miércoles, 23 de diciembre de 2009

COPENHAGEN ¿SE QUITÓ LA CARETA OBAMA?


El discurso de Barack Obama en Copenhagen, y el consecuente pobre acuerdo alcanzado por casi todos los países del orbe, para paliar los efectos del inexorable cambio climático que se nos viene encima, ha empezado a poner en evidencia la incapacidad del flamante y prematuro premio Nobel de la Paz, para lidera la verdadera revolución que nuestro globalizado mundo necesita.

El “Yes We Can” de su campaña electoral que además de encumbrarlo al punto más alto del poder en Estados Unidos, abrió grandes expectativas de cambio en el resto de habitantes del orbe, en algo menos de un año ha perdido casi todo su significado, después que el que muchos pensaban como gran líder mundial, está mostrando su total incapacidad para promover en Afganistán un gobierno honesto y con tintes democráticos, dar un giro de 180 grados al conflicto iraquí, poner en vereda a los grandes financieros responsables del mayor crack económico de los últimos tiempos, y finalmente enseñar sin pudor ninguno, su falta de valor para enfrentarse a las grandes petroleras, permitiendo que la cumbre de Copenhagen se cierre con un fracaso rotundo. Por otra parte, y en lo referente a la política interna de Norteamérica, estos días, los medios informativos nos quieren vender como un éxito, la aprobación que en nochebuena va hacer el Senado de la llamada reforma sanitaria en Estados Unidos, una reforma completamente desvirtuada por la gran presión mediática que han puesto sobre el tapete las aseguradoras privadas de Estados Unidos, que veían peligrar los substanciosos beneficios en un futuro más o menos cercano.

¿Que ha quedado pues de las grandes promesas de Obama?, a mi entender, nada de nada, como refleja la caída estrepitosa de su índice de popularidad, y aunque desde los medios se nos quiera hacer creer como motivo principal, la impopularidad de la reforma sanitaria, yo estoy convencido que se debe a su manifiesta impotencia ante los poderes fácticos, que desde las áreas económicas siguen dominando el planeta.

Copenhagen era la gran esperanza para el cambio mundial; el riesgo más que cierto que un pequeño aumento en la media de temperaturas planetarias, ocasione grandes catástrofes en muchos puntos del planeta; era la clave para un cambio en las bases de la economía mundial en el sentido de abandonar una política de consumo energético no renovable del todo desmesurado, para confluir en un modelo sostenible, renovable y de ahorro.

Un éxito en la cumbre de Copenhagen hubiera abierto la puerta a una nueva forma de economía, donde la especulación depredadora sobre los productos energéticos, fuera substituida por la colaboración tecnológica para un mejor aprovechamiento y una mayor eficiencia de las energías renovables; donde la investigación y la ampliación del conocimiento, fueran las bases principales en lugar de la obtención del beneficio económico puro y duro.

Los intereses mezquinos de las grandes compañías petroleras, que no han dudado en aliarse con los nacionalismos más acérrimos, aprovechan el fracaso de Copenhagen para llevar al traste lo que hubiera podido ser la gran y pacífica revolución del siglo XXI. Los grandes políticos de la derecha europea, Sarkozy y Merkel, aunque hayan mostrado públicamente un cierto disgusto, no han sabido dar la talla imponiendo sus razones y finalmente al presidente Obama, hemos acabado viéndole el plumero de su sumisión a los más oscuros intereses del capitalismo más perverso.

Con todo amigos, estamos en plenas fechas navideñas y desde mi profundo realismo, os deseo todo tipo de venturas en estos días y que el próximo año, desde la responsabilidad individual y colectiva, seamos capaces entre todos de cambiar esta penosa realidad.

Feliz Navidad y Prospero año Nuevo
Bon Nadal i Feliç Any Nou

martes, 15 de diciembre de 2009

LA LUCHA DE AMINETU HAIDAR


La huelga de hambre que está llevando a cabo Aminetu Haidar, en el aeropuerto de Lanzarote, intenta poner sobre la mesa un tema irresoluto desde hace 35 años, y que nos guste o no los españoles debemos asumir un buen grado de corresponsabilidad, por el hecho del pésimo proceso de descolonización que en los años 1974 i 1975 se llevó a cabo.

