Me he quedado pasmado cuando he visto con mis propios ojos, que en la
democracia más veterana del mundo, la del Reino Unido, (obviando la opinión del
ilustre profesor de fake-historia Sr. Jordi Bilbeny, afirmando que democracia
más antigua del mundo es la Catalana). Le permite suspender la democracia a
voluntad del primer ministro o directamente de la corona, cuando no les
interesa que el Parlamento debata asuntos de alto interés para la nación, como
puede ser la salida de la UE, dando un portazo.
El actual primer ministro en el Reino Unido de la Gran Bretaña, el inefable
Boris Johnson, este señor con pinta de perturbado, que hoy dirige los destinos
del país, después que el Parlamento hiciera saltar a la anterior primera
Ministra Theresa May, al no conseguir que el Parlamento le aprobara sus pactos
con la UE, para una salida digna de la UE, que paliara en lo posibles las
graves consecuencias de un trauma como es el Bréxit, del que muchos de los que
votaron a favor en el famoso referéndum convocado por David Cameron, otro al
que también este tema le costó su carrera política, hoy se arrepienten y piden
les dejen dar de nuevo su opinión; seguramente y en previsión que Labour Party,
cuyo líder Jeremy Corbyn después de unos meses de indefinición ha optado por
convocar un nuevo referéndum y hacer campaña a favor de la permanencia en la
UE, acabe imponiendo sus tesis en el Parlamento, y no se materialice la salida
el próximo 31 de octubre; ha rebuscado entre las tradiciones, que no constitución,
por las que se rige este país y ha encontrado que la reina tiene la facultad de
suspender el Parlamento, o sea suspender la democracia cada vez que le convenga
y por el período que le vaya bien a sus intereses y así lo ha hecho ni corto ni
perezoso.
Los que de Vds. hayan visto la serie “Crown” actualmente en la cadena Neflix,
sobre el reinado de Isabel II, convendrá conmigo que siempre y en todas las
ocasiones esta señora ha apoyado las
propuestas de sus primeros ministros, quizás por aquello de la lealtad
institucional, entre gobierno y la corona; por lo que no nos debe extrañar
entonces que la reina a las pocas horas diera su conformidad a la medida. Inmediatamente
el pueblo británico y la oposición Laborista han reaccionado protestando y
emprendiendo acciones para intentar detener su aplicación; manifestaciones
multitudinarias el sábado 31 de agosto, por la suspensión temporal de la
democracia en UK, demandas judiciales por parte de partidos de la oposición
contra esta medida, e intentos de buscar subterfugios parlamentarios que
neutralicen los efectos de la suspensión, incluida la posibilidad de una moción
de censura de los laboristas, que en caso de triunfar permitiera un
aplazamiento de la fecha 31 de octubre y la convocatoria de nuevas elecciones, en
caso de victoria laborista podrían abocar a un nuevo referéndum y la suspensión
definitiva del Bréxit.
Lo primero que se me ha venido a la cabeza al contemplar este desaguisado
en Gran Bretaña, ha sido reafirmarme en la convicción que el nacionalismo, en
todas sus facetas, siempre acaba con la democracia, lo hizo en Alemania en
1932, con la victoria del partido Nazi. Y ahora en UK. Suspendiendo de momento
temporalmente la máxima institución de la democracia, como es el Parlamento, en
la hora de tomar una decisión importante para el futuro del país, y si
analizamos un poco, pasó en Cataluña en 2017, cuando se aprobaron en el
Parlamento Autonómico, leyes de desconexión con el Estado Español, si respetar
los derechos de la oposición y que condujeron a una falsa declaración de
independencia, con una traumática división de la sociedad catalana, que aún hoy
perdura.
La división social que una medida democrática por excelencia como es un
referéndum, puede ocasionar en una sociedad, cuando no se aplica correctamente,
se ha puesto claramente de manifiesto en este caso y los Bréxit y anti Bréxit
andan a la greña con el peligro cierto de acabar en violencia en las calles de
ciudades y pueblos ingleses. Desde el socialismo español, se ha venido
diciendo, para el caso de Cataluña, que un referéndum, para que sea
auténticamente democrático y no provoque división social alguna, debe ser
siempre para refrendar un acuerdo previo entre las fuerzas políticas,
representantes de la mayoría de los electores y no platear una opción sobre la
que las fuerzas del espectro político divergen, pues entonces lo que se hace es
trasladar esta división a la sociedad.
En Cataluña donde el independentismo, sigue en sus trece de buscar la
confrontación en lugar del acuerdo y un Presidente de la Generalitat, como Quim
Torra que ya ha perdido todos los papeles habidos y por haber y que en su calenturienta
imaginación pretendia el 11 de septiembre investir a Puigdemont de nuevo como
presidente de la Generalitat, sigue apostando por la vía unilateral y
enfrentamiento directo con el Estado. No quieren atender a razones ni ver en el
ejemplo británico, hasta donde les puede llevar el camino que ellos han
emprendido, parece que la democracia les molesta y siguen buscando todos los
subterfugios para acabar con ella, al menos en todo aquello que les es
imposible de controlar.
Espero que el pueblo británico, nos acabe dando un ejemplo de profunda
convicción democrática y sepa sacudirse de encima estos políticos belicosos que
solo buscan su desgracia, y nos den a los demás, sobre todo a los catalanes, un
ejemplo de buen hacer y de preservar el bien más preciado que en estos momentos
tenemos como es la democracia en un estado derecho ejemplar.
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