Hoy 9 de Octubre,
cumplen exactamente 34 días desde que empezó la “Rauxa” en Cataluña, (“Rauxa”
es un término catalán que vendría a significar Locura desenfrenada y que se
pronuncia Raucha, con el sonido ch suavizado) una Rauxa que se contagia con
extraordinaria rapidez de unos a otro hasta el punto de que una buena parte de
la colectividad pierde el sentido de la realidad absolutamente.
De hecho el 6 y 7 de
septiembre, en una sesión, digamos si más no especial del Parlament de
Cataluña, donde se transgredieron no solo la Constitución Española si no el
Estatut de Autonomía y el propio reglamento de la Cámara catalana, pisoteando
por parte de una mayoría en escaños que no en votos, los derechos de la oposición
y con ello de más de 50% de los catalanes representados por ella, aprobando dos
leyes, no por mayoría cualificada, como
por lógica debería haber sido, que se cargaron el Estatut de Autonomía y la
obligación de celebrar referéndums con garantías democráticas, en poco más de
cinco horas.
Manifestaciones
multitudinarias, el 11S, el 20 S y días sucesivos en las calles de Barcelona,
con motivo de la Diada el primero y por los Registros de sedes del Gobierno de
la Generalitat, y detenciones de cargos del gobierno catalana el día 20 de
septiembre y los demás. Con multitud de banderas independentistas y proclamas a
favor del anunciado referéndum del 1-O.
El fatídico día 1-O,
empeñado el Gobierno de la Generalitat en demostrar su astucia consiguiendo esconder
las urnas para celebrar el ilegal Referéndum, de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado, moviliza a gran parte de la población en el sentido no
solo de participar en la votación si no que les invita a quedarse en los
colegios para defender las urnas de posibles ataques de la fuerzas policiales.
Una desastrosa gestión por parte del ministerio del interior en el operativo
que desde la judicatura se había ordenado, lleva a una jornada donde las
imágenes de violencia, a porrazo limpio se las emprende de manera
indiscriminada contra la población civil, con el magro resultado de unos pocos
colegios cerrados, cuestión que permite al gobierno de la Generalitat presumir
de haber celebrado el referéndum, aunque sin garantía democrática ninguna como
reconocieron los observadores internacionales que la propia Generalitat había
llamado para verificarlo, informe que por cierto, no ha aparecido en ningún
medio de comunicación en particular de los más adictos a la Generalitat, no sea
que los contrarios dispongan en su haber de nuevos y más potentes argumentos.
Debo confesarles, que
el día 2 de octubre, después que todas la TV retransmitieran terribles imágenes
de la jornada anterior, y puestas en evidencia la total falta de garantías
democráticas de la consulta celebrada, donde diversos testimonios reconocían
haber votada tres y hasta cuatro veces pensé, que tanto los nacionalistas
catalanes, como los nacionalistas españoles, reconocerían su derrota y con ello
acabaríamos el período de “Rauxa”, imponiéndose de nuevo el “Seny” (Seny, és un
término catalán de significado opuesto a la “Rauxa” que podríamos traducir por
sensatez, se pronuncia señ, dándole un sonido neutro a la letra e). Pero no ha
sido así, y en el momento en que estas líneas ven la luz, en el bando
independentista sigue, la “Rauxa” en todo su apogeo, a pesar de las graves
consecuencias que ello acarrea para toda la sociedad, con el cambio de sede
social de las grandes empresas, incluso la bandera por excelencia como es la
Caixa; Puigdemont, Junqueras y compañía siguen amenazando con la Declaración
Unilateral de independencia, siguiendo la ley del Referéndum, una de las dos,
de las que antes he comentado, y que se aprobaron de forma muy pero que muy
irregular, y el TC, dejó sin efecto a
los dos días de su promulgación.
De nada parecen
servir, las llamadas a uno y otro bando de multitud de ciudadanos que el pasado
sábado 7 se concentraron vestidos de blanco en las plazas de los ayuntamientos
de las localidades catalanas, y el domingo 8 de octubre por la mañana,
abarrotaron el centro de Barcelona en manifestación, donde se pedía dialogo
entre las partes para arreglar el conflicto. Ni Puigdemont ni Rajoy,
manifiestan voluntad ninguna, empeñados uno y otro en salir victoriosos del
terrible choque que su ineptitud como políticos han provocado. El primero,
porque no sabría cómo explicar una marcha atrás a sus gentes y parece dispuesto
al sacrifico de una buena temporada en la cárcel y una inhabilitación, antes
que digan que se ha rendido y el otro quizás porque ve en esta una ocasión
quizás irrepetible, de terminar con el estado de las autonomías en España, y
volver de nuevo al estado centralizado, que había en tiempos de Franco, aunque
ahora barnizado de democracia.
La incertidumbre es
total y la angustia que sufrimos buena parte de los ciudadanos de Cataluña es
estos día insufrible y a todos aquellos que razonamos un poco, vemos asomar el
desastre, aunque Mas, Puigdemont y Junqueras, y muchos de los fanáticos que
llevan detrás. se siguen haciendo el loco y negando una realidad pura y dura.
Porque no nos fiamos tampoco ni un pelo de Rajoy, tan culpable como los otros,
por su inacción, de haber llegado a la situación en que estamos.
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