Quienes se empeñan en negar que en este primer
cuarto del siglo XXI, la humanidad está inmersa en una profunda revolución que
está cambiando nuestra forma de vivir y relacionarnos, desde lo más íntimo y
cotidiano a lo más extraordinario.
Quienes se niegan a aceptar que las
soluciones aplicadas a los conflictos en
el siglo XX, ya no nos son útiles en esta nueva era.
Quienes cierran los ojos a considerar esta
revolución como la gran oportunidad de transformación de la sociedad hacía un
mundo más justo socialmente hablando.
Son aquellos mismos que en la Revolución
industrial en el siglo XIX, destruían las máquinas de vapor pues consideraban
que el progreso iba en contra de sus intereses.
El egoísmo y el afán acaparador que
caracterizó el capitalismo en el siglo XX, ha sido el causante de un fenómeno
que nadie había previsto, como es el extraordinario movimiento migratorio,
desde África y Sudamérica hacia el norte, Europa y EEUU, en busca de unas
nuevas condiciones de vida que les garanticen la supervivencia. Un movimiento
que ha adquirido tales dimensiones, hasta el punto que los poderosos y
pusilánimes del planeta, ven peligrar sus privilegios y buscan, como siempre
han hecho, en la confrontación social el paliativo.
Observen Vds., amigos, como desde las élites
Americanas y Europeas, se resucitan movimientos neofascistas, que creíamos ya
totalmente aniquilados cuando descubrimos los horrores del nazismo a finales de
la segunda guerra mundial; como se fomenta un ultranacionalismo disgregador,
mientras se desacredita la superación del mismo como la creación de entes
supranacionales, de corte federal, que en origen pretendía ser la Unión
Europea. Se nos presenta a estos que buscan su supervivencia, como invasores
que viene a destruir nuestros modelos convivenciales.
En USA, gobierna un curioso personaje como
Donald Trump, que fuera de todo sentimentalismo y con unas proposiciones,
totalmente acordes con el más puro fascismo, construye muros y amenazas a sus
vecinos, para que le contengan del modo que sea la oleada migratoria en sus
fronteras. En Inglaterra, es primer ministro un ultranacionalista, con pinta de
perturbado como Boris Johnson, que aún a costa de llevar a su país a un período
de penurias, y escasez de lo más básico, con tal de cerrar sus fronteras a la
inmigración, pretende abandonar la UE dando un portazo.
Mientras el mar Mediterraneo, se está
convirtiendo en una enorme fosa común, donde más de 18.000 personas han dejado
su vida, en el intento de huir de unas guerras, que ellos no han provocado, de
una miseria que no han buscado y de unos malos tratos, proporcionados por los
esbirros a sueldo de unas élites
planetarias, que solo buscan mantener sus privilegios, robando los recursos
naturales de unos países, a los que impiden se puedan desarrollar.
Este mes de Agosto, los españoles hemos vivido
con especial intensidad, la crisis del barco Open Arms, de la ONG Proactiva,
con más de cien rescatados a bordo, frente a las costas de la isla de Lampedusa,
por culpa de un fascista con cruz de oro
colgada del cuello, Matteo Salvini, ministro del interior en Italia, que
impidió puedieran desembarcar en ninguno de sus puertos.
El nerviosismo de la situación y la
indiferencia con que la UE ha llevado el asunto, o quizás mejor decir, se ha
despreocupado del asunto, ha provocado la apertura de un debate público, que se
está resolviendo muy negativamente, tanto para Italia como país, como para el actual gobierno en funciones de
España y la propia ONG Open Arms, cuya negativa al ofrecimiento del gobierno de
Pedro Sánchez de desembarcar en los puertos de Baleares u otros, no ha sido
aceptada por la ONG, con excusas, algo peregrinas, además de haber rechazado
desembarcar en Malta, después que el gobierno maltés hubiera llegado a un
acuerdo con el español; no ha sido entendida por nadie.
Soy de los convencidos que la UE, debe tomar
cartas en este asunto y de manera urgente, creo que debería montar un servicio
de Salvamento marítimo al estilo del que España tiene y que recoge diariamente
a muchísimos náufragos de las pateras que cruzan el estrecho de Gibraltar para
llegar a nuestras costas, en lugar de mirar hacia otro lado y dejar que sean la
ONG y los propios países ribereños quienes se encarguen del problema.
A más largo plazo la UE debería trazar un plan
y liderar su ejecución, que permita el progreso económico y social del
continente negro, echando de allí a los especuladores sin escrúpulos de
occidente y pagando un precio justo por los recursos naturales de que de allí
se extraen y que necesita la industria Europea y occidental en general, con el
fin que a través de los beneficios que se obtengan, se pueda encarrilar el
progreso de estos países evitando así que sus habitantes tengan necesidad de
emigrar.
Soy
consciente que la UE, se encuentra en horas bajas y que su principal enemigo
los USA, la está atacando fuerte y sin piedad por varios flancos, con todo creo
que si en este asunto de la migración, sigue como hasta ahora, o sea mirando
para otro lado como si no fuera con ella, su fin está más cerca de lo que
podríamos pensar.