Miren
amigos, en estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir, no solo por una
crisis económica y del sistema capitalista, que nos ahoga y nos aplasta día a
día, sin que por mucho que se nos diga, acabemos de ver el camino que debe
conducirnos hacia un final feliz de la misma; si no por el virulento
enfrentamiento entre dos concepciones nacionalistas la catalana y la española,
que en un afán de ocultar sus propias miserias, las derechas de uno y otro lado
han desencadenado, sin calibrar las posibles y trágicas consecuencias que estos
conflictos acaban teniendo en las vidas y haciendas de los ciudadanos.
Como catalán
español, nacido en el año 1946 en pleno periodo duro de la dictadura, y desde
una posición de rechazo a cualquier veleidad nacionalista, sea del signo que
sea, y de una convicción federalista a prueba de bomba me atrevo a
significarles una serie de detalles que sin lugar a dudas, a mi entender, dan
cumplida muestra de la imposibilidad de los nacionalismos de convivir entre
diferentes.
Desde su
creación en 1789, y repasen si no me creen la historia, el nacionalismo, ha pervivido
hasta nuestros días, gracias a la permanente confrontación con otros
nacionalismos, en el más simple y puro afán de mostrar la superioridad de un
colectivo, siempre de orden territorial, sobre otros con los que se compite
directamente, cuando uno ha sido impuesto sobre otro por la fuerza de las
armas, el victimismo ha sido una de las armas que la ha quedado al vencido que
conveniente mente aplicada ha sido capaz de mantenerlo en el transcurso de los
tiempos.
La esencia
nacionalista, no se basa en las personas en sí, si no en la pertenencia total a
un colectivo, cultural y territorial determinado, al que todos, sin distinción
de ideologías deben prestar sumisión entregando para ello la vida si hace
falta.
En España,
el concepto de nacionalismo español, nace a partir de la liberal constitución
de Cadiz de 1812, donde por primera vez se estipulaba que la soberanía no residía
en la figura del rey, si no en la "Nación Española". A partir de ahí, y a pesar de los continuos
altibajos que siguieron a esta proclamación, en el sentido de retrocesos hacia
el "Ancien Regime" el nacionalismo se va abriendo camino, luchado
siempre con los demás, Francia en primer lugar, las guerras coloniales, y
finalmente con los que hoy se vienen a denominar nacionalismos periféricos de
Cataluña, País Vasco y en menor medida Galicia, Canarias y Andalucía.
Es del todo
incierta la épica que los nacionalistas españoles, se atribuyen como propaganda
de sus ideas en el sentido que fueron los Reyes Católicos quienes en con su
matrimonio, unificaron territorialmente la península ibérica, conformando la
nación española, así como también es totalmente incierto, (y sé que los ultra
independentistas van a rasgarse sus vestiduras), que los catalanes en la guerra
de secesión, lucharan por la libertad de una nación catalana totalmente
inexistente como tal en aquellos tiempos, si no que lo hacían por mantener una
dinastía real, en España, que en el período anterior, el reinado de Felipe IV,
les había puteado enormemente.
En el
período más negro de nuestra historia reciente, como es sin lugar a dudas, la
guerra civil y la dictadura franquista por cuarenta años, apoyado
doctrinariamente en el ultranacionalismo español, con derivas imperialistas; Los
nacidos como yo en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo XX,
recordarán sin duda el proceso de eliminación sistemática, de toda competencia
nacionalista en el interior y la poca o nula voluntad de llegar a acuerdos con
los países del entorno, con el fin de preservar al máximo el predominio del
nacionalismo español con clara vocación imperialista..
Quiero
señalar, en referencia a este negro período de nuestra historia, que el nacionalismo
español, moderado y democrático, digamos a la europea, que apareció a la muerte
del dictador, perdió gran parte de la simpatía y credibilidad que podía tener
entre los ciudadanos, al dejar que un régimen fascista se apropiara de sus
símbolos, quedando en la memoria de varias generaciones, como signos de una
opresión y persecución de libertades. Tanto
es así, que debo confesar, que me sobresalto desagradablemente cada vez
que veo la bandera denominada rojigualda aunque no lleve el pájaro en el centro,
pues despierta en mi interior recuerdos altamente desagradables de una época
que no me gustó vivir de ninguna de las maneras. También asocio automáticamente
con el franquismo el llamado himno nacional, pues no puedo evitar un
desagradable escalofrío, cada vez que oigo sus notas.
Me gustaría
ver que el nacionalismo español, al igual que el alemán, francés o cualquier
otro de la Europa actual, (ninguno de ellos utiliza símbolos, que fueran
representativos en los períodos de ultranacionalismo que tambien vivieron), es profundamente democrático, pero
lamentablemente y no solo por una cuestión de símbolos, si no por las
actuaciones en defensa de un pasado poco glorioso, me cuesta cada vez más
esfuerzo encontrar esta vertiente
democrática en el nacionalismo español.
Dicho esto,
espero y deseo que por parte de los nacionalistas catalanes, incluso los que se
autodenominan de izquierda y algunos otros que extrañamente siguen militando en
él PSC, se me deje de acusar de nacionalista español y por parte de los nacionalistas
españoles de nacionalista catalán, cuando mi idea, y mi posición como
socialista, es profundamente internacionalista, por lo que la concepción
nacionalista, sea del signo que sea, casi podría decir que me repugna
"soberanamente". ¿Entendido?
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