lunes, 12 de octubre de 2009


Esta pasada semana, el periódico La Vanguardia y algún que otro, han publicado los resultados de una encuesta donde se indica que en caso de celebrarse hoy las elecciones el PP avanzaría en cuatro puntos al PSOE, quedando en situación de gobernar a falta tan solo un pacto con una casi podríamos decir entregada Convergencia i Unió, que a cambio de ser sostenida en Cataluña si las circunstancias se dieran, no dudaría en entregarse en cuerpo y alma a las huestes de Rajoy, olvidando por completo, el recurso, de inconstitucionalidad del Estatut, de la derecha cavernícola española y las graves ofensas al pueblo de Cataluña emitidas durante el proceso estatutario.

Salvando todas las distancias que una prudencia política aconseja, y dando el justo valor, cuando aún faltan dos años para la celebración de elecciones y que en este tiempo se pueda dar un vuelco total a la situación, si que los dirigentes y militantes socialistas, deberían empezar una cierta reflexión de porqué una buena parte del pueblo español, sigue otorgando la confianza en un Partido inmerso en graves casos de corrupción, y no reconoce el esfuerzo que realiza el actual gobierno Zapatero, en pro de capear una crisis con el mínimo coste social posible, sin reducir un solo ápice ninguna de las medidas de carácter social.

Para empezar, hay que reconocer que el gobierno no ha dado hasta ahora la sensación de actuar con seguridad al hablar de sus medidas contra la crisis económica; la imagen de una continua improvisación e inseguridad, por no seguir un plan previamente meditado y trazado, ha sido la principal responsable de las dudas que se plantean los españoles sobre la capacidad de su gobierno.

También hay que añadir y sin que sirva de justificante, la particular situación de debilidad parlamentaria, y el nulo sentido de estado del principal partido de la oposición, al que solo parece interesar la caída del gobierno, incluso por encima de los intereses nacionales. Esto obliga a intentar sacar adelante los presupuestos del próximo año 2010, pactando con unos pequeños partidos, cuyo único triunfo delante de su electorado, consiste en presumir de haber logrado la claudicación del gobierno a su chantaje.

Particularmente tengo la sensación, que si bien por un lado el gobierno teóricamente está convencido que solo desde medidas de izquierdas podremos salir de la crisis, como lo demuestra el hecho de su intransigencia en reducir el gasto social, desoyendo el clamor de la derecha y del propio Banco de España, por otro no acaba de creérselo y sigue pensando en la recuperación del sector del ladrillo, como motor de la economía nacional. Si no es así, ¿Por qué no habla claro y nos dice con todo lujo de detalles, que medidas se aplican para cambiar el modelo productivo? ¿Por qué, sigue confiando en una clase empresarial que se demostrado del todo incompetente? y finalmente ¿Por qué no empieza a rehacer un sector público potente, en particular en la rama financiera capaz de competir en todos los ámbitos con el sector privado y que garantice el control del mismo?

Estoy convencido que si Zapatero, hablara con claridad a los españoles de una autentico programa de izquierdas y les solicitara los esfuerzos que precisara su puesta en marcha, no dudo ni por un momento que la gran mayoría se pondría de su lado, obligando además a todos los partidos políticos, con la única excepción de las minorías radicales de uno y otro extremo a secundar la idea.

¿No les parece amigos?

1 comentario:

  1. Buenas tardes:

    Creo que queda resumido TODO en el último párrafo d etu interesante escrito. La cuestión es porqué el Partido no regresa a la senda de izquierdas y se empeña en seguir por los derroteros d ela Tercera Vía en pa práctica aunque en el mensaje nos da una de cal y otra de arena.

    Si a la militancia se le preguntara, otro gallo cantaría.

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