Cuando el gobierno Zapatero plantea la necesidad de aumentar los ingresos del estado, para afrontar un gasto público mucho más elevado de lo que seria normal, por la fatal circunstancia de la crisis económica, salta la derecha parlamentaria, PP i CiU, con toda su artillería, proponiendo una drástica reducción del gasto público para cuadrar las cuentas estatales.
Es bien sabido y esto vale para una familia, para una entidad o para el propio estado, que cuando el presupuesto se desnivela, por la disminución de ingresos y el aumento de los gastos, solo quedan tres soluciones: endeudarse, aumentar las aportaciones o reducir las salidas de liquido; o bien una combinación de las tres.
En los ocho años neoliberales de nuestro país, bajo la dirección del héroe de Perejil, periodo que se conoce también como el “aznarato”; las cuentas del estado se cuadraron bajando los ingresos por un lado y el gasto público por otro para conseguir el déficit cero. Fueron los tiempos en que se recortaron presupuestos en Renfe, en los Ayuntamientos y en las grandes inversiones estatales entre otros. Del recorte en el mantenimiento de las líneas ferroviarias de Renfe, los catalanes, tenemos una buena muestra con las continuas averías en los años 2007 y 2008 producidas por la no renovación ni mantenimiento adecuado, durante ocho años, de unas infraestructuras devenidas obsoletas.
La gran obra estrella, en lo que se refiere a grandes inversiones estatales, del período, el tren AVE Madrid Barcelona, tuvo también sus problemas, por haber intentado bajar los presupuestos, en base al recorte de los estudios geológicos previos y en el sistema de señalización, con el resultado final de habilitar nuevas grandes partidas para reforzar la infraestructura por el problema de la dolinas en la provincia de Zaragoza, y socavones en la entrada a Barcelona y dejar la velocidad máxima en 300 Km./h cuando debía haber sido de 350. La práctica totalidad de los ayuntamientos españoles, vieron drásticamente recortados sus ingresos por la supresión del IAE, obligándolos a buscar nuevas fuentes en el mercado inmobiliario, lo que se tradujo en un mayor hinchamiento de la burbuja. Como contrapartida, mi amigo Enrique, jubilado ya en aquellos tiempos, con una pensión media baja, al llegar del mes de junio, veía con gran preocupación como a pesar de los grandes anuncios gubernamentales de las bajadas de impuestos, a él le tocaba pagar más que el año pasado. Por el contrario mi amigo Francisco, un gran empresario floreciente en aquellos tiempos, celebraba con un gran viaje, el ahorro que le representaba no pagar el IAE y que por primera vez en toda su vida, hacienda le devolvía dinero en su declaración de IRPF.
Son estos señores, que hincharon la burbuja hasta reventar, que en épocas de prosperidad, bajaron los impuestos a quien más ganaba y los aumentaron a los que menos, los que rebajaron el gasto público dejando obsoleta una red ferroviaria, o arruinando a los ayuntamientos, ¿los que nos sacaran de la crisis?
Observen amigos, que Rajoy y Duran i Lleida, solo generalizan a la hora de hablar del recorte del gasto público y nunca dicen que servicios e inversiones van a recortar, seguramente y tal como hicieron durante el “aznarato”, el recorte seria en partidas de mantenimiento y en los presupuestos de las grandes infraestructuras estatales, que es donde menos se nota, al menos de manera inmediata por parte del gran público, aunque al cabo de un tiempo, esto represente unas graves consecuencias para una mayoría de ciudadanos. No nos dejemos engañar.
Espero y deseo que el gobierno socialista, termine de una vez de concretar, las medidas económicas y la nueva ley de la economía sostenible y que lo haga con el soporte de las fuerzas de izquierda y los sindicatos, que en estas medidas se prevea no solo el control del sistema financiero por parte del estado si no además la creación de un sector público potente, un sector público, que debe englobar no tan solo los servicios esenciales, si no empresas de las nueva tecnologías, un sector público que venga a suplir las deficiencias de un sector privado que no ha sabido adaptarse a los tiempos actuales y sigue anclado en el siglo XIX, añorando los tiempos de la especulación desbordada, que les ha proporcionado pingues beneficios, empobreciendo a las clases media y baja de nuestra sociedad.
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