Por mucho interés que
los poderes fácticos del planeta hayan intentado, con sutiles o abiertas
proclamas, responsabilizar a la sociedad en general de ser los causantes de la
crisis económica; recuerden aquello de “haber vivido por encima de nuestras posibilidades” no han conseguido que la idea calase en
la mayoría de las mentes de la población, aunque si por imposición que seamos
nosotros, los trabajadores, quienes nos hayamos hecho cargo de los costes que
ella ha ocasionado, saliéndose de rositas los verdaderos causantes de la misma.
La izquierda
posibilista, la socialdemocracia europea, no supo o no pudo, desde posiciones
de poder corregir esta situación y cargar sobre las espaldas de los verdaderos
responsables, los desastres de sus políticas de descontrol absoluto de la
economía, y el trasvase del poder real, desde la política y la democracia hasta
el oscurantismo de unos entes llamados mercados habían provocado. Algunos por
no haber salido de la oposición desde el comienzo de la crisis y otros, como
fue el caso del PSOE en España, o actualmente el PSF en Francia, por no haber
sabido encontrar el camino adecuado desde la ideología izquierdista y
abandonarse a las políticas neoliberales, aunque con la atenuante de no aplicarlas
del modo más radical, si lo suficiente para que la sociedad y el electorado
dejara de confiar en ellas.
Dice el refrán con
mucha sabiduría “A lo hecho pecho” y hoy ya no podemos volver atrás, por lo que
haríamos mejor pensar de cara al futuro y ver si de alguna forma podemos sacar
algún provecho de la experiencia. ¿Qué debe plantear la izquierda para cuando
de nuevo ocupe el poder? En primer lugar y como premisa fundamental, se
trataría de cortar de raíz, que las clases sociales sigan pagando las
consecuencias de la crisis, mientras que aquellos que la han provocado, sean de
aquí o de cualquier rincón del planeta, se vayan de rositas. Para ello y en
lugares como España; después de renovar caras e ideas en la socialdemocracia,
como ya se está haciendo, debemos conseguir a toda costa recuperar el poder,
desbancado de él a la derecha reaccionaria, que hoy día tenemos y evitar que se
traspase a manos de un substituto, que a corto plazo puede resultar igual o
incluso más nocivo como es la formación Ciudadanos; y para ello es
imprescindible un victoria de las izquierdas, clara y contundente, en las
elecciones municipales y autonómicas, del próximo 24 de Mayo, que imposibilite
los gobiernos de derecha ni tan solo a través de pactos Ciudadanos con el
Partido Popular; por otra parte la debacle debe ser rotunda en el partido de
Rajoy y el éxito de Ciudadanos tan modesto, que se obligue al actual presidente
del Gobierno a adelantar las elecciones generales.
Por otro lado y
después de los comicios, las fuerzas de izquierda deben olvidar sus viejos
resquemores y intentar facilitar los gobiernos de coalición o el apoyo
parlamentario a quienes de entre ellos hayan conseguido más votos, con el fin
de garantizar la estabilidad política necesaria para que se puedan llevar a
término sin grandes traumas, las derogaciones de las leyes injustas que en
estos cuatro años de Partido Popular, se han promulgado y los cambios radicales
en el modelo económico imprescindibles para devolver el poder a quien nunca le
debió ser arrebatado, como es el pueblo soberano, a través de sus democráticas
instituciones.
Para terminar, voy a
poner un ejemplo de lo que a mi entender la izquierda debería proponer y poner
en práctica en el momento de volver al poder:
El rescate de Bankia,
Caixa de Catalunya, etc. nos ha costado hasta hoy a todos los españoles, a
grandes números: 50.000 millones de Euros; más los intereses que el BCE nos
cobra por habernos prestado este dinero, y los costes derivados del aumento de
transformar deuda privada en deuda pública hasta el 100% de nuestro PIB. En el
caso de Catalunya Bank la entidad resultante de la transformación de Caixa de
Catalunya recibió para su saneamiento 12.000 millones de euros y recientemente
ha sido vendida al BBVA, por 1.700
millones, con una pérdida para el erario público o sea para todos y cada uno de
nosotros de 10.300 millones de Euros.
Pues bien, dejémonos
de monsergas y ya que no podemos volver atrás con el tema de la aportación que
en su día se hizo de dinero público, conservemos Bankia, como el embrión de una
gran Banca Pública y recuperemos Cataluña Bank incorporándola al mismo grupo;
rentabilizando así tanto económicamente como socialmente el esfuerzo que hemos
tenido que hemos realizado sin consulta previa alguna. Una Banca Pública lo
suficientemente potente, es el factor de control del sector financiero privado
que este país necesita, además de canalizar la llegada del crédito a las
pequeñas y medianas empresas financiando a todas aquellos emprendedores
impulsores de un nuevo modelo económica fuera de la especulación pura y dura
que es lo que en verdad nos permitiría salir de la crisis, y repartir
justamente la riqueza generada.
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