Con el afán de meter baza en la polémica desatada en nuestro país entre laicismo, religión y libertad de cultos y con el fin de aclarar ideas, o quizás de confundirlas más, me propongo discernir sobre los conceptos de cultura y religión que se me antoja, alguien, sobretodo creyentes, no sé si con demasiada buena idea, intenta presentar entremezclados vendiéndolos como una sola cosa.
Para el concepto cultura, el diccionario de la Real Academia Española, acepta tres postulados: Primero “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Segundo:“Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc” y Tercero, aunque con la advertencia que se trata de una acepción hoy en desuso: “Culto religioso”
Sobre el concepto Religión, el mismo diccionario nos presenta cuatro acepciones; Primera: “Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”; Segunda: “Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido”; Tercera: Profesión y observancia de la doctrina religiosa; y Cuarta: “Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber”
De entrada pues y conceptualmente en la actualidad, nada tienen en común Cultura y Religión.
La cultura además, en sus diversas manifestaciones, partiendo de un principio local acaba por vocación adquiriendo una dimensión universal, gracias fundamentalmente a su permeabilidad que le permite evolucionar y transformar-se como un elemento dinámico que es, a partir de la interacción con otros elementos locales distintos. Gracias a esta capacidad de admitir influencias la cultura, no deviene un elemento de confrontación entre pueblos, si no un elemento de unión y convivencia de los mismos, en particular en unos momentos como los actuales, donde las comunicaciones han aumentado considerablemente la capacidad de interrelación entre todos los ciudadanos del mundo.
Por el contario la religión, fiel a unos dogmas y unos principios considerados inmutables, se encierra en si misma, y se blinda a la capacidad de influencias, llegando a extremos casi inimaginables de negar proposiciones científicas, como la iglesia católica en el renacimiento con las teorías de Galileo, y hoy prohibiendo la investigación con células madre e incluso negando la efectividad de los profilácticos en la lucha contra el Sida; o el integrismo musulmán, negándose a admitir la evolución social y pretendiendo regresar al medioevo; o el hinduismo y el budismo, que bajo una capa de espiritualidad profunda, mantienen unas sociedades en profunda división de clases sociales, donde la explotación del hombre por el hombre, incluso la infantil, parece bendecida por las autoridades religiosas
Sentadas estas premisas y atendiendo a las dificultades de convivencia que se presentan en algunos de nuestro barrios en la España actual y que alguna corriente ideológica, pretende presentar como inevitable consecuencia del choque entre culturas; deberíamos considerar si la dificultad de entendimiento proviene de la Santa Intransigencia que el fundador del Opus Dei, predicaba en su obra Camino, o de los otros conceptos con el mismo sentido, que se encuentran presentes en cada una de las religiones que hoy conviven en España.
Estoy absolutamente convencido que las religiones, sin excepción ninguna, deberían situarse en el terreno de lo personal, y ser apartadas del debate público, que con una mentalidad abierta y sin condicionantes de ningún tipo debería abordar y analizar la evolución cultural de nuestro país a partir de las influencias beneficiosas de una riquísima interculturalidad que tenemos la fortuna de vivir hoy en día.
Para el concepto cultura, el diccionario de la Real Academia Española, acepta tres postulados: Primero “Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”. Segundo:“Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc” y Tercero, aunque con la advertencia que se trata de una acepción hoy en desuso: “Culto religioso”
Sobre el concepto Religión, el mismo diccionario nos presenta cuatro acepciones; Primera: “Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”; Segunda: “Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido”; Tercera: Profesión y observancia de la doctrina religiosa; y Cuarta: “Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber”
De entrada pues y conceptualmente en la actualidad, nada tienen en común Cultura y Religión.
La cultura además, en sus diversas manifestaciones, partiendo de un principio local acaba por vocación adquiriendo una dimensión universal, gracias fundamentalmente a su permeabilidad que le permite evolucionar y transformar-se como un elemento dinámico que es, a partir de la interacción con otros elementos locales distintos. Gracias a esta capacidad de admitir influencias la cultura, no deviene un elemento de confrontación entre pueblos, si no un elemento de unión y convivencia de los mismos, en particular en unos momentos como los actuales, donde las comunicaciones han aumentado considerablemente la capacidad de interrelación entre todos los ciudadanos del mundo.
Por el contario la religión, fiel a unos dogmas y unos principios considerados inmutables, se encierra en si misma, y se blinda a la capacidad de influencias, llegando a extremos casi inimaginables de negar proposiciones científicas, como la iglesia católica en el renacimiento con las teorías de Galileo, y hoy prohibiendo la investigación con células madre e incluso negando la efectividad de los profilácticos en la lucha contra el Sida; o el integrismo musulmán, negándose a admitir la evolución social y pretendiendo regresar al medioevo; o el hinduismo y el budismo, que bajo una capa de espiritualidad profunda, mantienen unas sociedades en profunda división de clases sociales, donde la explotación del hombre por el hombre, incluso la infantil, parece bendecida por las autoridades religiosas
Sentadas estas premisas y atendiendo a las dificultades de convivencia que se presentan en algunos de nuestro barrios en la España actual y que alguna corriente ideológica, pretende presentar como inevitable consecuencia del choque entre culturas; deberíamos considerar si la dificultad de entendimiento proviene de la Santa Intransigencia que el fundador del Opus Dei, predicaba en su obra Camino, o de los otros conceptos con el mismo sentido, que se encuentran presentes en cada una de las religiones que hoy conviven en España.
Estoy absolutamente convencido que las religiones, sin excepción ninguna, deberían situarse en el terreno de lo personal, y ser apartadas del debate público, que con una mentalidad abierta y sin condicionantes de ningún tipo debería abordar y analizar la evolución cultural de nuestro país a partir de las influencias beneficiosas de una riquísima interculturalidad que tenemos la fortuna de vivir hoy en día.
Es prácticamente imposible disociar ambas cosas: Cultura y Religión.
ResponderEliminarNo es fácil delimitar el punto de partida, de suerte que todas las (así llamamos) Culturas se han tejido a base de conceptos religiosos, sean cuales sean. No menos cierto es que todas las religiones (unas más que otras) han usurpado el poso cultural de los pueblos en que se han acomodado.
Véase el caso de la variante católica, más que cristiana, que ha conseguido ser la abanderada de todo tipo de poder, sometimiento, abuso, dominio absoluto sobre todo el orbe, y más y más.
¿Se puede hablar de cultura cristiana-católica por ello? Me niego a admitirtal.
Sencillamente el catolicismo ha hecho suyas todas las trazas culturales anteriores y posteriores a su implantación, hace un par de milenios...
Solo será posible un laicismo respetuoso y total cuando las iglesias, sobre todo la jerarquizada católica, deje de ejercer y ostentar poderes terrenales. Y eso, sinceramente, es extremadamente difícil que suceda.
Mª Pilar Blanco Unzué
Desde mi punto de vista muchos eventos históricos nos dejan entrever que la iglesia a lo largo del tiempo ha tergiversado el significado espiritual, y el bien común no siempre es nítido y claro, confundiéndose los intereses particulares de la cúpula de ese colectivo o institución. Pienso que toda persona tiene la necesidad de creer en algo, de tener fe, es por ello que considero muy válido que la iglesia tenga poder, sin embargo ese poder sólo debería ser espiritual ya que de otro modo perdería su significado real.
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