sábado, 4 de abril de 2020

ORIGEN, GLORIA Y DECADENCIA DE LA NACIÓN

Aunque los nacionalistas españoles por excelencia, nos digan que la nación española se remonta a la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y los más recalcitrantes se remonten al encuentro entre iberos y celtas, en la meseta central de la península ibérica; los expertos aseguran que no es hasta finales del siglo XVIII, y principios del XIX, cuando como consecuencia de la industrialización de la economía, se opta por una nueva estructura territorial en el mundo, basada en lo que venimos llamando el estado nación, que permitía regular mediante pactos entre las élites, el comercio y las relaciones entre ellos.
No es hasta la segunda mitad del siglo XIX que el concepto democracia, se generaliza en el mundo occidental y los derechos humanos empiezan a tener carta de naturaleza en la organización social.

Acabando la II Guerra Mundial y con los acuerdos Bretton Woods, en 1944 por los que se crea el Banco Mundial  y el Fondo Monetario Internacional, como mecanismos reguladores de las relaciones económicas internacionales y canalizadores de la solidaridad de los más fuertes hacia los más débiles evitando así las enormes desigualdades, que habían conducido a los desastres de 1914 a 1918 y de 1939 a 1945, se consigue ligar el estado nación con la democracia, hasta el punto que con el paso del tiempo no se ha considerado un estado nación con pleno reconocimiento internacional, si no contaba con un régimen democrático en su gobernanza.

En España todo este proceso nos llegó mucho más tarde y no es hasta 1978 en que se nos considera, a nivel internacional, plenamente un estado de derecho, aunque gracias al empuje y a la especial idiosincrasia de los españoles que se recupera el tiempo perdido en apenas 40 años. Porqué aunque las cortes en Cádiz, proclamasen la primera constitución liberal, en 1812 las veleidades absolutistas del monarca Fernando VII, y el conservadurismo de una influyente iglesia católica  no permitieron que la democracia se consolidara de forma estable. El desastroso reinado de Isabel II, donde la corrupción llegó a límites nunca vistos, y la inestabilidad después de su destronamiento, con el breve reinado de Amadeo de Saboya y de la efímera 1ª Republica Española, no consiguieron que la democracia se asentara y se ligara para siempre al concepto de nación española. En el período llamado de la restauración, tampoco la democracia en España fue ejemplar, pues, el caciquismo que comportó la alternancia en el poder de dos grandes partidos, el Liberal y el Conservador, con la corrupción que llevó asociada y la poca visión de los nuevos tiempos que se acercaban con la irrupción de nuevas fuerzas de carácter revolucionario, defendiendo los derechos de la nueva clase social, el proletariado, desembocó en la dictadura de Primo de Rivera, que a su vez llevó a la II de República, abortada por el golpe de estado de 1936 y la consecuente guerra civil que abrió paso a la dictadura de Franco.

Las nuevas tecnologías, y el avance de la sociedad en general en todo el mundo civilizado, trae consigo la introducción de un nuevo elemento llamado globalización, que viene a desbaratar por completo el orden hasta ahora establecido con los antes mencionados acuerdos de Bretton Woods  Pues ya no es posible afrontar desde un prisma de estado nación una serie de problemas planteados, como el cambio climático o la desigualdad creciente entre norte y sur, y muchos otros, pues hay que afrontarlos desde un punto de vista planetario si en verdad se pretende solventar. Porqué amigos es indudable que la globalización ha venido para quedarse.

Ello nos induce a plantear la necesidad de una nueva organización territorial que supera las limitaciones del viejo estado nación, con la creación de estructuras supranacionales, como debería ser la Unión Europea, en detrimento claro está del poder y soberanía del que hasta hoy han gozado los estados nación; con capacidad para competir o acordar directamente con las grandes estructuras como los USA, China, etc. y capaz de frenar las ambiciones desmedidas de las granses corporaciones; ello va a conllevar además un nuevo tipo de relaciones internacionales que superan con creces la capacidad de los acuerdo Bretton Woods y un sistema de gobierno capaz de gestionar una nueva realidad donde la diversidad, cultural, religiosa, e incluso de raza, etc. Si como sería lógico, queremos que estas nuevas estructuras, se rijan desde los principios de la democracia, solo existe un camino, el de la estructura federal, el único sistema que se demostrado capaz de gestionar con eficacia la diversidad dentro de la igualdad de derechos.

Todo lo que no sea este camino, nos va a conducir a un dominio de las grandes élites mundiales sobre la mayoría de ciudadanos, o sea y dicho con palabras bien claras a la dictadura de unos pocos sobre las grandes mayorías, esto que algunos expertos vienen a llamar la dictadura de los mercados.

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