domingo, 18 de mayo de 2014

LA DIALECTICA DE LOS PUÑOS Y LAS PISTOLAS


Que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho –al hablar de "todo menos la violencia"– que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria.. (José Antonio Primo de Rivera 29 de octubre de 1933, en el Teatro de la Comedia de Madrid)

He querido titular y empezar este artículo, con el párrafo del discurso que el fascista español por excelencia, pronunció el día de la fundación del Partido Falange Española, porque creo que en él se condensa una buena parte de las doctrinas en las que la extrema derecha actual y el populismo tan en boga en estos tiempos, sigue creyendo fervorosamente.

Los falangistas de José Antonio, entonces se dedicaron a la provocación constante de la inestabilidad, buscando la crispación necesaria en base a atentados con resultado de muerte, en las calles de nuestras ciudades, al igual que lo hicieron los camisas pardas de Hitler en Alemania, y los camisas negras de Mussolini en Italia, buscando y consiguiendo en España, al final un golpe de estado militar, una cruel guerra civil y 40 años de una feroz dictadura, donde la única dialéctica imperante era, la que él pronosticaba en la fundación de su Partido.

Hoy en el siglo XXI, aunque los procedimientos son algo distintos, y la inestabilidad se consigue en base a recortes en los derechos sociales que los trabajadores creían bien consolidados y en pretender convencer al ciudadano que no es merecedor de estos derechos, el resultado que se pretende va a ser el mismo y al final lo más probable es que acabe degenerando en una violencia extrema.

Parece mentira que doscientos cincuenta años después de la revolución francesa, el mundo no haya sido capaz de estructurar un reparto equitativo de la riqueza generada y valorar al ser humano por lo que es y no por lo que posee y los tenedores de fortuna, sigan empeñados en aplastar con sus botas militares la cabeza de todos aquellos que intentan transformar una realidad a todas luces injusta.

En Cataluña algunos contemplamos estupefactos, como la derecha ha conseguido colar los peores recortes en la educación pública, situándola al borde de su desaparición real, como desde el gobierno autonómico, se desmantela una sanidad pública que había sido modelo en el mundo en beneficio de una sanidad privada a todas luces más cara e ineficaz, por el simple hecho de favorecer a unas mutuas de seguros, la mayoría de capital norteamericano; y todo ello sin que nadie, salvo unos pocos, se atrevan a levantar la voz porque una gran bandera “estelada” los aísla del mundo. ¿Qué pasará cuando la gran ráfaga del viento de la libertad, levante las banderas y los ciudadanos noten el engaño? Con toda seguridad el fascismo nos va a mostrar de nuevo su cara más terrible y la dialéctica de los puños y las pistolas, nos obligará a pagar con sufrimiento el nuevo gran paso adelante que la humanidad ha de hacer en este siglo.

Que nadie se quede en casa el próximo domingo día 25, acudamos todos a las urnas para frenar a estos impresentables, y dejarles a un lado, para que una nueva Europa de corte Federal, acabe sentando las bases de un futuro lleno de progreso y justicia social.

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