domingo, 20 de marzo de 2016

EL ACUERDO DE LA VERGUENZA


El pasado viernes día 18 de marzo de 2016, llamado por los católicos, viernes de dolores; los máximos mandatarios de la UE decidieron dar vía libre al acuerdo con Turquia, por el que a cambio de unos 6.000 millones de Euros, el euroasiático país, se compromete a retener en su territorio, en condiciones infrahumanas a más de 4 millones de seres humanos, que huyen despavoridos del más grave de los terrores a los que se puede someter a un colectivo, como es una guerra.

Nuestros “civilizados” grandes mandatarios han decidido ceder, de forma vergonzante a las demandas de una extrema derecha, racista y xenófoba, con la vana esperanza de evitar mayores desmanes que en gran parte de los países de la UE, pueden impulsar las formaciones ultranacionalistas, que con un facilón discurso proteccionista de regreso al nacionalismo puro y duro, comen el coco a las masas, asegurando una de las mayores falsedades, que es en la nación y dentro de las propias fronteras, donde se consigue la autoprotección frente a una crisis económica de carácter mundial.

Desde la derecha extrema, en todo el mundo, (Donald Trump incluido), se emite la idea que el movimiento migratorio, quizás más grande en toda la historia de la humanidad, no es debido  a la salvaje expoliación de recursos naturales, que el llamado primer mundo ha sometido a ciertas zonas del planeta, y que frenando esta, e inspirándose en los grandes valore humanos, en particular la solidaridad, se solucionarían en buena parte; si no a la gran mentira de un afán invasor de ciertos pueblos, que han decido apropiarse del bienestar, donde los ciudadanos del mundo llamado civilizado hace un tiempo estamos instalados.

Hablan de invasión los grandes del planeta, incluso los gerifaltes religiosos de la iglesia católica en nuestro país, aunque una simple operación matemática desbarata por completo esta afirmación. Según datos de 2014, los países de la UE, suman un total de 507.416.607 habitantes, entendiendo que ellos son personas legales en cada uno de los países de la UE. Otro dato a tener en cuenta, es que la ACNUR, el organismo de la ONU, que se encarga de estudiar el movimiento de refugiados, estima en 4.000.000 la cantidad de ciudadanos sirios desplazados fuera de sus fronteras, y que pretenden acceder a la UE. Una simple división, nos indican que estos representan solo el 0,78% de la población europea. ¿Puede hablarse de invasión, y de que el 0,78%, conseguiría aniquilar la cultura y valores europeístas? O sería más bien al contrario, que si no ellos directamente, sus hijos y nietos, los que acabarían adaptándose e integrándose a nuestra cultura. Observen amigos, un detalle, la católica Polonia, con sus 38.495.659 habitantes, representando el 7,59% de la población total, le correspondería una cuota de 303.600 refugiados; el nacionalismo polaco, viene diciendo que teme, la posibilidad que 300.000, hagan cambiar a 38,5 millones de ciudadanos. En España, con nuestros 46.507.760, o sea el 9,17% , nos corresponderían 366.800 ¿De verdad alguien, en su sano juicio, puede pensar que estas cantidades son capaces de desestabilizar ni de imponer nada?

El razonamiento me lleva a preguntarme, ¿Porqué este interés de los poderosos del planeta, en no avanzar hacia la superación del concepto estado nación? ¿Porqué este empeño en resucitar el viejo nacionalismo disgregador y confrontador? La única respuesta razonable, la encuentro en el trilema de Rodrik, donde se razona claramente la incompatibilidad, de una economía globalizada, junto a una organización en estados nación, frente a un sistema democrático; y que la globalización gestionada democráticamente solo es posible, con la superación del concepto estado nación, a través del federalismo. Las élites económicas, hace ya unos años, apostaron por la globalización de la economía, porqué es el sistema que les permite aprovechar todas las ventajas, de un mundo cargado de desigualdades, aprovechar bajos salarios en algunas partes del planeta, condiciones laborales similares a la esclavitud, etc, etc y por otro lado la atomización política, en estados nación, aislados el uno del otro, impide la dimensión suficientemente grande para que un sistema democrático, les pueda hacer sombra alguna, y acabe todo el mundo dependiendo de ellos y de las condiciones que nos quieran imponer, solo en base a ser poseedores de los títulos de deuda, que cada estado ha debido emitir para su financiación, es lo que hace unos años convinimos en llamar dictadura de los mercados, denominación que por cierto ha desaparecido de de todos los medios de comunicación y artículos de opinión.

Si hasta aquí mi deducción es acertada, el panorama de futuro inmediato que se nos presenta, no es precisamente halagador, pues si lo que nos espera es ser puestos en manos de unos especuladores sin escrúpulos, y que lo que hasta hoy hemos conocido como democracia, se quede en un mero papel mojado, donde lo que se nos permita elegir, sean unos simples peones de las élites antes citadas, aviados vamos.

Pienso que ya va siendo hora, que reaccionemos de una vez, que nos dejemos de demagogias y de utopías que no nos llevan a ningún sitio y volvamos a organizarnos, como hicieron nuestros abuelos, aunque con la idea del mundo actual. Que los sindicatos de cada estado nación, bajo la concepción internacionalista, se sienten alrededor de una mesa, para encontrar todo aquello que les une y trazar  las líneas para un futuro, donde las clases medias y populares, dejen de lado el concepto patria, para asumir, de nuevo la conciencia de clase. Pero esto amigos, es tema para otro artículo que les prometo escribir próximamente. 

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