A medida que avanzamos por la procelosa senda de la crisis económica y cuando nuestros gobernantes parecen cada vez más desorientados, y en lugar de encontrar el camino de salida, se empeñan en adentrarnos mas y mas en la espesura, sin que les importe lo más mínimo si muchos se quedan en el camino; ¿o no es precisamente esto lo que nos proponen los flamantes nuevos gobernantes españoles, con su política de recortes a la protección social, la privatización de los servicios públicos y el dejado para más adelante la creación de empleo?; se me antoja mucho más clara la idea, que tan solo de nosotros, los ciudadanos, y de nuestra capacidad para organizarnos depende, que podamos superar este negro período con la vista puesta en una situación de progreso.
De entrada, y analizando la situación actual, deberíamos convenir que en España, el modelo tradicional capitalista de las empresas, me refiero a aquellas cuya propiedad y dirección está en una o varias manos interesadas tan solo en la obtención del beneficio económico, como generadoras de riqueza y empleo, han devenido un estrepitoso fracaso, a partir del momento en que la llamada clase empresarial española, consideró mucho más fácil y rápida la obtención de beneficios, dedicándose a la especulación pura y dura que no con las inversiones a largo plazo que la obtención de una materia prima, o su transformación procuraba.
En muchísimas ocasiones y quizás gracias en parte a la visión de alcaldes y otros jerarcas, resultaba tentador para un empresario cerrar la fábrica, despedir a los trabajadores vender los terrenos al sector inmobiliario, consiguiendo unas ganancias equivalentes a 15 años de beneficios de seguir en la brecha empresarial, o bien vender la compañía a un competidor extranjero, que en cuanto el nivel de vida del trabajador español se equipara al de los países avanzados de Europa, no duda ni un segundo en deslocalizar a la busca de salarios y condiciones sociales más próximas a la miseria.
Ante todo este panorama, de una clase empresarial que no merece tal nombre, los expertos andan diciendo ya desde que comenzó la crisis, que hay que buscar unas nuevos sectores donde basar la economía, fuera de estos puramente especulativos como el inmobiliario. Pero ¿creen vds. posible que los empresarios españoles, acostumbrados a meter un duro hoy para sacar 200 pasado-mañana, pueden cambiar tan de repente como para ponerse a esperar unos años de duro trabajo, a fin de conseguir las primeras ganancias? Cada vez estoy más y más convencido que la solución para emprender de nuevo la senda del progreso, el único camino pasa indefectiblemente por dar la vuelta a esta situación, rompiendo el binomio emprendedor propietario, para pasar a un concepto de propiedad colectiva de todos aquellos que intervienen en el proceso productivo; de modo que el principal objetivo de la función empresa deja de ser la obtención de beneficios económicos, substituyéndolos por otros de carácter social como son el mantenimiento de puestos de trabajo, la mejora de calidad de vida y el progreso cultural / social de los empleados.
Lo que estoy diciendo, no es ningún invento, pues desde el siglo XIX el movimiento cooperativo, es una realidad que funciona con éxito, en muchos puntos de España y particularmente en el País Vasco. Otra formula mucho más moderna ha sido las Sociedades Laborales, Anónimas o Limitadas, que a pesar de ser denostadas y minimizadas por parte de las organizaciones patronales clásicas, han conseguido hacerse un sitio que empieza a ser importante en el panorama económico español.
En un próximo articulo, relataré experiencias concretas, que he vivido directamente sobre la economía social que al fin y al cabo es de lo que estamos hablando, experiencias que en los años 80 del pasado siglo XX, ayudaron muy mucho a superar la crisis de conversión de la obsoleta industria española que por aquel tiempo se vivía.
De entrada, y analizando la situación actual, deberíamos convenir que en España, el modelo tradicional capitalista de las empresas, me refiero a aquellas cuya propiedad y dirección está en una o varias manos interesadas tan solo en la obtención del beneficio económico, como generadoras de riqueza y empleo, han devenido un estrepitoso fracaso, a partir del momento en que la llamada clase empresarial española, consideró mucho más fácil y rápida la obtención de beneficios, dedicándose a la especulación pura y dura que no con las inversiones a largo plazo que la obtención de una materia prima, o su transformación procuraba.
En muchísimas ocasiones y quizás gracias en parte a la visión de alcaldes y otros jerarcas, resultaba tentador para un empresario cerrar la fábrica, despedir a los trabajadores vender los terrenos al sector inmobiliario, consiguiendo unas ganancias equivalentes a 15 años de beneficios de seguir en la brecha empresarial, o bien vender la compañía a un competidor extranjero, que en cuanto el nivel de vida del trabajador español se equipara al de los países avanzados de Europa, no duda ni un segundo en deslocalizar a la busca de salarios y condiciones sociales más próximas a la miseria.
Ante todo este panorama, de una clase empresarial que no merece tal nombre, los expertos andan diciendo ya desde que comenzó la crisis, que hay que buscar unas nuevos sectores donde basar la economía, fuera de estos puramente especulativos como el inmobiliario. Pero ¿creen vds. posible que los empresarios españoles, acostumbrados a meter un duro hoy para sacar 200 pasado-mañana, pueden cambiar tan de repente como para ponerse a esperar unos años de duro trabajo, a fin de conseguir las primeras ganancias? Cada vez estoy más y más convencido que la solución para emprender de nuevo la senda del progreso, el único camino pasa indefectiblemente por dar la vuelta a esta situación, rompiendo el binomio emprendedor propietario, para pasar a un concepto de propiedad colectiva de todos aquellos que intervienen en el proceso productivo; de modo que el principal objetivo de la función empresa deja de ser la obtención de beneficios económicos, substituyéndolos por otros de carácter social como son el mantenimiento de puestos de trabajo, la mejora de calidad de vida y el progreso cultural / social de los empleados.
Lo que estoy diciendo, no es ningún invento, pues desde el siglo XIX el movimiento cooperativo, es una realidad que funciona con éxito, en muchos puntos de España y particularmente en el País Vasco. Otra formula mucho más moderna ha sido las Sociedades Laborales, Anónimas o Limitadas, que a pesar de ser denostadas y minimizadas por parte de las organizaciones patronales clásicas, han conseguido hacerse un sitio que empieza a ser importante en el panorama económico español.
En un próximo articulo, relataré experiencias concretas, que he vivido directamente sobre la economía social que al fin y al cabo es de lo que estamos hablando, experiencias que en los años 80 del pasado siglo XX, ayudaron muy mucho a superar la crisis de conversión de la obsoleta industria española que por aquel tiempo se vivía.
Muy interesante lo que aportas Cosme, creo que eso pensamos la mayoría de los españoles pero ¿a que esperamos para dar el paso?. Te invito tambien a seguir mi blog "El blog de Jose Antonio Garcia"
ResponderEliminarLa idea es muy buena, pero eso no esta dentro del tejido de lo trabajadores. En el mundo de los trabajadores hay mucho absentismo laboral por cualquier cosa. Por lo dice las estadísticas que trabajamos muchas horas pero poco productivas, somos los que cojemos más la baja laboral y con esas perspectivas, quien se asocia? Lo he vivido. pero eso sería un buen camino desde luego.
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