falso concepto de libertad que Ronald Reegan y Margaret Tatcher predicaban en los años 80 del pasado siglo XX, con su revolución conservadora, siguiendo, a pies juntillas, los dictados del ultraliberal Milton Friedman y la escuela económica de Chicago.
Dicen los que entienden que el electorado, cuando no se le ofrece otra cosa que políticas neoliberales para salir del marasmo, siempre va a preferir que lo hagan los profesionales, o sea la derecha pura y dura, que no unos a quienes con toda seguridad les va a faltar práctica o lo van hacer forzados. Éste ha sido el caso dicen, de la victoria de Cameron en el Reino Unido, después que un partido laborista fracasara rotundamente en el invento de Toni Blair de la Tercera Vía, que terminó colocando a este líder en una terrible foto al lado de Bush y Aznar; o de la victoria de Ángela Merkel en Alemania, cuando su antecesor el socialdemócrata Gerhard Schröder, ante el aumento del desempleo en Alemania, en los años previos a la crisis económica, pone en marcha un gran programa de reformas socioeconómicas, con el Título de Agenda 2010, que retoca en profundidad una serie de leyes concernientes a la Salud, el Trabajo, las Pensiones y la Inmigración; medidas que su electorado interpreta como de claro tinte neoliberal; aunque luego ha quedado bien demostrado que no lo eran tanto al lado que las que doña Ángela aplicó luego.
Otra cuestión que es conveniente analizar, en esta Europa que se pretende Unida, es como los grandes enemigos de esta forma supranacional, los nacionalistas de todo el mundo, aprovechan las penurias de la crisis para instar a los países motores, principalmente Francia, y Alemania, a romper con la solidaridad internacional, el único gran valor que ha procurado la cohesión necesaria para tirar adelante el proyecto, y así tenemos que en estos países, el discurso que por si solos la salida del marasmo va a ser más rápida, está cogiendo un gran predicamento, promoviendo incluso el ascenso de los partidos xenófobos.
La socialdemocracia, en particular la europea, no ha sabido reaccionar, encontrándose atrapada entre una obsoleta Internacional Socialista, donde se habían aceptado a dictadores como Mubarak o Ben Ali, y un nacionalismo casi arcaico que les ha llevado a tirar cada uno por su lado, olvidando el principio de la solidaridad de clase, base del socialismo internacional, y aquí amigos, en la falta de unos principios comunes adaptados, no a la sociedad decimonónica si no a la del siglo XXI, reside a mi entender la explicación, no solo de la pérdida progresiva del poder, si no que el electorado no sepa apreciar las diferencias con el neoliberalismo.
Sin embargo, albricias amigos, todo parece indicar que nuestros amigos y vecinos del Partido Socialista Francés, después de una larguísima y penosa travesía del desierto que se inició en la era post Mitterrand, y que les ha procurado en su fuero interno no pocas puñaladas traperas, han decidido salir de ostracismo al que parecían condenados, y justo antes de las elecciones primarias que tienen previstas para el 2012, se ponen de acuerdo todos en apoyar un programa que apunta verdaderamente a mi entender a una salida de la crisis desde la izquierda y con unas propuestas diametralmente contrarias a las que se han venido proponiendo desde los partidos de derechas en primer lugar y del llamado socialismo de la tercera vía después. Me alegro de ello pues confío sea la chispa que prenda la llama de la esperanza en los izquierdistas europeos, que nos haga volver a la senda de los grandes valores socialistas, en unos momentos históricos particularmente interesantes, cuando parece que las ansias de libertad, en pocos años desde el Magreb árabe acabarán por extenderse por todo el orbe no democrático.
Dicen los que entienden que el electorado, cuando no se le ofrece otra cosa que políticas neoliberales para salir del marasmo, siempre va a preferir que lo hagan los profesionales, o sea la derecha pura y dura, que no unos a quienes con toda seguridad les va a faltar práctica o lo van hacer forzados. Éste ha sido el caso dicen, de la victoria de Cameron en el Reino Unido, después que un partido laborista fracasara rotundamente en el invento de Toni Blair de la Tercera Vía, que terminó colocando a este líder en una terrible foto al lado de Bush y Aznar; o de la victoria de Ángela Merkel en Alemania, cuando su antecesor el socialdemócrata Gerhard Schröder, ante el aumento del desempleo en Alemania, en los años previos a la crisis económica, pone en marcha un gran programa de reformas socioeconómicas, con el Título de Agenda 2010, que retoca en profundidad una serie de leyes concernientes a la Salud, el Trabajo, las Pensiones y la Inmigración; medidas que su electorado interpreta como de claro tinte neoliberal; aunque luego ha quedado bien demostrado que no lo eran tanto al lado que las que doña Ángela aplicó luego.
Otra cuestión que es conveniente analizar, en esta Europa que se pretende Unida, es como los grandes enemigos de esta forma supranacional, los nacionalistas de todo el mundo, aprovechan las penurias de la crisis para instar a los países motores, principalmente Francia, y Alemania, a romper con la solidaridad internacional, el único gran valor que ha procurado la cohesión necesaria para tirar adelante el proyecto, y así tenemos que en estos países, el discurso que por si solos la salida del marasmo va a ser más rápida, está cogiendo un gran predicamento, promoviendo incluso el ascenso de los partidos xenófobos.
La socialdemocracia, en particular la europea, no ha sabido reaccionar, encontrándose atrapada entre una obsoleta Internacional Socialista, donde se habían aceptado a dictadores como Mubarak o Ben Ali, y un nacionalismo casi arcaico que les ha llevado a tirar cada uno por su lado, olvidando el principio de la solidaridad de clase, base del socialismo internacional, y aquí amigos, en la falta de unos principios comunes adaptados, no a la sociedad decimonónica si no a la del siglo XXI, reside a mi entender la explicación, no solo de la pérdida progresiva del poder, si no que el electorado no sepa apreciar las diferencias con el neoliberalismo.
Sin embargo, albricias amigos, todo parece indicar que nuestros amigos y vecinos del Partido Socialista Francés, después de una larguísima y penosa travesía del desierto que se inició en la era post Mitterrand, y que les ha procurado en su fuero interno no pocas puñaladas traperas, han decidido salir de ostracismo al que parecían condenados, y justo antes de las elecciones primarias que tienen previstas para el 2012, se ponen de acuerdo todos en apoyar un programa que apunta verdaderamente a mi entender a una salida de la crisis desde la izquierda y con unas propuestas diametralmente contrarias a las que se han venido proponiendo desde los partidos de derechas en primer lugar y del llamado socialismo de la tercera vía después. Me alegro de ello pues confío sea la chispa que prenda la llama de la esperanza en los izquierdistas europeos, que nos haga volver a la senda de los grandes valores socialistas, en unos momentos históricos particularmente interesantes, cuando parece que las ansias de libertad, en pocos años desde el Magreb árabe acabarán por extenderse por todo el orbe no democrático.
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