Si es verdad que en aquellos años, nuestro país, estaba sometido a un régimen autárquico. Si es verdad que los máximos responsable políticos de entonces, se encontraban en un momento de extrema debilidad, por la decrepitud del dictador y con el de todo su régimen y si es verdad que el rey dictador de Marruecos Hassan II, aprovechó la circunstancia para provecho propio; aunque todo ello no puede servir de excusa para que 35 años más tarde, se siga negando al pueblo Saharaui sus más mínimos derechos y se les condene a vivir divididos, con una buena parte de ellos exiliados en los campamentos del Tinduf, una de las regiones más hostiles, climatológicamente hablando, de nuestro planeta, y dependientes de la caridad del resto del mundo.

Los españoles, por lo general solemos mirar hacia otro lado, echando pelotas fuera, cuando nos toca asumir realidades que nos molestan y digo esto porque escuchando las tertulias radiofónicas y leyendo muchas de las opiniones que se reflejan en los periódicos españoles estos días, sobre la acción que lleva a cabo Aminetu Haidar, además de cargar todas las culpas al gobierno marroquí, se critica al gobierno español, por haber admitido en una aeronave de nuestras líneas aéreas, la deportación de facto que la administración marroquí hizo con la ciudadana saharaui.

No voy a entrar a plantear si nuestro gobierno hizo bien o mal, admitiendo a Aminetu, ni tan siquiera si debe o no respetar su voluntad de llevar a cabo su acción hasta las últimas consecuencias; porque de lo que estoy convencido es que lo que deberíamos hacer todos, es coger al toro por los cuernos y empezar a liderar un movimiento internacional que obligue a Marruecos, a reconocer el derecho a la autonomía del pueblo saharaui, corrigiendo un error histórico de treinta y cinco años atrás.

Desde el mismo momento de la descolonización, los saharauis han reclamado el derecho a ser consultados sobre su destino, reclamación que han conseguido fuera atendida por la ONU, organismo que nunca ha reconocido la soberanía marroquí sobre su territorio. Una de las medidas que el organismo internacional ya dispuso desde hace años, fue la celebración de un referéndum, con todas las garantías de libertad, con el fin que el pueblo saharaui, pudiera decidir su futuro, consulta que si bien al jefe del estado marroquí, no le quedó más remedio que aceptar, con la más que segura probabilidad que su resultado fuera contrario a sus intereses, desde buen principio no ha hecho otra cosa que impedir su celebración, en base a los más variopintos y absurdos argumentos.

La comunidad internacional por otra parte no ha sido capaz de imponer su autoridad, por el simple hecho que Marruecos, es el principal productor de fosfatos del mundo, elemento al parecer imprescindible en la producción de muchos de los países industrializados, como Francia que en todos los conflictos, la encontramos siempre defendiendo directa o veladamente, las tesis del gobierno marroquí.

La huelga de hambre de Aminetu, ha tenido la gran virtud de poner en el primer plano de la actualidad internacional, la situación de miles de personas que malviven en un régimen de opresión y faltos de la más mínima dignidad, por parte de un opresor, el reino de Marruecos, que sin atender a las mínimas normas del derecho internacional, retira el pasaporte y expulsa a una persona por el solo hecho de haber escrito la nacionalidad de su sentimiento, la saharaui, en lugar de la oficial marroquí.

¿Seguirá la comunidad internacional permitiendo la opresión de todo un pueblo, en pleno siglo XXI?

martes, 8 de diciembre de 2009

LA POLITICA, EL PODER DE LOS NO PODEROSOS




En estos tiempos que corren, en la piel de toro y algunos otros lares allende del charco, parece estar de moda denostar el concepto política, como si fuera sinónimo de corrupción y de latrocinio, cuando en verdad y en un estado de derecho, es haciendo política como únicamente los menos favorecidos de la escala social tienen la posibilidad de acceder a los puestos de decisión, para determinar el destino colectivo de acuerdo con sus intereses, así como defenderse de las agresiones que desde los poderes fácticos históricamente se les ha procurado.

Los partidos políticos, hoy puestos en la picota como causantes de todos los males al sistema de libertades, son y han sido al fin y al cabo, los aglutinantes de los esfuerzos conjuntos de muchas personas que de manera individual no hubieran tenido ni la más mínima posibilidad de poner en cintura, sin violencia, al poder económico que como se ha venido demostrando a lo largo de toda la historia, no es muy amante de compartir. Son de hecho la base fundamental de la democràcia, sin ellos el sistema de libertades pierde todo sentido, la autarquía y el dominio de una minoría sobre la mayoría se acabaria imponiendo, con todo la carga añadida de explotación del hombre por el hombre. Recuerden Vds. los 40 años de franquismo en España, las dictaduras en Latinoamérica, y si me apuran el sistema de partido único en la URSS, en el pasado siglo XX.

