Dos
condiciones resultaban imprescindibles para dar credibilidad a la transición
democrática de España en 1976; La primera la legalización del Partido Comunista
de España y la segunda el reconocimiento en la constitución de los hechos
diferenciales del Pais Vasco Cataluña y Galicia. Para la primera condición solo
hizo falta un decreto del gobierno que por entonces presidía Adolfo Suárez el 9
de abril de 1977 en plena Semana Santa que pilló a toda la derechona más rancia
con el pie cambiado entre procesión y procesión, por lo que el tema se solventó
con inusitada rapidez, aunque eso sí, en cuanto acabó la penitencial semana,
las acusaciones de traición a Adolfo Suárez retronaron por toda la piel de
toro.
La
segunda condición requirió de más esfuerzo e imaginación en una sociedad donde
la extrema derecha heredera del franquismo aún disponía de mucha influencia en
los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, Recordemos que en aquel mismo año
1977, en concreto el 24 de Enero, un comando ultra penetró en la sede de
abogados laboralistas de Atocha y provocó una matanza, piensen también que el célebre
policía y torturador apodado Billy el Niño, fallecido recientemente, en
aquellos días seguía en activo en las dependencias de la dirección general de
seguridad, además que la Junta de jefes del estado mayor del ejército estaba
configurada por generales que habían participado en la guerra civil española y
se sentían vencedores de la misma y desde las páginas del diario el Alcázar
lanzaban veladas amenazas de golpes de Estado. Por otro lado, la derecha que
pocos años después acabaría desbancando a Suarez y se situaría como
representación genuina del liberalismo y el conservadurismo al más puro estilo
Canovista, Alianza Popular, antecedente de lo que hoy es el Partido Popular, se
negó a votar a favor del proyecto de constitución precisamente por su título
octavo que definía el estado autonómico y en la campaña del referéndum
consiguiente del 6 de diciembre de 1978 se alineo con los que pedían la
abstención.
Por
todo ello los redactores de la Constitución, no se atrevieron a proponer una
perfecta estructura federal de España, sino que debieron conformarse con llegar
a algo más de la mitad del camino con un estado autonómico, con la esperanza
que cuando las condiciones democráticas se normalizaran una reforma
constitucional acabara el trabajo.
Hoy
a punto de cumplirse 44 años de los hechos aquí relatados, por primera vez en
nuestra democracia un presidente, Pedro Sánchez, con una visión claramente
federalista de lo que debería ser el estado español, en unos momentos altamente
difíciles con una pandemia global que causa estragos en todo el planeta, ha
aprovechado la oportunidad para gestionar el tema aprovechando lo que dé
federal tiene el estado autonómico, sin quitar competencias a nadie y
fomentando el dialogo la negociación y el pacto mediante el Consejo
interterritorial de Sanidad y la Conferencia de Presidentes autonómicos que
nunca se había reunido tantas veces como estos últimos tiempos además de ser
extraordinariamente escrupuloso en mantener las competencias de las comunidades
autónomas facilitándoles con la proclamación del estado de alarma el amparo
jurídico necesario para que las puedan ejercer sin restricción alguna.
Con
todo hemos podido comprobar la mala fe y manifiesta deslealtad de algunos
gobiernos autonómicos en manos del Partido Popular, que parece intentan que
fracase este modelo de gestión y no dudan en actuar incluso en contra de los
verdaderos intereses ciudadanos; como es el caso de Madrid, donde en lugar de
facilitar ayudas económicas al sector de la hostelería el máximo afectado,
rebajan las restricciones, sanitarias como el toque de queda o los cierres
parciales de bares y restaurantes obteniendo como resultado, la más alta cifra
de contagios diarios, las UCI casi desbordadas y el número de fallecidos en
récord absoluto de todo el país, cifras que a través de ingeniosos sistemas
contables se intentan maquillar para que el público no se acabe percatando.
Pese
a todo, los españoles hemos podido comprobar, que el modelo federal, es el más
efectivo para gobernar un pueblo diverso como el nuestro y el que mejor
garantizará la democracia en el futuro, pues es el único sistema, que permite
el respeto de la diversidad sin diferencias de derechos. También nos hemos dado
cuenta, que las reformas a efectuar, para convertir España en un Estado Federal
aunque si son de calado, no son tantas, como para que representen una
dificultad insalvable, Tan solo una Reforma del actual Senado para convertirlo
en un cámara de representación territorial, capaz de albergar y coordinar,
institucionalmente hablando, a la Conferencia de Presidentes Autonómicos y el
Consejo Interterritorial, incluir en la Constitución un listado de las
regiones, naciones, provincias, estados,
o la denominación que se acuerde darles, de los componentes de la
federación española, junto con una definición clara de las competencias del
estado central y de las federaciones y la exigencia por encima de todo de la
lealtad federal de todos, con la penalización correspondiente a quien incumpla.
Fundamentalmente
se trataría de terminar con la ambigüedad del estado autonómico, que si bien de
él se puede sacar una lectura en el sentido federal, también se le puede dar
una lectura centralizadora, según la opinión de la ideología de quien gobierne;
se trataría de considerar que son las federaciones quienes ceden parte de su
soberanía al estado central y no que es este quien cede competencias a las federaciones
Lo malo amigos, es que la derecha
española no ha hecho aún su aggiornamento y sigue anclada en el nacionalismo
del siglo XIX y en la admiración del franquismo más acérrimo, cuestión que la
aleja totalmente de la derecha moderada europea, que entiende perfectamente que
los tiempos han cambiado y que hoy es necesario superar el concepto nación si
se quiere ser algo en la nueva sociedad que estamos gestando en este siglo XXI.
Pero esto es harina de otro costal, y les prometo que en un próximo articulo lo
trataremos.
Mi estimado Sr. D. Cosmé
ResponderEliminarNo comparto su opinión, el dejar al modelo federal la solución de nuestros problemas como si fuera una solución milagrosa me parece excesivo
El papel lo aguanta todo, si nos dotamos de una constitución federalista no será garantía, por si sola, de nada
Tenemos una constitución akvualmente de la que podemos decir cualquier cosa menos que se cumpla en su forma y en su fondo
No funciona adecuadamente la separación de poderes, la Justicia necesita una reforma urgente e importante, la justicia fiscal esta pendiente, la acción política honrada y eficaz es un camino por el que se ha transitado poco, sigo o lo dejo en un etcétera?
Que funcione bien la Constitución que tenemos y luego ya pensaremos en otras cosas
Un estado federal comporta doble perdida de soberanía , hacia arriba y hacia abajo
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