Como
observador que soy de la realidad actual, debo manifestar mi asombro y
perplejidad ante el comportamiento de mis congéneres, en Cataluña y España, en
esta época de cambios profundos que nos ha tocado vivir.
Digo esto
después de haber leído en el País del día 26 de junio, que medio centenar de
pacientes, junto con trabajadores y vecinos, han impedido el cierre de 206
camas, este verano, del hospital público de Bellvitge, que el departamento
correspondiente de la Generalitat de Catalunya había previsto, con el fin de
paliar el déficit generado en 2013 y que representa un total de 11 millones de
Euros.
Estos
ciudadanos, se han hartado de unas políticas de neoliberalismo salvaje, que
están destruyendo todo un sistema de sanidad pública de altísima calidad que
habíamos conseguido hasta el 2010 y que el gobierno derechista del estado, muy
bien avenido por cierto con la derecha
nacionalista catalana en asuntos de recortes, está intentando desmontar. Estos
ciudadanos demuestran que saben muy bien lo que quieren y que no se dejan
engañar por cantos de sirena de algunos interesados que agazapados detrás de
falsas utopías secesionistas, o de inmovilismos constitucionales intentan crear
un conflicto en la sociedad catalana con el fin de desvíar la atención colectiva
en pro de lograr sus perversos propósitos.
También las
movidas en Madrid por la sanidad pública y en Baleares por la enseñanza,
demuestran que buena parte de la población si sabe lo que quiere y cuáles son
sus verdaderos intereses; cosa que en Cataluña, salvo algún caso como el que
antes he expuesto no parece suceder; por cuanto las mayorías o bien se queden
encerradas en casa o bien se movilizan para reivindicar una utópica
independencia cuyo primer adalid el presidente Artur Más, es uno de los máximos
responsables de la destrucción del estado del bienestar en el país, con el
apoyo de ERC que parece haber perdido las pocas referencias a la ideología
izquierdista que le quedaban.
¿Sabemos en
verdad lo que queremos los catalanes?
Me resulta
curioso, que desde hace tiempo no se publiquen en Cataluña estudios de opinión
sobre los problemas o preocupaciones prioritarias de sus ciudadanos, y los
subvencionados medios de comunicación nos presenten día a día el tema de la
independencia como el único y exclusivo debate que hoy existe en la sociedad
catalana. Estoy cada día más convencido que esta interesada desinformación se
promueva con la perversa intención que los partidos de la izquierda y las
organizaciones ciudadanas, no atinen a apuntar a los objetivos concretos y
acaben sucumbiendo al estéril debate identitario, como le ha ocurrido al PSC,
bajo el liderazgo de Pere Navarro, que con la mejor voluntad de evitar
rupturas, ha acabado personalmente hundido, tras las deslealtades de aquellos
que siguen hoy intentando dividir la formación tras el infructífero debate
soberanista.
El fracaso
electoral de este partido en las elecciones Europeas, ha comportado la dimisión
de su primer secretario y la convocatoria de unas elecciones por la vía de
urgencia, a la primera secretaría que al igual que los hermanos del PSOE, se
efectúa en base a un militante un voto y ello ha abierto en el socialismo
catalán la gran esperanza de un renacer y readecuación a la lucha por los
verdaderos intereses ciudadanos, desde la perspectiva de solucionar los
problemas con la participación de los propios interesados. No quiero decir con
ello que me declare partidario de la anarquista democracia directa, si no de
una evolución de la pura democracia representativa a una democracia participativa;
un concepto que les prometo aclararé en un próximo articulo.
Es tanto el
revuelo que la convocatoria del congreso extraordinario en el PSC y la elección
de su secretario general por el sistema directo, (un militante un voto), que a
los del grupo de los denominados críticos, les ha pillado con el pié cambiado,
y lo que tenía que ser una escisión en toda regla está evolucionando a la
salida de unos pocos “figuras” siendo muy pocos los que les siguen, como se
demostró el pasado sábado con la asamblea de la corriente interna Avancem, en
que solo el su líder Joan Ignasi Elena, y creo que dos militantes más, se
dieron de baja del Partido, sin devolver el acta de diputado, y convirtiéndose
en un tránsfuga sin escrúpulos. Hace poco una convención del otro grupo, que
han constituido el Fórum Cívic ya han manifestado su intención de no darse de
baja del partido, aunque sus líderes
proponen la solemne estupidez de facultarse para poder presentar listas
electorales en las elecciones municipales independientemente de las que
presente el PSC.
Quiero
señalar con todo ello, que el pueblo catalán empieza a demostrar que sabe muy
bien lo que quiere y que la cuestión del Soberanismo empieza a desinflarse, por
cuanto los ciudadanos se huelen el percal con que desde el gobierno de la
derecha nacionalista le intenta despistar los objetivos; lo del Hospital de
Bellvitge, es solo el comienzo, en septiembre con el comienzo del curso escolar
y la aplicación de la ley Wert, que doña Irene Rigau consejera de Educación en
la Generalitat de Catalunya , se ha aprestado a introducir con especial
presteza salvo, la cuestión del catalán, también será motivo de lucha de
maestros y padres y madres de alumnos.
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