El final de la pandemia, está al caer como mucho a final del tercer trimestre del año en curso, parece ser que habremos alcanzado la inmunidad de rebaño, por lo que el virus al no poderse transmitir, va a iniciar su decadencia definitiva, regresando nuestras sociedades a la normalidad más absoluta, que no necesariamente debe ser la anterior a la pandemía, si no que debemos poner sobre el tapete, todo aquello que hemos aprendido y adaptar nuestras vidas a unas nuevas formas que impidan en el caso de una nueva pandemia, nos permitan atajarla, con mayor efectividad y sin cometer los mismos errores.
La Union Europea deberá procurar invertir en la producción de todo aquello que pueda resultar necesario e imprescindible en determinados momentos como ha sido el caso de las vacunas en lugar de comprarlo fuera de nuestras fronteras, pues se ha demostrado que en el capitalismo, no existe el valor de la solidaridad y que de nada sirven las negociaciones sino que solo rige la ley del máximo beneficio.
Otra cuestión es con la máxima urgencia avanzar hacia una mayor integración y federalización de la UE, como organismo supranacional y sacudirse de encima todos los lastres de confederación por los que todavía se rige, como es la unanimidad en según que decisiones importantes y la unificación de criterios constitucionales entre los países miembros que impidan conflictos como ha sido el de la imprescindible ratificación de los fondos de recuperación por parte de todos los países miembros. .
A nivel de los ciudadanos europeos debemos empezar a descartar la idea que hasta hoy hemos tenido de considerar las instituciones europeas como de segunda fila y darles el carácter prioritario que deben tener, evitando así que nuestros partidos políticos, sitúen en el Parlamento Europeo a políticos de segundo y tercer rango o incluso algunos que aparcan en el a los políticos en espera de jubilación. Y los ciudadanos nos acabamos absteniendo como muestra del escaso interés que ello nos despierta.
Los españoles, en particular, deberíamos imaginar que nos hubiera ocurrido con la pandemía de Covid-19 si no hubiera existido la UE, y nosotros solos con los escasos recursos propios de los que disponemos y una elevada deuda externa, hubiéramos debido negociar con unas potentes farmacéuticas cuyo presupuesto casi supera nuestro PIB. Estoy más que convencido que en este caso, hoy estaríamos pendientes de la caridad internacional, que nos enviara los sobrantes de las vacunas de los países ricos, o sea recogiendo la migajas que se caen de las mesas donde los ricos celebran sus banquetes.
Los españoles debemos meternos en la cabeza que los tiempos imperialistas ya han pasado y que solo con nuestro trabajo y contando con la solidaridad con los demás y de los demás hacía nosotros, saldremos adelante en este nuevo sistema que se está estableciendo sin que nadie pueda hacer nada para impedirlo en este siglo XXI, y que al lado de nuestros socios y con la conciencia de clase bien despierta, sepamos luchar para que de nuevo esté gran cambio no sea solo en beneficio de los más pudientes si no que las ventajas se repartan equitativamente.
Se avecinan tiempos duros, los adversarios de las clases populares, son fuertes y no se dejan intimidar fácilmente, y cuentan además con recursos inimaginables que no dudaran en utilizar con el fin de preservar sus privilegios; en estos días estamos viendo como en Madrid son capaces de pervertir conceptos tan sagrados como el de la Libertad, para conseguir que los más desfavorecidos les acaben apoyando en las próximas elecciones del 4 de Mayo Esto no es más que un aperitivo de lo que nos espera, a partir del momento en que la pandemía se acabe como tal y la UE deba empezar de nuevo a luchar para recuperarse económicamente. Los países donde la extrema derecha ocupa el poder, van a proseguir su lucha a favor de la desintegración del ente supranacional, mientras en donde la derecha moderada tiene preponderancia, van a seguir intentando contemporizar con unos y otros. La socialdemocracia, es la única fuerza que desde la claridad de ideas, tiene un verdadero programa de justicia social en la nueva economía del siglo XXI, aunque solo puede contar con el apoyo de sus propias bases debe poner toda la carne en el asador para conseguir, con los escasos medios de que dispone, en comparación con las clases pudientes, y aportar la imaginación necesaria para conseguir convencer a la mayoría de la población que desde la unión y claridad de objetivos, podremos construir un nuevo estado del bienestar para las generaciones que vienen detrás.
La construcción de una UE, de carácter social es el primero y principal objetivo, no lo duden amigos, pero primero hace falta que todos nos los creamos y seamos conscientes de nuestra fuerza y capacidad de conseguirlo, sin desánimos cuando se encuentren escollos y vigilantes de los quinta columnistas que desde la derecha nos van a introducir en nuestras filas. Pero siempre con la seguridad que la solidaridad entre nosotros,va a desbrozar el camino que nos ha de conducir a la victoria final.
Estoy muy convencido que en los próximos años, veremos veremos consolidar una UE federal, que dará ejemplo a todo el orbe planetario, de una forma de encarar el progreso dentro de los cánones de la justicia social y el justo reparto de la riqueza donde el capital económico y el capital humano estarán en equilibrio en todas y cada una de las empresas. Las próximas generaciones europeas van a vivir en condiciones muchísimo más ventajosas que las que a nosotros nos ha tocado vivir.