Como decía, hoy en España se nos pretende convencer, por parte de la derecha más reaccionaria, que el sistema de partidos es injusto, que las ejecutivas de los mismos se han convertido en unas élites que ejercen un dominio despótico sobre los militantes y demás ciudadanos, a través de unas elecciones con listas electorales cerradas, que a su entender coartan la libertad individual, tanto de los candidatos como de los electores. Lo que no nos dicen, aunque por poco que pensemos lo intuiremos enseguida, es que debilitando a los partidos, en su capacidad de gestionar las listas electorales, se abre el paso al dominio del terreno político de las grandes corporaciones económicas, sin ideología ninguna.

De hecho, es el sistema que se practica ya desde hace años en Estados Unidos, donde el individualismo, ha conseguido neutralizar totalmente los idearios, y donde la alternancia en el poder entre los dos partidos principales, no tienen ninguna significación ideológica, acabando por practicar la misma política, aunque con pequeñas diferencias de matiz.

¿Quien le marca la política a seguir al actual presidente Obama? ¿El partido demócrata por el que se presentó, o unos determinados lobbys, que han visto la necesidad de cambiar las políticas neoconservadoras de George W Bush, después que les han conducido al desastre?

En España, la democracia es demasiado joven, y aunque podamos presumir del período más largo en el tiempo, de estado de derecho, de toda nuestra historia; el sistema de partidos políticos por mucho que se empeñen algunos de nuestros ideólogos más puristas, no está ni mucho menos plenamente consolidado y adolece aún de muchas vulnerabilidades. Aunque si hay que decirlo, son plenamente representativos de un amplio abanico de credos que finalmente se traduce, en políticas claramente diferenciadas, gobierne uno u otro o en coalición.

El capitalismo mundial ha avanzado enormemente hacia su fase imperialista, a partir de la globalización económica, la supresión de fronteras para todo lo que se refiere a movimiento de capitales y mercancías, ha procurado por la fusión de unas ya de por si grandes compañías, creando unas corporaciones cuya capacidad de poder se ha visto multiplicada, a la vez que la cantidad de capital acumulado crecía hasta cifras exorbitantes, que superan en mucho la capacidad financiera de los estados, que al quedar en inferioridad de condiciones, se han visto superados en el intento de establecer reglas susceptibles de controlar unos mercados y ajustarlos no solo a la obtención de beneficios, si no al bien común de toda la sociedad.

Un ejemplo muy claro de lo dicho, lo tenemos estos días en España y particularmente en Cataluña, donde los gobiernos tanto central como autonómico, se desviven en pactos con las grandes compañías del sector del automóvil, Nissan, Wolkswaguen, Opel, etc. o de su industria auxiliar, para evitar que las des-localizaciones, acaben situando las cifras de paro en niveles del todo inasumibles.

Los resultados de unos mercados absolutamente liberalizados y fuera de todo control democrático no han podido ser más catastróficos, en esto estamos todos de acuerdo, pero, ¿qué medidas hay que adoptar, para que no se repita esta situación? Según los ultraliberales y neoconservadores, hay que insistir en la liberalización de los mercados y deben ser los poderes económicos, a partir de la experiencia acumulada, los que establezcan unas propias normas de autocontrol. A mi modo de ver esto nos conduce directamente a una autarquía, no encarnada en la figura de un dictador, como sucedió en el siglo XX, si no en una entelequia que venimos en llamar mercado, cuyas reglas de funcionamiento las establecen una élites a las que la mayoría de ciudadanos no tenemos ningún acceso, ni tan solo conocemos sus nombres.

Por el contrario desde la izquierda, se sigue creyendo en el principio fundamental de la democracia, que el poder no solo debe residir en el conjunto de toda la sociedad, sin excepciones, si no que debe ser administrado y ejercido por la propia sociedad, también sin excepcionalidad ninguna. Para ello se hace absolutamente imprescindible y necesario devolverle la supremacía al estamento político y que este esté en condiciones de dominar, controlar y administrar el poder económico, en beneficio de toda la sociedad. ¿Cómo conseguirlo? A mi entender un solo camino es posible, y no es otro que la formación de grandes estamentos políticos supranacionales, de clara ideología, elegibles por sufragio universal y que estén en condiciones de someter y regular a las grandes corporaciones económicas, obligándolas a compartir parte de sus beneficios, con toda la sociedad.

¿No creen Vds. que seria muy distinto, que a los despachos de Nissan, Wolkswaguen, o Opel, en lugar de Jose Luis Rodriguez Zapatero o José Montilla, representando a un máximo de 40 millones de persones, acudiera un representante electo de Europa con el respaldo de 400 o 500 millones de almas?