lunes, 13 de agosto de 2012

EL SISTEMA DE PARTIDOS POLÍTICOS

Me asusta, leer la opinión de algunos articulistas, que hoy día no dudan en lanzar diatribas, a mi entender muy a la ligera, contra el sistema actual de partidos políticos, acusándoles de antidemocráticos, olvidando que es precisamente en los partidos políticos, donde se halla la esencia del sistema que muy acertadamente denominamos estado de derecho.

Los partidos políticos nacen con la democracia, a partir del momento que los valores forjados en la Revolución Francesa, se imponen en el mundo civilizado. En nuestro país, a partir del destronamiento de Isabel II, con el giro democrático, se crean los primeros partidos, fruto de la unión de personas con unos mismos credos ideológicos.

La revolución industrial y el nacimiento de una nueva clase social, el proletariado, son sin duda alguna los factores de consolidación de la estructura de partidos, como instrumentos imprescindibles para el funcionamiento del sistema democrático en todo el orbe; si más no si significó la universalización efectiva de la democracia.

A lo largo de estos casi 200 años en que el sistema de partidos vio la luz por vez primera en nuestro país, han sido varias, quizás demasiadas, las veces que se ha querido desprestigiar el sistema, acusando a estas formaciones de instrumentos para satisfacer las ansias de poder de algunas élites. Resulta curioso si embargo, que siempre hayan sido los grandes enemigos de la democracia, incluso los que de ella se han valido para destruirla, quien con más ferocidad intentan su desprestigio público. Recuerden amigos, los fascismos europeos de los años treinta y cuarenta del pasado siglo XX en que se calificaba a la democracia y al sistema de partidos como caduco, desfasado e inútil; o bien por el otro lado, tras el telón de acero donde utilizando con falsedad el nombre de la democracia, se restringía de manera brutal incluso la libertad de pensamiento, con la fórmula del partido único.

Hoy y como secuela e intento de no perder la gran cuota de poder alcanzada, el liberalismo neocon, lanza feroces campañas mediáticas de desprestigio de los partidos políticos tradicionales, alabando de forma sutil el individualismo más descarado.

En cierta forma es lógico que el neoliberalismo tema perder su posición de privilegio en el mundo, a partir del fracaso estrepitoso de la mal llamada “revolución conservadora” que iniciaron en los años 90 Ronald Reegan y Margaret Tatcher, que en estos últimos 20 años ha profundizado enormemente el abismo entre ricos y pobres, sumiendo a estos últimos a la miseria más absoluta. Son ellos que utilizando a sus voceros, se dedican a introducir la negatividad de los partidos como fórmulas de participación de los ciudadanos en la política; son ellos quienes a través de organizaciones afines, se dedican a desprestigiar el sistema aparejándolo con la corrupción y generalizando en todos los demás; son ellos quienes se encuentran detrás del debate de listas abiertas o cerradas, en un claro intento de consagrar el individualismo frente a la socialización. Porque aquí amigos es donde está la clave, a los poderosos del planeta, les asusta soberanamente que la gente se reúna, debata y adopte colectivamente decisiones; que aúne esfuerzos para conseguir un fin que les mejore, no individualmente si no colectivamente, pues esto como se ha venido demostrando en Europa después de la II Guerra Mundial, es lo que ha conseguido un clima de paz y ausencia de confrontación que ha procurado el mayor avance social de toda la historia del planeta; frente a un mundo cargado de desigualdades profundas como el modelo del “self made man” estadounidense ha procurado.

Los partidos políticos de corte democrático, aquellos que promueven el debate entre sus bases, y sus órganos de dirección atienden al resultado de estos debates para concretar sus estrategias políticas, son definitivamente la base fundamental de cualquier sistema auténticamente democrático. Hay que dejar de lado los cantos de sirena que nos hablan de nuevas modernidades de pensamiento único e individualismo poco solidario, y tener mucho cuidado con todos estos otros que desde un anarquismo subyacente, nos venden el sistema de listas abiertas como la gran panacea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario