domingo, 30 de marzo de 2014

MI REFLEXIÓN SOBRE EL SANTO SUAREZ




He dejado pasar una semana, después de los fastos de santificación del difunto primer presidente de la democracia española, Don Adolfo Suarez, con la idea que los ánimos se hayan calmado lo suficiente y este articulo, al que reconozco un cierto tinte iconoclasta, pueda ser comprendido en su verdadera dimensión, no como ofensa a nadie, sino de un cierto análisis de una realidad histórica sin falseamiento alguno.

No ha sido solo a mí, si no a diversos ciudadanos, a los que nos sorprendió en un primer momento en cuanto Don Adolfo Suarez Illana, hijo del finado, anunció a los cuatro vientos el próximo fallecimiento de su progenitor, 48 horas antes de que se produjera, el hecho que desde la derecha ultra reaccionaria, que hoy representa el Partido Popular salieran las más grandes alabanzas, hacia quien había sido figura visible de la llamada “modélica transición” de la dictadura a la democracia en España; digo que resulta sorprendente, por cuanto, muchos de estos ilustres personajes que se han deshecho en  loores al finado, hace unos cuantos años lo calificaban de traidor a sus principios unos, y otros, dentro de la propia UCD, conspiraban para hacerlo caer hasta el punto de acabar con el propio partido.

También por parte de algunos líderes de la izquierda, que antaño predicaban la Ruptura Democrática, en frente de la Transición política que tenía en Suarez la máxima cabeza visible, se deshacen en elogios al finado, hasta un extremo que parece como si un velo con alegorías festivas nos intentara hacer olvidar una época de graves penurias, en la que las decisiones que se tomaron, nos repercuten gravemente hoy día, cuando renacen viejos fantasmas que pretendíamos haber arrojado al averno del olvido.

Los que ya tenemos cierta edad, y el fin de la dictadura franquista nos pilló en pleno uso de razón, deberíamos convenir, que si bien con la transición se consiguió meter a España en el colectivo de países democráticos, y sin que mediara violencia alguna, el precio que se pagó fue elevado, al deber renunciar la izquierda  a exigir justicia con un pasado autocrático, especialmente  cruel y sanguinario con los luchadores por la libertades, y permitir  una ley de amnistía, con la que se dio patente de impunidad a torturadores y asesinos del bando vencedor de la guerra civil.

Hay quien dice que la Transición fue la única manera de conseguir la democracia en España, sin derramamiento de sangre ni confrontación salvaje entre españoles, pero aun a riesgo de ser acusado de hacer política ficción yo soy de los convencidos, que de haberse producido en aquellos tiempos la ruptura democrática, no hubiera llegado la sangre al rio más de lo que ya llegó, (Matanza de Atocha, asesinatos de ETA y Grapo más las desapariciones nunca esclarecidas); si acaso Don Adolfo hubiera tenido la preclara mente que se le atribuye ahora, debería haber pactado con los demás partidos y en particular los de la izquierda, una clausula que al cabo de unos años, permitiera reabrir los casos y permitir poner a cada cual en el sitio que le correspondía aunque fuera post mortem.

No debemos extrañarnos, pues, que en la muerte de Suarez, los herederos de aquellos franquistas que le acusaron de traidor a su causa entonces, hoy le canten las alabanzas, por cuanto han entendido que con su proceder, evitó el desprestigio público de la dictadura y por tanto la pervivencia sin mácula, de todos aquellos que hicieron carrera a su sombra y sus herederos ideológicos.

Piensen Vds. por un momento que si se hubiera situado a los ideólogos de la dictadura en el sitio que les correspondía, con toda seguridad hoy no habría en España una derecha tan cavernícola como la que representa el Partido Popular, si no que seguramente sería mucho más civilizada y de corte europeo. Nuestra clase empresarial forjada en la mentalidad estraperlista y especuladora de los principios de la dictadura, tampoco sería así  si se hubiera pasado las cuentas con ellos, ni oiríamos propuestas como las que últimamente nos envían los Sres. Rosell y Fernández presidente y vicepresidente de la CEOE.

Lo que si me cuesta mucho de entender es a todos estos que se llaman de izquierdas y no me refiero a los cargos institucionales, a los que si podemos entender una cierta diplomacia, que de una u otra manera contribuyan a través de las redes sociales, a la elevación a los altares de este personaje, cuyo único mérito, a mi corto entender, fue conducirnos a la democracia, sobre la débil base de intentar el olvido de una cruel época anterior y en consecuencia de una injusticia, que resulta sangrante cuando treinta y seis años después, en las cunetas del país siguen enterrados miles de españoles que dieron su vida por defender la libertad.

1 comentario:

  1. La derecha sería igual de cavernícola que la que tenemos. Exáctamente igual de cavernícola que la izquierda, solo que del otro lado de la cueva. Esto es España.

    Por otra parte, los de Europa no són ni más ni menos cavernícolas, son igual; solo que ellos visten con trapos de mamut y nosostros con piéles de cebra.

    Yo tengo algún pariente enterrado quién sabe ande; y si el precio por no ver más sangre por los suelos es que se quede ahí, bien barato sale y que descanse en paz. Ciertamente hubo injusticia, mucha; pero no hacia las izquierdas en general, sino hacia los españoles en particular. Las derechas robaron la libertad, y las izquierdas lo intentan, que santos no son; pero para encontrar un marco de convivencia, en alguna parte hay que hacer el borrón y cuenta nueva. No olvides, que a pesar de ser Franquete el sublevado, y por tanto el traidor; criminales los hubo en ambos bandos, y pagar, lo que se dice pagar, no ha pagado ninguno.

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