Dos millones
de familias sin ingresos de ningún tipo por estar todos sus miembros en paro;
seis millones doscientos mil parados, con casi nula posibilidad de encontrar un
trabajo antes de agotar la percepción de la mísera prestación. Un 27 % de la
población activa del país abocado a la miseria más absoluta; junto con unas
previsiones para el 2013 y el 2014 que la cosa va seguir a un ritmo parecido,
es la triste realidad con la que los españoles nos enfrentamos cada mañana
cuando nos levantamos de la cama sin que un gobierno, que elegimos hace tan
solo año y medio por mayoría absoluta ofrezca la más mínima solución coherente,
si no que se limita a esperar acontecimientos, que otros determinan, en la
confianza que una especie de milagro invierta esta situación.
Las
declaraciones de Rajoy el pasado lunes 29 de Abril, son altamente preocupantes,
pues denotan una total falta de análisis riguroso de la situación además de la
muestra indeleble de la firme voluntad de persistir en el error de las medidas
tomadas, e insistencia en las estrategias de la mentira y el esconderse,
convencidos que la mayoría de ciudadanos son imbéciles y con cualquier abalorio
de tres al cuarto, se les puede comprar la voluntad. Nos dice el máximo
mandatario que la tendencia de destrucción de empleo se está invirtiendo y que
aunque el paro en cuestión de 1,5 años, que son los que el está en el poder, a
aumentado en casi un millón de personas, no se puede responsabilizar a la
Reforma Laboral que el propugnó y consiguió imponer contra viento y marea, si
no a la famosa “herencia recibida”; según el, tampoco tiene nada que ver con
este asunto el hecho de haber incumplido totalmente su programa electoral, ni
tan siquiera que esto sea una muestra del engaño a que nos sometió para ganar
unas elecciones que de haber dicho la verdad no hubiera ganado, o al menos, no
con mayoría absoluta.
Por otro
lado, la institución que hasta hoy se nos había vendido como la garante de
nuestra democracia, la Monarquía, nos muestra sin pudor sus más abyectas
miserias, que incluyen incluso el robo y despilfarro del dinero público o sea
de todos los españoles, en franca connivencia con unos altos cargos
gubernamentales del Partido Popular, totalmente indignos de los puestos que han
ocupado.
Frente a
este guirigay, ni jueces ni gobernantes parecen interesados en aclarar la
situación y hacer justicia, si no que en una muestra inaceptable de
corporativismo, no hacen más que autoprotegerse unos a otros en base a
triquiñuelas legales de dudosa ética democrática.
Vista ya la
imposibilidad, que desde el gobierno, ni desde el poder judicial, se impulsen
la imprescindible regeneración, y perdida ya la esperanza que desde la UE, se
procure por este saneamiento si no que más bien parecen instar a lo contrario;
a los ciudadanos solo nos queda el camino de la rebelión “ordenada” o sea
retomar el poder de verdad, no desde la anarquía y el caos, si no en base a un
ideario y unas estrategias, basadas en los grandes valores humanistas de la
libertad, igualdad y fraternidad.
Más en lugar
de esto, el pueblo español parece desorientado, e incluso quienes deberían
liderar esta rebelión ordenada; los partidos de izquierda, no parecen estar por
la labor enfrascándose en estériles debates internos que bien poco tienen a ver
con los verdaderos objetivos a conseguir y adoptando posturas, en cierta manera
parecidas a las del gobierno, en base a dejar pasar el tiempo. ¿Por qué no
decimos Basta de una vez? ¿Por qué no nos negamos a seguir colaborando? ¿Por
qué no hemos estallado ya?
Se dice que
la economía sumergida está salvando de la desesperación a gran parte de la
población, aunque yo más bien creo que han sido los muchos años de
adoctrinamiento en el egoísmo individualista, aquello que induce hoy a nuestros
jóvenes a luchar entre si por un mendrugo en lugar de juntar esfuerzos para
poder repartir pan tierno para todos.
El tiempo se está agotando, como indican con toda
claridad los sondeos donde la desafección ciudadana hacia la política se esta
convirtiendo en la prioridad de muchos, en particular de nuestros jóvenes; y la
izquierda tradicional junto con las organizaciones sindicales están a un tris
de perder toda posibilidad de liderar el gran cambio que se avecina en la
sociedad mundial
Los partidos tanto de izquierda como de derechas, no saben interpretar lo que está pasando, están dando palos de ciego a un lado y a otro y no se atreven con los poderosos, sólo con la débil clase media. Es una vergüenza tener a representantes de esta guisa. Saludos.
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