Aunque en los años 90, del pasado siglo XX, y a primeros del XXI, la
extrema izquierda se llamaba antiglobalización, situando a este fenómeno como
un perverso invento capitalista; hoy deberíamos admitir sin género de duda, que
la globalización en si no es de derechas ni de izquierdas si no, consecuencia
directa del avance de la tecnología que nos permite abordar de forma colectiva,
una serie de problemas que trascienden en mucho del ámbito nacional, como es
por ejemplo la emergencia climática, o las nuevas epidemias como la del corona
virus, además de otros muchos, como por ejemplo los graves conflictos armados
que asolan buena parte del planeta y que se evitarían con un mundo globalizado
de verdad, económica y políticamente hablando, estructurado en un sistema
federal, donde el diálogo, la negociación y el pacto, fueran los principios
básicos de la organización social.
Es cierto sin embargo, que la socialdemocracia entró en crisis a partir del
momento, en que no supo entender la globalización como fenómeno evolutivo hacía
una sociedad moderna y se anquilosó en la vieja idea de un mundo divido en
clases sociales, donde una élites muy poderosas dominan y explotan a sus
inferiores, en lugar de buscar su papel en la construcción de este nuevo mundo;
todo ello acompañado de un aburguesamiento de sus dirigentes les llevó a perder
toda posición de poder en Europa en beneficio del neoliberalismo, al no poder
afrontar desde posiciones izquierdistas la grave crisis económica que empezó el
2007.
Hoy afortunadamente para las clases medias y bajas, las tornas han cambiado
y la socialdemocracia recupera sus principios fundamentales, nuevos y jóvenes
dirigentes, devuelven la ilusión a votantes y militantes desde análisis
correctos de la realidad social y buscando nuevas soluciones dentro de los
principios básicos, Libertad, Igualdad y Solidaridad. Todo empezó en Portugal,
cuando los Socialistas, pactando con Comunistas e Izquierda Radical,
consiguieron arrebatarle el gobierno a la derecha y aplicando políticas de
izquierda lograron ajustar sus parámetros económicos a las exigencias de
Bruselas, sin recortes de servicios sociales y aumentando los ingresos en base
a más impuestos para las clases pudientes. Le siguió España, donde los poderes
fácticos lo intentaron todo para cargarse a Pedro Sánchez cuando se olieron que
el líder socialista emularía a sus vecinos portugueses e intentaría pactar con
Podemos e Izquierda Unida para aplicar políticas de izquierda y mirar de salir
de la crisis. La militancia socialista resultó decisiva, para mantener a Pedro
Sánchez en la secretaría general del PSOE, elevándolo a la presidencia del
gobierno a la menor oportunidad. Hoy el PSOE en coalición con PODEMOS gobierna
España aplicando políticas de izquierda del Siglo XXI, esta que ya no es
antiglobalización si no que intenta adaptarla en beneficio de toda la sociedad
y no solo de unos cuantos privilegiados.
Ello nos está conduciendo a una gran consideración del Presidente del
Gobierno y de todo su equipo en todos los ámbitos de la UE, siendo incluso admirado
y tomado como referente por parte de la izquierda Alemana e Italiana, por
cuanto intuyen que han sabido encontrar el camino de futuro para una nueva
sociedad dentro de los cánones de la justicia social.
Todo parece indicar que la socialdemocracia, que entró en profunda crisis
en Europa, hoy vuelve a emerger y situarse en el primer plano de la política,
una socialdemocracia que ha superado sus miedos, sus dudas y sus
contradicciones, adaptando su discurso a
la nueva realidad social. Además de España y Portugal, en otros países de
Europa se percibe este renacimiento, como en Dinamarca, Suecia y Finlandia,
como en Alemania e Italia.
El discurso antiglobalización, ha sido desplazado de todos los escenarios,
observen Vd. amigos que a los grupos extremistas que antes se les llamó
antiglobalización, hoy se les denomina anti sistema, porqué incluso ellos
aceptan a la globalización como algo imparable y con lo que van a tener que
aprender a convivir. Ello sin embargo no significa que se acabe con el discurso
nacionalista si no que algunos, en particular la extrema derecha, siguen
interesados en la división social en base a naciones y a ser posible
enfrentadas entre sí, e incapaces de alcanzar el tamaño suficiente como para
combatir a las grandes corporaciones industriales, de servicios y financieras, que acaban dominando el mundo
fuera de cualquier principio democrático, pues a ellos no los elige nadie y los
políticos, sean del bando que sean, acaban estando a su servicio rindiéndoles
incluso pleitesía, como estamos comprobando particularmente en España, con
Felipe González, a sueldo del multimillonario Carlos Slim, y algunos barones
socialistas, o José Maria Aznar y un
gran sector del PP, a sueldo de Murdoch el gran magnate de los medios de
comunicación
Ya lo dice el profesor de economía estadounidense Dani Rodrik, al plantear
su famoso trilema, La globalización económica en un mundo dividido en Naciones
Estado es solo gobernable mediante lo que se viene en llamar dictadura de los
mercados. Por el contrario, si pretendemos defender el sistema democrático en
un mundo globalizado, solo nos queda caminar hacía la globalización política en
el mundo entero basándola en un sistema federal. Para iniciar el camino a esta
democracia plena deberíamos primero avanzar hacia grandes estructuras federales
capaces de tener el suficiente poder económico que supere con creces el de
cualquier corporación de las que antes mencionamos; Una UE estructurada como
los Estados Unidos de Europa, estaría en condiciones de plantar cara a
cualquier multinacional que se precie e imponer sus condiciones en beneficio de
toda la sociedad que representa frente a los intereses de unos pocos
accionistas de cualquier multinacional.
Acuérdense amigos del refrán “El que paga manda