Cuando Artur Mas,
toma el timón de CDC y pierde las elecciones, por número de votos, aunque no de
escaños, frente a Pascual Maragall, y
ERC opta por apoyar a los socialistas con ICV, para formar el primer gobierno
Tripartito, supongo debió ya intuir que no sería tarea fácil conducir la nave
convergente hacía la recuperación de posiciones de poder, a fin de seguir manteniendo
los suculentos negocios que hoy están saliendo a la luz, y que avergüenzan a los
catalanes, hasta hoy confiados en unos dirigentes de derechas que se suponía,
muy distintos a la cavernícola derecha española.
Cuando el equipo de
Pascual Maragall, decide impulsar la redacción de un nuevo estatuto de
autonomía, en el afán de aumentar la capacidad de autogobierno en Catalunya y
avanzar hacia una estructura federal en España, superando el engendro este del
estado autonómico, Don Artur lo considera una invasión de sus competencias y no
duda ni por un momento en destinar todas las energías en boicotear el proyecto,
elaborando para ello una estrategia, digna del autor de Maquiavelo; es así, que
en primer lugar utiliza su condición de imprescindible en el Parlamento Catalán
para aprobar una nueva ley como esta, a fin imponer un redactado, totalmente
inasumible por el gobierno que presidia José Luis Rodriguez Zapatero, para a
continuación puentear el legitimo gobierno de la Generalitat de Catalunya y
negociar directamente con Zapatero, una rebaja substancial de sus propios
planteamientos, consiguiendo de esta forma matar dos pájaros de un tiro, de
primero desprestigiar el gobierno tripartito de Pascual Maragall al quedar
ninguneado, y de segundo excitar los ánimos del nacionalista español por
excelencia Partido Popular, que en cuanto se aprueba en las Cortes y el pueblo
catalán vota en referéndum su nueva carta magna, presenta un recurso ante el
Tribunal Constitucional, un órgano, del que ellos mismos han impedido la
estatutaria renovación con el fin de conservar una mayoría de jueces a favor de
sus tesis, y recusando a otro (Perez Tremps), para redondear la garantía.
El dictamen del alto
tribunal, se alarga en el tiempo para desesperación de Artur Mas, que ve en una
nueva convocatoria electoral, frustradas de nuevo sus ansias de poder, cuando
el resultado permite la formación de un nuevo gobierno tripartito presidido
ahora por José Montilla. Finalmente cuando esta segunda legislatura le falta un
año para su fin, el TC emite una sentencia, que si bien no recoge todos los
puntos que el PP había recurrido si desvirtúa una buena parte de lo que con el
nuevo estatuto, se pretendía conseguir. Artur Más se frota las manos, ya se ve
como presidente de la Generalitat, aprovechando la frustración que la sentencia
ha causado en una buena parte de los catalanes que atribuyen a la debilidad del
gobierno presidido por José Montilla, y su homólogo en el estado de Rodriguez
Zapatero para solucionar de manera definitiva el encaje de Cataluña en España.
A parir de aquí toma
alas el independentismo; ERC abandona por completo su vertiente social, como se
si sacudiera el polvo acumulado en las dos legislaturas precedentes en el
gobierno, y abandera el independentismo radical como única alternativa. Artur Mas excitando los ánimos de la pequeña
burguesía catalana herida en su amor propio, desde su puesto de presidente, se
ve como triunfador y aunque desde el nacionalismo español puro y duro le lanzan
andanadas, como la instrucción judicial del Caso Palau de la Música, que acaba
con la sede principal de CDC embargada, el sigue encumbrado y seguro de si
mismo, hasta el punto que en 2012, cuando no lleva ni dos años en el gobierno,
después de una magna manifestación en las calles de Barcelona el 11 de
Setiembre, que él considera un aval a
sus tesis, decide convocar nuevas elecciones acariciando un período de mayoría
absoluta, que le permita manejar el futuro a su conveniencia; pero el resultado
no sale como esperaba, si no que le significa una semi derrota, pues acaba
perdiendo doce diputados en lugar de sumar los necesarios para no depender de
nadie.
Aquí acaba la
capacidad de Artur Mas de decidir por el mismo. A partir de este momento, la
dependencia de ERC en la cuestión nacionalista y del Partido Popular en la económico
financiera, le apartan más y más de su electorado natural, la mediana burguesía
catalana, que no acaba de comprender en su mayoría, en que le beneficiaría una
Cataluña independiente del estado español.
Aunque últimamente
parece haberse vuelto ciego y abocado a una carrera hacia lo imposible que solo
puede acabar trágicamente para él, y también para todo los catalanes, pues si
incumple la ley manteniendo la convocatoria de una consulta expresamente
prohibida por el TC, el nacionalismo español puede reaccionar suspendiendo la
autonomía catalana, e incluso ordenar su detención y procesamiento. Si por el
contrario opta por cumplir la ley y suspender la convocatoria de la consulta,
se verá abocado a la dimisión irrevocable y a la convocatoria de nuevas elecciones
autonómicas, que CDC perderá estrepitosamente
En consecuencia, prisionero
de sus propias acciones, a Artur Mas solo le queda el camino de la
autoinmolación y más cuando la confesión del gran gurú convergente ha provocado
más desconcierto si cabe en su electorado natural. Solo y abandonado, (incluso
Duran i Lleida, anda ya por su cuenta),
a Artur Mas, le rodean unos cuantos impresentables nihilistas, que más
parece le estén ayudando a colgar la soga del techo y ponérsela al cuello,
mientras el está subido a un tambaleante taburete. Patético, francamente.
No tengo dotes
adivinatorias, y por ello no tengo ni idea de cómo puede acabar esto que llaman
“procés” pero
me preocupa muy mucho la desesperación del presidente de la Generalitat, pues
en otras ocasiones históricas y en circunstancias parecidas, siempre alguien ha
lanzado el funesto grito “ A les armes
catalans” conduciendo el país al desastre.
Ola Cosme, comparto gran parte de tus reflexiones.
ResponderEliminarMe gustaría también añadir respecto a ese derecho a decidir al que aluden constantemente en los medios de comunicación los independentistas que en democracia no existe el derecho a decidir sobre todo lo que uno quiere de manera indiscriminada. Yo no tengo derecho a decidir si me paro ante un semáforo en rojo o no: tengo que pararme; o bien, no tengo derecho a decidir si pago impuestos o no: tengo que pagarlos. ¿Significa esto que en democracia no es posible decidir? No, significa que, aunque decidimos a menudo –si bien es cierto que menos de lo que nos gustaría-la democracia consiste en decidir dentro de la ley, concepto este que, en democracia, no es una broma.
Como bien has dicho, Artur Mas parece estar en un callejón sin salida, veremos en que acaba todo esto.
Un saludo.
Yo soy castellano ,tengo hermana y sobrinos catalanes , me dicen que muchos catalanes les obligan a decir que quieren la independencia, ahora yo te pregunto amigo Cosme seria bueno que el referendun pudiera
ResponderEliminarvotar toda España que saldría podría aber sospresas
Un saludo