Escribo este artículo a las siete y media de la mañana del lunes, día 29 de noviembre, después de constatar que el giro a la derecha en Cataluña, en las elecciones del día de ayer, solo se puede calificar de avasallador.
Después de siete años de gobierno de izquierdas encabezado por el Partido Socialista, los catalanes no solo han vuelto a depositar su confianza de forma mayoritaria en la derecha nacionalista que representa Convergencia i Unió, si no que además han dado un respaldo considerable al Partido Popular que ha permitido a esta formación romper su techo electoral. Entre los dos configuran una cómoda mayoría del 60% de los escaños parlamentarios; que no hace otra cosa que confirmar, que nuestro país no es tan distinto del resto de Europa y el mundo llamado occidental, donde parece que en el personal ha calado profundamente el mensaje neoconservador, del individualismo y del hombre hecho a si mismo aunque sea a costa de los demás, en frente a unos valores socialistas, de progreso conjunto, solidaridad y justicia social.
Es del todo innegable que el gobierno encabezado por José Montilla ha debido luchar, en particular los últimos cuatro años, contra los continuos ataques que desde el nacionalismo catalán CiU y español PP, se le lanzaban directamente o indirectamente, a través de recursos contra el estatuto, excelentemente administrados en el tempo y en la forma, por un caducado TC para causar el máximo daño, a la que se consideró principal objetivo del tripartito en sus primeros años de legislatura. No hay que olvidar tampoco el giro radical de ERC, que de un principio aparcó sus reivindicaciones independentistas, cuestión que sin ningún lugar a dudas permitió el pacto, para optar en los últimos tiempos a una posición totalmente extremista que le ha conducido al fracaso más estrepitoso. Tampoco se puede librar el otro socio, ICV EUiA que ha demostrado su incapacidad en gestionar adecuadamente las responsabilidades que les fueron asignadas de interior y medioambiente, estallándoles de manera pública y notoria, numerosos conflictos en ambos departamentos.
El gobierno español, que preside José Luis Rodriguez Zapatero y el partido hermano del socialismo catalán el PSOE, tampoco han puesto las cosas fáciles al tripartito catalán, con su incomprensión manifiesta a los planteamientos federalistas que desde el PSC, se vienen haciendo y tildándolos de nacionalistas incluso, en algunas ocasiones, con una demostración de ceguera a una forma de organización territorial en España que puede solucionar los más ancestrales conflictos.
Por todo ello, y a toro pasado, se me ocurre que de cara a sus intereses quizás el gran fallo del PSC, estuvo en conformar el segundo tripartito después de las elecciones del 2006, y dada la circunstancia por aquel entonces de una ERC que había votado en contra del Estatut, lo mejor hubiera sido dejar que la fuerza ganadora en escaños y votos CiU, formara gobierno sola, con apoyos parlamentarios del PP y ERC, en una situación de total debilidad y con una época especialmente conflictiva que se avecinaba. Quizás hoy estaríamos hablando en otros términos. Pero no hagamos política ficción el caso es que pensando más en los intereses de Cataluña que en los suyos propios, el PSC decidió seguir hace cuatro años en la brecha del gobierno y hoy digerir el estrepitoso fracaso que las urnas le han otorgado; donde incluso, algunos de sus más fieles votantes, no se han conformado en engrosar las filas de los abstencionistas, si no que directamente se han pasado a sus rivales.
España es el único país, de cierta relevancia en la Unión Europea con un gobierno socialista, y por tanto el que más números tiene para ser atacado de lleno por estos grandes tiburones internacionales, que en su lucha contra el Euro y la Unión Europea, en el afán de demostrar la inviabilidad generalizada del llamado estado del bienestar, tienen sentenciado a muerte todo aquello que huela a socialismo, no sea que acaben tiendo que pagar la crisis o una buena parte de ella y no sean las clases populares quienes lo hagan, y mucho menos ahora que ya las tienen convencidas, de las maldades del socialismo, y las bondades del individualismo. Rodriguez Zapatero, y el PSOE en general, deberían tomar buena nota de lo ocurrido en Cataluña ayer día 28 de Noviembre, no sea que en el 2012, ya no estén a tiempo de intentar poner barreras al tsunami conservador que se nos viene encima.
