¿Qué movió a los europeos en los años cincuenta del pasado siglo XX, a sentar
las bases de lo que en el tiempo ha llegado a ser lo que hoy conocemos como
Unión Europea? La respuesta es bien simple y todo el mundo más o menos enterado
de la histórica de los últimos cien años se manifiesta de acuerdo, en que fue
la idea de evitar en un futuro una nueva confrontación mundial, que todos
vaticinaban como una especie de Armagedón extinguidor de la especie humana, viendo
las terribles consecuencias, que tanto la primera como la segunda guerra
mundial habían ocasionado y que en aquella época estaban muy presente en las
memorias de los ciudadanos del mundo civilizado..
Si bien la primera Gran Guerra, de
la que en julio vamos a conmemorar el centenario de su inicio, trajo como
consecuencia que la izquierda alcanzara posiciones de poder, después de la
caída del modelo imperialista, 1917 la revolución Rusa, y 1921 la constitución
del Partido Comunista Chino, no es hasta el final de la segunda, en que se
configura en verdad un nuevo orden mundial, que tiene como eje dos grandes
potencias, los Estados Unidos de Norte América (USA) y la Unión de Republicas
Socialistas Soviéticas (URSS), que se reparten Europa, y buena parte del mundo
mediante tratados por los que se determinan las respectivas zonas de
influencia.
En 1992, con la caída del Muro de Berlín, se pone de manifiesto la
obsolescencia de la fórmula empleada hasta entonces, pues el mundo se encuentra
ante una nueva dimensión tecnológica que al igual que la revolución industrial
en el siglo XIX, hace cambiar incluso el modo de vida de las personas. El
capitalismo en su fase imperialista ha vencido al gran oponente, el comunismo,
y la estructura mundial en base a dos potencias enfrentadas ha llegado a su
fin. Solo China por un lado, y la Unión Europea por el otro, parecen tener el
peso suficiente, para establecer una multipolaridad, en un nuevo orden mundial,
sin embargo el gran y moderno imperio, no ya de los USA, si no el que desde la
sombra parece dirigir el mundo y que hoy conocemos como los mercados, no están
dispuestos a perder su hegemonía, y ni cortos ni perezosos, se lanzan a excitar
de nuevo los ánimos nacionalistas, con el fin de hacer fracasar, el sistema
económico, que permitió la reconstrucción europea después de la 2ª guerra
mundial y que conocemos con el nombre de Estado del Bienestar.
Hoy la Unión Europea, después de unos años de avances substanciales, cuando
todo apuntaba a que acabaría convirtiéndose en una potencia equilibradora de la
creación y reparto equitativo de la riqueza generada en el mundo, se ve
envuelta en la más grave crisis económica, que nunca había conocido y sus
valores fundacionales incluido el de parachoques que evite una tercera guerra
mundial en grave entredicho, cuando la derecha mayoritariamente demócrata
cristiana, empieza a claudicar, ante el populismo de una extrema derecha
totalmente euroescéptica, y económicamente abandona los principios
socialdemócratas, que hasta hace bien poco representaron el progreso y
consolidación de la UE.
La izquierda socialdemócrata, que ha sido salvajemente atacada, por unos
medios de comunicación al servicio de los más poderosos del planeta, mantiene
sin embargo en esencia el discurso de los valores humanistas de Libertad,
Igualdad y Solidaridad, además de permanecer lejos del nacionalismo disgregador,
desde su férrea posición internacionalista, aunque a veces, sobretodo últimamente,
haya cometido numerosos errores en el sentido de abandonar las políticas del
Estado del Bienestar siguiendo los perversos consejos que se emanan desde este
poder en el lado oscuro, que venimos en llamar mercados, bajo la excusa que “no
hay otro remedio”.
El 25 de Mayo, tendremos quizás la última oportunidad de intentar dar un
giro de 180º a las mayorías que componen el actual Parlamento de Estrasburgo, y
como consecuencia en todos los órganos de gobierno de la UE, La comisión, el
BCE, e incluso del FMI. Si conseguimos que la socialdemocracia que representan
las izquierdas europeas, sean mayoritarias en los escaños de Estrasburgo, la UE
y el mundo pueden garantizarse unos cuantos años más de paz y progreso, sin
embargo si seguimos como hasta ahora, o lo que es peor, que tal y como vaticinan las encuestas, las
formaciones populistas de extrema derecha constituyan un grupo considerable,
preparémonos para que en poco tiempo se eche el cierre a este gran proyecto, y
el mundo se quede en la incertidumbre de si hará falta una nueva hecatombe para
que la humanidad del futuro, si es que hay futuro después de una III Guerra
Mundial, avance un paso.
..como siempre razonable en los posicionamientos básicos. Te digo que leo con devoción al intelectual hispano norteamericano George Santayana de quien entresaco dos tesis que viene como anillo al dedo en los mementos actuales. En primer lugar afirmando que "los que no comprenden el pasado están condenados a repetirlo" y la que sigue, y te expongo, cuya concreción en lo que nos inquieta o atosiga tiene poco desperdicio: "el nacionalismo es la indignidad de tener el alma controlada por la geografía", y que a este servidor le sirve para reiterar lo que en alguna ocasión había expuesto: " me siento catalán, español y ciudadano del mundo, y cualquiera de estos atributos que no pudiese exponer lo consideraría una mutilación. Salud y viva la Internacional. !!! José Valentín Antón.
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