La situación mundial,
en lo que respecta a la democracia no es precisamente halagüeña y su futuro
nada en la incertidumbre más absoluta, Si aceptamos que la democracia tal y
como la conocemos ahora, tiene sus orígenes a finales del siglo XVIII y
principios del XIX, coincidiendo con lo que se ha venido a llamar revolución
industrial y que hasta hoy ha sido.”El
menos malo de los sistemas de gobierno” según Winston Churchill, para algunos,
generalmente las clases más privilegiadas, al entrar de lleno en lo que se
viene a llamar la revolución digital, están pensando en que hay que buscar otro
sistema pues con toda seguridad perciben que su adaptación a los nuevos tiempos
no les conviene de ninguna de las maneras.
Tanto es así que en
base al famoso trilema de Rodrik, donde de los tres conceptos. Democracia,
Estado Nación y Globalización, solo es posible el desarrollo de dos de ellos,
deteriorando el tercero. Las clases adineradas del planeta, parecen haber
optado por El Estado Nación y la Globalización, en defensa de sus intereses
aunque ello signifique menos Democracia y de peor calidad.
Observen, que como
solución a la crisis se plantean posiciones de replegarse hacía el concepto
nación como autoprotección, de cerrar fronteras, impidiendo la inmigración,
arguyendo la falsa amenaza, de pérdida de valor identitario, aunque ello
determine una restricción en los servicios sociales, como sanidad y educación
públicas, o el sistema de pensiones, por los bajos índices de natalidad, que la
inmigración puede paliar en gran manera.
Vean Vds. que
potenciando al Estado Nación, en una economía globalizada, pierde valor la
democracia, al ser substituida por lo que ha venido llamándose dictadura de los
mercados, y un ejemplo de los más claros lo tenemos en el actual gobierno de
Estados Unidos, un país, con un alto porcentaje de empresas multinacionales,
muchas de ellas, con presupuestos que sobrepasan el PIB de muchos países del
planeta, gobierno encabezado por este siniestro personaje llamado Donald Trump,
un hombre que ha puesto como bandera la rentabilidad por encima incluso de las
decisiones del pueblo, así para él es
más importante que el lobby de la Asociación Nacional de Rifle, este organismo
que agrupa a los principales fabricantes de armas del país, obtenga suculentos
beneficios, aunque de vez en cuando un loco se haga con una arma automática y
mate a un montón de adolescentes en un instituto. ¿Es democracia hacer oídos
sordos a las reclamaciones de muchos estudiantes americanos, como hace Donald
Trump?
Otro ejemplo claro lo
tenemos en los países asiáticos, Rusia incluida, donde se ha establecido la
competitividad de sus economías, en los bajos salarios, y la ausencia de
derechos sociales, cuestión que ha requerido rebajar en gran manera la calidad
democrática, con el fin de mantener el orden evitando las protestas que en justicia deberían hacer los
trabajadores condenados de por vida a una pobreza indigna.
La construcción de
unos Estados Unidos de Europa, ha sido la gran visión para encajar la imparable
globalización, que la nueva tecnología ha procurado, con la democracia, en base
a buscar la competitividad de la economía, no en los bajos salarios sino en la
unión de esfuerzos que permitan superar en volumen a cualquier lobby
multinacional que se precie, y estar en condiciones de aplicar las condiciones
en lugar de tener que aceptar las que unos personajes no electos te impongan.
La Unión Europea
actual, sigue siendo el claro ejemplo que Globalización económica y Democracia,
pueden coexistir y desarrollarse plenamente, detrayendo soberanía a los Estados
Nación a favor de un ente supranacional, que hoy llamamos Unión Europea, que
para ser efectivo de verdad debe dar un paso adelante adoptando plenamente una
estructura federal convirtiéndose en los Estados Unidos de Europa. Una tercera
potencia mundial, después de los USA y (Asia+Rusia), y capaz de convertirse en árbitro
en un mundo tripolar.
Ya desde hace tiempo
esta posibilidad no es bien vista desde los poderes fácticos que imperan el
mundo, pues desde la base de un sistema social democrático, como es el que ha
permitido la recuperación del viejo continente destrozado después de la II
Guerra Mundial, en base a un reparto justo de la riqueza, mediante la
redistribución de los impuestos en servicios a la sociedad, y unos salarios
justos que permitan a los trabajadores un nivel de vida digno, pone en
evidencia las grandes injusticias del capitalismo puro y duro que se practica
en Asia y América, representando ello un peligro para los suculentos beneficios
que obtienen unos pocos privilegiados en este planeta. Ello les ha llevado,
desde los medios de comunicación bajo su control a inocular en Europa de nuevo,
el virus del nacionalismo, y así es como los partidos ultranacionalistas, que
estaban aletargados y casi desaparecidos desde 1939 han resurgido con fuerzas,
ocupando posiciones en los diversos parlamentos y en algunos casos el gobierno
directamente como en Polonia, Hungria, y Austria, y cierta preponderancia en
Francia, Alemania, Reino Unido, Holanda y Belgica. Este mismo hecho y por
reacción han conseguido que surjan unos movimientos de carácter izquierdistas,
casi en el ala del trotskismo, que acaban por aceptar la cuestión nacional
huyendo del federalismo, como es el caso del Movimiento 5 estrellas, en Italia,
Siryza en Grecia, y Podemos en España, un tipo de izquierda que en cuanto
alcanza el poder, como en Grecia acaba renunciando a sus postulados, o en
Italia, capaz de pactar para gobernar con la extrema derecha ultranacionalista
como es la Lega Norte.
En España les ha
bastado con lanzar al independentismo catalán a la palestra, y esperar la
reacción del nacionalismo español, para que se despierte el anti europeísmo, o
cuando menos el total desinterés por el tema de Europa en buena parte de la población,
como es el caso de los votantes independentistas en Cataluña, que al ver como
la UE, no ha respondido como ellos pensaban a sus pretensiones hoy lo
consideran como un proyecto que no ha resultado y que hay que despreciar, lo
mismo que en buena parte del nacionalismo español, que ya desde siempre ven muy
poco claro el hecho de ceder soberanía a una institución supranacional.
Son tiempos de gran
confusión, los que vivimos estos años, son tiempos sin embargo claves para
determinar el futuro de las próximas generaciones y si mi le permiten tiempos
decisivos en la lucha de clases que empezó con la industrialización a finales
del XVIII y principios del XIX; pero esto es otro tema y que les prometo
trataré en un próximo articulo.
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