Como he dicho al principio, la presente reflexión es muy poco meditada; aunque quizás, por aquello de que la primera impresión es la que vale, no esté del todo desacertada.
Después de siete años de gobierno de izquierdas encabezado por el Partido Socialista, los catalanes no solo han vuelto a depositar su confianza de forma mayoritaria en la derecha nacionalista que representa Convergencia i Unió, si no que además han dado un respaldo considerable al Partido Popular que ha permitido a esta formación romper su techo electoral. Entre los dos configuran una cómoda mayoría del 60% de los escaños parlamentarios; que no hace otra cosa que confirmar, que nuestro país no es tan distinto del resto de Europa y el mundo llamado occidental, donde parece que en el personal ha calado profundamente el mensaje neoconservador, del individualismo y del hombre hecho a si mismo aunque sea a costa de los demás, en frente a unos valores socialistas, de progreso conjunto, solidaridad y justicia social.
Es del todo innegable que el gobierno encabezado por José Montilla ha debido luchar, en particular los últimos cuatro años, contra los continuos ataques que desde el nacionalismo catalán CiU y español PP, se le lanzaban directamente o indirectamente, a través de recursos contra el estatuto, excelentemente administrados en el tempo y en la forma, por un caducado TC para causar el máximo daño, a la que se consideró principal objetivo del tripartito en sus primeros años de legislatura. No hay que olvidar tampoco el giro radical de ERC, que de un principio aparcó sus reivindicaciones independentistas, cuestión que sin ningún lugar a dudas permitió el pacto, para optar en los últimos tiempos a una posición totalmente extremista que le ha conducido al fracaso más estrepitoso. Tampoco se puede librar el otro socio, ICV EUiA que ha demostrado su incapacidad en gestionar adecuadamente las responsabilidades que les fueron asignadas de interior y medioambiente, estallándoles de manera pública y notoria, numerosos conflictos en ambos departamentos.
El gobierno español, que preside José Luis Rodriguez Zapatero y el partido hermano del socialismo catalán el PSOE, tampoco han puesto las cosas fáciles al tripartito catalán, con su incomprensión manifiesta a los planteamientos federalistas que desde el PSC, se vienen haciendo y tildándolos de nacionalistas incluso, en algunas ocasiones, con una demostración de ceguera a una forma de organización territorial en España que puede solucionar los más ancestrales conflictos.
Por todo ello, y a toro pasado, se me ocurre que de cara a sus intereses quizás el gran fallo del PSC, estuvo en conformar el segundo tripartito después de las elecciones del 2006, y dada la circunstancia por aquel entonces de una ERC que había votado en contra del Estatut, lo mejor hubiera sido dejar que la fuerza ganadora en escaños y votos CiU, formara gobierno sola, con apoyos parlamentarios del PP y ERC, en una situación de total debilidad y con una época especialmente conflictiva que se avecinaba. Quizás hoy estaríamos hablando en otros términos. Pero no hagamos política ficción el caso es que pensando más en los intereses de Cataluña que en los suyos propios, el PSC decidió seguir hace cuatro años en la brecha del gobierno y hoy digerir el estrepitoso fracaso que las urnas le han otorgado; donde incluso, algunos de sus más fieles votantes, no se han conformado en engrosar las filas de los abstencionistas, si no que directamente se han pasado a sus rivales.
España es el único país, de cierta relevancia en la Unión Europea con un gobierno socialista, y por tanto el que más números tiene para ser atacado de lleno por estos grandes tiburones internacionales, que en su lucha contra el Euro y la Unión Europea, en el afán de demostrar la inviabilidad generalizada del llamado estado del bienestar, tienen sentenciado a muerte todo aquello que huela a socialismo, no sea que acaben tiendo que pagar la crisis o una buena parte de ella y no sean las clases populares quienes lo hagan, y mucho menos ahora que ya las tienen convencidas, de las maldades del socialismo, y las bondades del individualismo. Rodriguez Zapatero, y el PSOE en general, deberían tomar buena nota de lo ocurrido en Cataluña ayer día 28 de Noviembre, no sea que en el 2012, ya no estén a tiempo de intentar poner barreras al tsunami conservador que se nos viene encima.
Como he dicho al principio, la presente reflexión es muy poco meditada; aunque quizás, por aquello de que la primera impresión es la que vale, no esté del todo desacertada.