martes, 8 de diciembre de 2009

LA POLITICA, EL PODER DE LOS NO PODEROSOS




En estos tiempos que corren, en la piel de toro y algunos otros lares allende del charco, parece estar de moda denostar el concepto política, como si fuera sinónimo de corrupción y de latrocinio, cuando en verdad y en un estado de derecho, es haciendo política como únicamente los menos favorecidos de la escala social tienen la posibilidad de acceder a los puestos de decisión, para determinar el destino colectivo de acuerdo con sus intereses, así como defenderse de las agresiones que desde los poderes fácticos históricamente se les ha procurado.

Los partidos políticos, hoy puestos en la picota como causantes de todos los males al sistema de libertades, son y han sido al fin y al cabo, los aglutinantes de los esfuerzos conjuntos de muchas personas que de manera individual no hubieran tenido ni la más mínima posibilidad de poner en cintura, sin violencia, al poder económico que como se ha venido demostrando a lo largo de toda la historia, no es muy amante de compartir. Son de hecho la base fundamental de la democràcia, sin ellos el sistema de libertades pierde todo sentido, la autarquía y el dominio de una minoría sobre la mayoría se acabaria imponiendo, con todo la carga añadida de explotación del hombre por el hombre. Recuerden Vds. los 40 años de franquismo en España, las dictaduras en Latinoamérica, y si me apuran el sistema de partido único en la URSS, en el pasado siglo XX.

Como decía, hoy en España se nos pretende convencer, por parte de la derecha más reaccionaria, que el sistema de partidos es injusto, que las ejecutivas de los mismos se han convertido en unas élites que ejercen un dominio despótico sobre los militantes y demás ciudadanos, a través de unas elecciones con listas electorales cerradas, que a su entender coartan la libertad individual, tanto de los candidatos como de los electores. Lo que no nos dicen, aunque por poco que pensemos lo intuiremos enseguida, es que debilitando a los partidos, en su capacidad de gestionar las listas electorales, se abre el paso al dominio del terreno político de las grandes corporaciones económicas, sin ideología ninguna.

De hecho, es el sistema que se practica ya desde hace años en Estados Unidos, donde el individualismo, ha conseguido neutralizar totalmente los idearios, y donde la alternancia en el poder entre los dos partidos principales, no tienen ninguna significación ideológica, acabando por practicar la misma política, aunque con pequeñas diferencias de matiz.

¿Quien le marca la política a seguir al actual presidente Obama? ¿El partido demócrata por el que se presentó, o unos determinados lobbys, que han visto la necesidad de cambiar las políticas neoconservadoras de George W Bush, después que les han conducido al desastre?

En España, la democracia es demasiado joven, y aunque podamos presumir del período más largo en el tiempo, de estado de derecho, de toda nuestra historia; el sistema de partidos políticos por mucho que se empeñen algunos de nuestros ideólogos más puristas, no está ni mucho menos plenamente consolidado y adolece aún de muchas vulnerabilidades. Aunque si hay que decirlo, son plenamente representativos de un amplio abanico de credos que finalmente se traduce, en políticas claramente diferenciadas, gobierne uno u otro o en coalición.

El capitalismo mundial ha avanzado enormemente hacia su fase imperialista, a partir de la globalización económica, la supresión de fronteras para todo lo que se refiere a movimiento de capitales y mercancías, ha procurado por la fusión de unas ya de por si grandes compañías, creando unas corporaciones cuya capacidad de poder se ha visto multiplicada, a la vez que la cantidad de capital acumulado crecía hasta cifras exorbitantes, que superan en mucho la capacidad financiera de los estados, que al quedar en inferioridad de condiciones, se han visto superados en el intento de establecer reglas susceptibles de controlar unos mercados y ajustarlos no solo a la obtención de beneficios, si no al bien común de toda la sociedad.

Un ejemplo muy claro de lo dicho, lo tenemos estos días en España y particularmente en Cataluña, donde los gobiernos tanto central como autonómico, se desviven en pactos con las grandes compañías del sector del automóvil, Nissan, Wolkswaguen, Opel, etc. o de su industria auxiliar, para evitar que las des-localizaciones, acaben situando las cifras de paro en niveles del todo inasumibles.

Los resultados de unos mercados absolutamente liberalizados y fuera de todo control democrático no han podido ser más catastróficos, en esto estamos todos de acuerdo, pero, ¿qué medidas hay que adoptar, para que no se repita esta situación? Según los ultraliberales y neoconservadores, hay que insistir en la liberalización de los mercados y deben ser los poderes económicos, a partir de la experiencia acumulada, los que establezcan unas propias normas de autocontrol. A mi modo de ver esto nos conduce directamente a una autarquía, no encarnada en la figura de un dictador, como sucedió en el siglo XX, si no en una entelequia que venimos en llamar mercado, cuyas reglas de funcionamiento las establecen una élites a las que la mayoría de ciudadanos no tenemos ningún acceso, ni tan solo conocemos sus nombres.

Por el contrario desde la izquierda, se sigue creyendo en el principio fundamental de la democracia, que el poder no solo debe residir en el conjunto de toda la sociedad, sin excepciones, si no que debe ser administrado y ejercido por la propia sociedad, también sin excepcionalidad ninguna. Para ello se hace absolutamente imprescindible y necesario devolverle la supremacía al estamento político y que este esté en condiciones de dominar, controlar y administrar el poder económico, en beneficio de toda la sociedad. ¿Cómo conseguirlo? A mi entender un solo camino es posible, y no es otro que la formación de grandes estamentos políticos supranacionales, de clara ideología, elegibles por sufragio universal y que estén en condiciones de someter y regular a las grandes corporaciones económicas, obligándolas a compartir parte de sus beneficios, con toda la sociedad.

¿No creen Vds. que seria muy distinto, que a los despachos de Nissan, Wolkswaguen, o Opel, en lugar de Jose Luis Rodriguez Zapatero o José Montilla, representando a un máximo de 40 millones de persones, acudiera un representante electo de Europa con el respaldo de 400 o 500 millones de almas?

1 comentario:

  1. La denostacion de la politica es el viejo truco de los de siempre Haga como yo,no se meta vs en politica Franco dixit

    ResponderEliminar