El capitalismo, de siempre ha sido expansionista, fabricar más producto y
en menos tiempo, para abaratar el coste
y poder vender a más mercados, ha sido su máxima desde su origen, hasta
nuestros tiempos. La gran dificultad era la lentitud de las comunicaciones, lo
que no permitía lo que hoy conocemos como globalización, cuestión que las
nuevas tecnologías han podido superar, hasta el punto que con los sistemas 5G, un
cirujano puede operar desde nueva York a un paciente sito en el Hospital Clínico de Barcelona.
Esto amigos nos está cambiando nuestra forma de vivir, de trabajar etc. La
llamada revolución digital, está cambiando nuestras empresas y el comercio. Quien podía sospechar hace unos pocos años, que uno desde su casa pueda comprar
cualquier producto y en pocas horas recibirlo, devolverlo, o cambiarlo si no es
lo que esperaba. Que esto va acabar con el comercio tradicional, puede que sí,
del mismo modo que a finales del siglo XVIII, la máquina de vapor acabó, con
los artesanos, que tejían la ropa en telares manuales desde sus casas. Que
cambió totalmente la vida de los ciudadanos, e incluso del concepto de familia
amplia que se tenía por entonces por la más reducida que tenemos ahora. También
no debemos olvidar, que el nacimiento de una nueva clase social que el nuevo
sistema procuró, el proletariado, significó una mejora en el reconocimiento de
los derechos sociales, y en su evolución se apuntó a una nueva concepción como
es el de la sociedad globalizada.
El fenómeno de la globalización hoy es del todo imparable, decisiones
tomadas en un punto del orbe planetario se ejecutan a los pocos segundos en sus
antípodas. Resistirse a él es de una inutilidad manifiesta, al igual que
aquellos que a final del XVIII y primeros del XIX, destruían las maquinas de
vapor, para que no les quitaran puestos de trabajo, en lugar de intentar
adaptarse a los nuevos tiempos y revertir lo que sucedió antaño, en
que los beneficios de la Revolución industrial, de entrada solo fueron a unas
determinadas élites, y a partir de la experiencia, estructurar la nueva sociedad
de forma que el reparto sea equitativo.
Una de las claves para que evolucionemos hacia una nueva sociedad más justa
e igualitaria, reside en olvidarnos del nacionalismo, como fórmula de organización
social, un concepto nacido en el siglo XVIII, y adecuado para administrar un
mundo con escasa comunicaciones y basando el crecimiento a través de la competitividad
entre países. En un mundo globalizado ya no debería tener cabida la competencia
entre países, si no que grandes corporaciones supranacionales en base a
estructuras federales, dialogarían, negociarían y pactarían, para beneficio de
toda la sociedad, esto como paso previo en un futuro, de una sola estructura
federal a nivel planetario, administrara democráticamente a la humanidad
entera.
Ahora que la revolución digital está en sus inicios, las élites que ve
peligrar su posición de privilegio y su dominio del cotarro, están resucitando
la idea nacionalista en su peor versión, la fascista, con el fin de mantener
pequeños entes como los estados nación y el enfrentamiento entre ellos,
evitando que los asalariados y llamada clase media se unan y conformen un
contrapoder democrático que les obligue a aceptar un reparto equitativo de la
riqueza que entre todos generamos.
Observen Vds. amigos que la primera potencia mundial Estados Unidos, hoy en
manos de un presidente con tintes claramente fascistas, pretende que la UE no
prospere de ninguna de las maneras, que no avance hacia una unión política
federal, pues acabaría sin poderla dominar, como ya se demostró con las
fracasadas negociaciones del TTPI, como ha venido haciéndolo con los países que
la conforman uno a uno, o como está haciendo con los países de Latinoamérica, a
los que expolia sus riquezas naturales, como si de colonias se tratara. Donald
Trump, y los servicios de inteligencia norteamericanos, son los que impulsan
las formaciones ultranacionalistas europeas como la Agrupación Nacional de
Marine Lepen en Francia, La Lega de Mateo Salvini en Italia y Vox en España.
Debemos tener la ideas muy claras, no dejarnos engañar por un plato de
lentejas y entender, que la globalización no es algo que se ha inventado nadie,
sino la consecuencia del avance en la tecnología de la comunicación y que en
realidad no es mala sino que puede elevar en muy mucho el nivel de vida de los
ciudadanos si conseguimos organizarnos lo suficientemente bien para que nadie
tenga el poder suficiente para dominarnos, como colectividad. La pertenencia a
una Europa Unida de corte federal, significaría poder competir económicamente
hablando, con Estados Unidos, Rusia y China en un plano de igualdad; por la
tradición europea, claramente socialdemócrata, demostraríamos al mundo que la
sociedad mejora con un justo reparto de la riqueza generada.
No lo olviden, el nacionalismo, (tanto el español como el periférico), hoy
es intentar volver atrás en un mundo globalizado, es pensar equivocadamente
que podemos detener el tiempo y recrear la situación de los años 60 del pasado
siglo XX. De hecho es lo mismo que pensaban aquellos que destruían las máquinas
de vapor a primeros del XIX pensando que les quitaban el trabajo y olvidando
que el progreso es imparable y que no vale la pena intentar frenarlo si no
mirar de conseguir la cuota de beneficios que nos corresponda. NO NOS DEJEMOS
ENGAÑAR DE NUEVO.
Si , si Cosme todo esto esta muy bien , pero la realidad es que no somos capaces de ni siquiera formar un gobierno en este país . Saludos
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