lunes, 15 de noviembre de 2010

ISRAEL MACHACA, MARRUECOS MACHACA Y LA ONU EN LAS NUBES


Dicen que no hay peor sordo que el que no quiere oír y que el ciego más ciego, es aquel que no quiere ver. Digo esto porque sorda y ciega me parece la comunidad internacional en estos días, ante las flagrantes violaciones de los derechos humanos fundamentales que colectivos llamados democráticos, como el estado de Israel, u otros que van en camino de ser-lo como el Reino de Marruecos, están cometiendo sin piedad ninguna, sobre unos grupos humanos, como el pueblo palestino, o la comunidad saharaui.

El llamado Sahara Occidental, antigua colonia española i la bíblica Palestina son los escenarios escogidos esta vez; en ambos lugares se construyen muros físicos de separación, para según dicen, combatir la plaga terrorista, cuando en realidad lo que se pretende es consolidar la salvaje explotación de unos poderosos sobre otros más débiles.

Porque no lo duden amigos, detrás de cualquier conflicto, más o menos violento, aunque quiera disfraza-se de guerra de religiones, o entre etnias, a la que escarbas un poco, aparecerá sin ningún lugar a dudas, el salvaje rostro de la explotación pura y dura del hombre por el hombre.

El drama en Palestina, resulta especialmente lacerante, no solo por su larguísima duración, el conflicto empezó en el año 48 del pasado siglo XX, si no por la especial crudeza y desmesura que los últimos gobiernos sionistas han permitido a sus ejércitos, sobre un colectivo que no tiene otra forma de responder que arrojando piedra, contra tanques y soldados bien pertrechados. En el Sahara, después de más de treinta años de casi silencio, ha vuelto a estallar con toda crudeza, un problema ocasionado por un proceso de descolonización, que protagonizó una decadente dictadura española, incapaz de enfrentarse a la realidad de un pueblo, el saharaui, que empezaba a resurgir sacudiéndose el yugo colonial. Un agónico dictador en su lecho de muerte y un régimen en decrepitud total, no fueron capaces de otra cosa que vender un pueblo entero a otro dictador, si cabe más cutre que el que estaba feneciendo, como fue el padre del actual monarca alauita, el impresentable Hasan II.

En estos días hemos podido contemplar, como una simple reivindicación de un mínimo de dignidad social por parte de los saharauis, que siguen viviendo en el territorio, ha sido aplastada con toda brutalidad por el ejercito marroquí a las ordenes del títere Mohamed VI.

Mientras sucede todo esto, en la ONU, el máximo organismo representativo de la comunidad internacional, se sigue mirando para otro lado, y tapándose los oídos al clamor de las victimas masacradas, no sea que Don Benjamin, y Don Mohamed se enfaden, y nos cierren el grifo de los fosfatos el segundo y de la financiación internacional el primero.

Lo más preocupante si embrago, es la pasmosa pasividad con que la verdadera comunidad internacional, o sea los ciudadanos de los países llamados democráticos, contemplamos impávidos todas estas injusticias como si no fueran con nosotros; cuando la realidad es que con los grandes recortes sociales que se están promoviendo en muchos países de nuestro entorno inmediato, y la pretensión de abolir por completo el llamado estado del bienestar, la ultraderecha internacional, (en el fondo promotora de los conflictos del Sahara i de Palestina), está consiguiendo de nuevo su objetivo, de volver a poner en el primer plano un sistema económico basado en la explotación pura y dura del hombre por el hombre.

En estos días, me vienen a la memoria las palabras de un gran federalista español, Francisco Pi i Margall, cuando escribía: La Revolución es la paz y la Reacción es la guerra. ¡Cuanta razón hay en estas palabras! Quizás convendría, a los actuales y futuros líderes sociales mundiales una reflexiva lectura de la obra de tan ilustre pensador, a lo mejor se daban cuenta de la necesidad imperiosa de realizar un gran cambio, una gran revolución que termine con el dominio de unos pocos ricos, sobre un conjunto inmenso de pobres.

1 comentario:

  1. Manuel Garcia Algarra15 de noviembre de 2010, 11:31

    Efectivamete cuanta razón tienes Cosme, pero es que yo pienso que lo de la ONU es aquello de crear un organismo para que unos cuantos políticos llegados a menos se empleen en no hacer nada, no ver, no oir, pero no renuncian a sus suculentos sueldos, y encima sirven de soporte para provocar guerras o encubrirlas allí donde a unos cuantos paises les interesa, y cuando no interesa pues no hacen nada, yo los defenestraba a tod@s y una de dos o se crea un organismo que si actue y que tenga competencias con independencia y sin vetos, o se desmonta y que cada cual se apeñe como pueda. Un saludo

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