Hace un año, que Puigdemont huyó a Bélgica, a mi entender en un acto de
cobardía sin parangón en la historia de nuestro país. Dijo en un principio que
lo hacía para internacionalizar el conflicto y así lo corroboró su incondicional,
ex socialista, hasta hoy de ERC y a partir de estos días el más incondicional
de la Crida Nacional per la República, Toni Comín.
Hoy cuando, la totalidad de los huidos y los que se quedaron aquí, empiezan
a reconocer que todo fue un engaño, y que la Declaración Unilateral de
Independencia, efectuada en el Parlament de Cataluña, el 27 de Octubre de 2017,
fue más un acto simbólico que otra cosa, Cuando Artur Mas, del PDECAT, Anna
Gabriel de la CUP, Gabriel Rufián de ERC, pretenden ahora quitarle hierro al
asunto de lo hecho hace un año; somos cada vez más los que no entendemos como
el independentismo puede seguir teniendo tantos adeptos en general y en
particular Puigdemont, cuando el triste balance que puede ofrecer de su
internacionalización del conflicto, es un tímido apoyo de la extrema derecha
flamenca y un rechazo generalizado de la ciudadanía belga, que en cuanto tiene
ocasión se lo dice a la cara, como el tertuliano en la TV belga que se hizo
viral hace pocos meses en todas las redes sociales, cuando le dijo a Puigdemont
que lo que debía hacer es volver a España para que lo detuvieran y se
solidarizara así con sus compañeros.
Algunos políticos belgas, muestran su hartazgo de tener a Puigdemont
acogido en su territorio; La mayoría de españoles catalanes incluidos, estamos
hasta la coronilla de este señor y sus manifestaciones totalmente
extemporáneas, que solo buscan el enfrentamiento entre nosotros.
Hoy a un año vista de unos partidos independentistas, que mostraban una
férrea unión, nos encontramos con un soberanismo totalmente fracturado, con una
CUP, que abandona el Parlamento, mientras no se hable de independencia, una
ERC, que ve la necesidad de seguir en el autonomismo, hasta ampliar la base
social independentista, bastante por encima del 50% que es lo único que le
puede dar la fuerza necesaria para plantarse ante el estado español y conseguir
un soporte internacional, y un PDECAT, totalmente desnortado y fracturado entre
los que abogan por abandonar el independentismo volviendo a su electorado
natural, la pequeña y mediana burguesía catalana, que no ha sido y sigue no
siendo, para nada independentista y los incondicionales de Puigdemont y Quim
Torrra que siguen obcecados en un imposible, sin darse cuenta del engaño que
les han procurado unos que solo buscaban tapar sus vergüenzas de corrupción.
He visto una encuesta publicada por el Periódico de Catalunya, donde se
pone en evidencia el cambio de tendencia de los catalanes en general sobre el
tema de la conveniencia de un Referéndum legal y acordado con el estado, para
resolver el tema y que se pueda recoser la sociedad; hace un año se decía que
el 80% del electorado catalán era partidario de esta solución, pero la encuesta
del Periódico que he mencionado antes indica que hoy tan solo un 42% es
partidario de esta salida al tema; pues según parece una buena parte de los
electores ya empiezan a darse cuenta que este tipo de soluciones, que dividen
más que unen, solo nos pueden acabar lanzándonos por el precipicio.
Convendrán Vds conmigo que para que un Referéndum, no sea causa de la
división social y el enfrentamiento entre los de un bando y los del otro, debe
ser consecuencia de un previo acuerdo entre los representantes políticos, los
partidos y por ello lo que se somete a consulta es la ratificación de este
acuerdo, que una vez efectuada es de aplicación inmediata, o el inicio de una
nueva negociación y acuerdo en el caso que sea rechazada. Es el caso de los
referéndum sobre los estatutos de autonomía, donde lo que se somete a
ratificación es un acuerdo pactado y que se expone al electorado en todos sus
detalles. Bueno esto era así hasta que el Partido Popular, en un alarde de
pirueta poco democrática, se le ocurrió, presentar recurso ante el TC, al que
se le alteraron las mayorías por obra y gracia de recusaciones más que dudosas,
sobre un Estatut de Catalunya fruto del acuerdo entre los parlamentos Español y
Catalán y que había sido refrendado por los ciudadanos de Cataluña.
Sin embargo el Referéndum que hasta hoy viene predicando el
independentismo, no es la ratificación de ningún acuerdo previo, si no que se
pretende, los ciudadanos le indiquen al gobierno que camino debe emprender y
luego este en función de lo que se decida actúe como mejor le parezca. Plantear
una pregunta tipo: “Quiere Vd. que Cataluña sea un Estado independiente en
Forma de República”, como se planteó el 1 de Octubre de 2017, no puede
conducirnos a otra cosa que a una división muy profunda de la sociedad, pues no
existe ningún proyecto concreto de cómo piensa llevarse a cabo, que permita por
lo menos deducir las consecuencias que se deberán soportar.
Ha pasado un año y hemos podido ver como más de 3.000 empresas han huido de
Cataluña, como el crecimiento ha menguado respecto del resto de España, como
familias de uno y otro bando han dejado de hablarse, como el clima político se
deteriora por momentos y los nacionalistas de uno bando y otro, amenazan con
choques en las calles, en fin que la sociedad catalana está dando síntomas de
hartazgo, que en gran parte se canaliza sobre la figura de Puigdemont.
Hay que admitir que hay tantos independentistas gracias al anterior Gobierno del PP, y que realmente, aunque nos ofenda, no hicieron otra cosa que hablar de Independencia, reunirse libremente y manifestarse y no es motivo ese de ir a la cárcel, según mi humilde opinión.
ResponderEliminarNo solo se reunieron y manifestaron, sino que además el 6 y 7 de septiembre de 2017 se saltaron todas las leyes y constituciones, hicieron un referéndum expresamente prohibido por el TC y el 27 de octubre de 2017, proclamaron la independencia de Cataluña en contra de más del 50% de la población catalana. Por esto están en la cárcel, no por reunirse ni por manifestarse, si hubiera sido así hoy Qum Torra y todo su séquito estarían también en prisión.
EliminarMás claro,imposible!
Eliminarcorrectísimo.
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