El porque último de la actual crisis económica, es a mi entender bastante simple, pues se genera a partir del momento, en que el que compra y vende y el que financia, obtiene más beneficios sobre un producto, que el que lo produce.
Un ejemplo muy claro, lo tenemos en nuestro país y en la primera potencia mundial los USA, con la llamada burbuja inmobiliaria, generada a partir del momento en que el propietario del terreno, el promotor, el banco, la inmobiliaria, etc. se llevan el 90% del valor añadido, dejando tan solo el 10% para los fabricantes de los materiales precisos y el constructor, que al fin y al cabo han sido los verdaderos creadores de riqueza, transformando unos elementos, como la tierra, el hierro, los áridos, etc en ladrillos, cemento y otros, que convenientemente ensamblados han creado una vivienda útil, donde unos seres humanos, puedan vivir.
En el caso de nuestro país además, a partir de los ocho años de aznarato, con el agravante de dejar la financiación de los presupuestos de ayuntamientos y entes locales, en buena parte, en manos del sector inmobiliario, con una especialísima ley del suelo que permita la urbanización de prácticamente todo el territorio.
De esta manera se creó una especie de círculo vicioso, donde los ayuntamientos y los bancos ampararon a las grandes promotoras, que a su vez les generaban pingues beneficios en el caso de los bancos, y suculentos ingresos en forma de impuestos y tasas a los consistorios, permitiéndoles cubrir unos presupuestos, que una mal plan de financiación local, condenaba al fracaso más rotundo; sin olvidar la posible corrupción que este perverso sistema sin ninguna duda favorecía.
Por si esto fuera poco el sistema, basa el sector financiero en una especulación pura y dura, como es la bolsa, sobrevalorando empresas y montando como una especie de casino, donde se implica a los ahorros de casi todo el mundo, a través de los fondos de pensiones y otros productos que la banca se ha cuidado muy bien de distribuir.
En estos días leemos en las páginas de los periódicos, que la llamada locomotora Europea está experimentado unos altos crecimientos en su economía, el 2,2%, superiores incluso a los que tenia antes del estallido de la crisis; no es casualidad que esto suceda en Alemania, un país que desde el final de la guerra mundial ha basado su economía en el sector productivo industrial, por encima de cualquier otro.
Recuerdo muy bien de hace unos años, cuando la base industrial de nuestro país, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, era aún potente, que unos amigos empresarios, me comentaban que obtenían más beneficios, cerrando las fabricas, vendiendo o permutando los terrenos, para la construcción de viviendas que no siguiendo la actividad. Otros cobrando importantes sumas, traspasando sus negocios a empresas extranjeras, sumas que inmediatamente invertían en el sector de la especulación inmobiliaria.
Todo ello me hace pensar que la única forma real de salir del marasmo, es volver las cosas a la normalidad, o sea que la parte fuerte del pastel sea para el que lo genera, y los financieros con la parte más pequeña. Imaginen Vds. si no saltaría de alegría, un campesino español, si percibiera el 90% del valor que cada uno de nosotros pagamos en los mercados por los productos que el ha cosechado.
Un ejemplo muy claro, lo tenemos en nuestro país y en la primera potencia mundial los USA, con la llamada burbuja inmobiliaria, generada a partir del momento en que el propietario del terreno, el promotor, el banco, la inmobiliaria, etc. se llevan el 90% del valor añadido, dejando tan solo el 10% para los fabricantes de los materiales precisos y el constructor, que al fin y al cabo han sido los verdaderos creadores de riqueza, transformando unos elementos, como la tierra, el hierro, los áridos, etc en ladrillos, cemento y otros, que convenientemente ensamblados han creado una vivienda útil, donde unos seres humanos, puedan vivir.
En el caso de nuestro país además, a partir de los ocho años de aznarato, con el agravante de dejar la financiación de los presupuestos de ayuntamientos y entes locales, en buena parte, en manos del sector inmobiliario, con una especialísima ley del suelo que permita la urbanización de prácticamente todo el territorio.
De esta manera se creó una especie de círculo vicioso, donde los ayuntamientos y los bancos ampararon a las grandes promotoras, que a su vez les generaban pingues beneficios en el caso de los bancos, y suculentos ingresos en forma de impuestos y tasas a los consistorios, permitiéndoles cubrir unos presupuestos, que una mal plan de financiación local, condenaba al fracaso más rotundo; sin olvidar la posible corrupción que este perverso sistema sin ninguna duda favorecía.
Por si esto fuera poco el sistema, basa el sector financiero en una especulación pura y dura, como es la bolsa, sobrevalorando empresas y montando como una especie de casino, donde se implica a los ahorros de casi todo el mundo, a través de los fondos de pensiones y otros productos que la banca se ha cuidado muy bien de distribuir.
En estos días leemos en las páginas de los periódicos, que la llamada locomotora Europea está experimentado unos altos crecimientos en su economía, el 2,2%, superiores incluso a los que tenia antes del estallido de la crisis; no es casualidad que esto suceda en Alemania, un país que desde el final de la guerra mundial ha basado su economía en el sector productivo industrial, por encima de cualquier otro.
Recuerdo muy bien de hace unos años, cuando la base industrial de nuestro país, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, era aún potente, que unos amigos empresarios, me comentaban que obtenían más beneficios, cerrando las fabricas, vendiendo o permutando los terrenos, para la construcción de viviendas que no siguiendo la actividad. Otros cobrando importantes sumas, traspasando sus negocios a empresas extranjeras, sumas que inmediatamente invertían en el sector de la especulación inmobiliaria.
Todo ello me hace pensar que la única forma real de salir del marasmo, es volver las cosas a la normalidad, o sea que la parte fuerte del pastel sea para el que lo genera, y los financieros con la parte más pequeña. Imaginen Vds. si no saltaría de alegría, un campesino español, si percibiera el 90% del valor que cada uno de nosotros pagamos en los mercados por los productos que el ha cosechado.
Creo muy acertada tu reflexión amigo Cosme y además la comparto.
ResponderEliminarUn abrazo,
Miguel Aguado