Que vivimos en plena revolución social a nivel planetario, no lo niega
nadie en todo el mundo; que el único precedente parecido al que nos podemos
referir es la revolución industrial, de finales del XVIII, el XIX al completo y
parte del XX, cuando el gran cambio tecnológico, transformó por completo
nuestra forma de vida y organización social. El nacimiento de una clase social
como el Proletariado, sus reivindicaciones y luchas, consiguieron que la
riqueza generada se repartiera de manera más equitativa de lo que se había
hecho anteriormente. Solo la contra revolución neoconservadora que surge en la
década de los 80, de la mano de Ronald Reegan y Margaret Tatcher, en base a la
desregulación financiera, apartándolo
del control democrático, consiguió no solo frenar sino retroceder en mucho el
progreso social alcanzado por las clases asalariadas.
Hoy cuando la digitalización nos está llevando a una nueva forma de
trabajar, a una nueva concepción de la empresa donde los trabajos más pesados y
alienantes los realizan robots, empezamos a intuir que al igual que en la
Revolución Industrial, en verdad este progreso solo va a beneficiar a unos
pocos y a degradar el nivel de vida de unas mayorías, a los que se intenta quitar
incluso el derecho a votar a sus dirigentes, cuando la democracia se está
desprestigiando y el autoritarismo, vuelve a primera plana. Por otro lado, ¿se
han preguntado Vds, de que nos vale elegir a unos mandatarios sometidos a unos
poderes fácticos? Me viene a la memoria, la respuesta que dio el que fue
ilustre catedrático de economía en la Universidad de Barcelona don Fabián Estapé,
a la pregunta de quién manda en Cataluña? siendo por entonces presidente de la
Generalitat Jordi Pujol y Soley, su respuesta fue sin pensarlo siquiera: Josep
Vilarrasau, en aquel entonces presidente de la Caixa
Pienso que los asalariados deberíamos aprender la lección de la historia,
para no repetir los errores que entonces se cometieron, y que hicieron que el proletariado
organizado, (léase sindicatos) no consiguieran objetivos tangibles hasta más de
cien años después que la revolución social empezara. Creo que en España y en la
Unión Europea, entre las clases llamadas populares, la educación, la cultura y
el saber, está suficientemente extendido, para que no sea difícil encontrar a
líderes lo suficientemente preparados y con visión de futuro, capaces de
afrontar los nuevos retos que la nueva situación nos plantea, pero con
prioridad para los intereses colectivos de los asalariados, frente al capital
económico.
Con todo no debemos perder de vista la necesidad, para que todo salga de
forma correcta, que los asalariados se organicen y luchen para conseguirlos en
base sobre todo al gran valor humanista que es la solidaridad, que va a
permitir que todos como colectivo salgamos adelante sin que ninguno de los
nuestros se quede marginado por no poder seguir el paso de los demás
Sin embargo, andémonos con cuidado, porque hoy al igual que en otras épocas
de la historia, intereses espurios intentan confundir la solidaridad con la
caridad cristiana, diciéndonos que hay que ayudar al necesitado, con aquellos
que a nosotros nos sobra, cuando la verdadera solidaridad consiste en esto y
además agarrar al hermano y poniéndole al día hasta que esté en condiciones de
mantenerse en el ritmo de los demás, no conformándonos nunca en que permanezca
pobre para poder tranquilizar nuestra conciencia echándole unas monedas en el
sombrero. La solidaridad desde el punto de vista de la izquierda debe ser
institucionalizada. y debe garantizar que los derechos más elementales a los
que cualquier persona tiene derecho por el solo hecho de haber nacido, sean
aplicados a todo el mundo. Con la solidaridad debemos garantizar el derecho
constitucional a la vivienda, a una enseñanza de calidad, a una sanidad de
altísimas prestaciones y con la solidaridad de todos debemos garantizar que el
estado democrático, sea el administrador de los recursos aportados para atender
estas necesidades..
Cada vez que en la historia ha habido cambios sociales de importancia como
está sucediendo ahora, una parte de la sociedad se queda atrás y no sigue el
ritmo del resto y es aquí donde el concepto de solidaridad colectiva, adquiere
gran dimensión pues es la única manera de conseguir una sociedad igualitaria en
derechos.
Querido Cosme tras leer tu escrito me viene a la mente la Renta Básica como instrumento esencial para lograr la solidaridad de la que hablas. Si se implantara esta medida dotaría a las personas de algo imprescindible "dignidad" con ella se podría negociar unas condiciones laborales no abusivas como las que en la actualidad se están llevando a cabo gracias a las sucesivas reformas laborales de tinte neoliberal que han erosionado tanto los salarios como las condiciones en las que actualmente se trabaja. Recibe un cordial saludo
ResponderEliminarEfectivamente la renta básica es uno de los elementos que pueden poner en practica este gran valor que es la Solidaridad, aunque a mi entender no el único.
EliminarLa renta básica es un valor necesario en la Solidaridad, aunque no sea suficiente.
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