A veces tengo la impresión
que el gobierno de Mariano Rajoy, tiene complejo de breve, o sea que todo y
haber logrado una amplia y suficiente mayoría absoluta, no va a durar los
cuatro años de legislatura. Quizás tengan razón si atenemos que las crecientes
movilizaciones contra sus medidas de recortes y desmantelamiento del estado del
bienestar, se están incrementando día tras día, como consecuencia de los
pésimos resultados, que su gestión de la crisis económica nos procura.
Digo esto, porque si atendemos a las propuestas del ministro de Justicia, D. Jose Maria Ruiz Gallardón, aquel que tiempos ha era considerado como la cara progre del PP y que finalmente nos ha salido lo más integrista del régimen, notamos como una cierta prisa en aplicar medidas, que con toda seguridad con un gobierno progresista resultarían impensables de conseguir. Así tenemos una nueva ley del aborto, muy propia de los tiempos del nacional catolicismo que pretende substituir a una de las normas, en este tema, en línea con las más progresistas de la Europa occidental.
Pero por otro lado, lo que sorprende, es la cantidad ingente de indultos que cada día, aunque de manera discreta, el gobierno otorga a personajes del Partido Popular, u otros afines como CiU, convictos de delitos de corrupción o malversación de caudales públicos la mayoría de ellos. ¿Es que no les ha bastado la afinidad sin par con un poder judicial, capaz incluso del propio desprestigio institucional, para amparar a unos corruptos que nunca deberían de haber ocupado cargo alguno?
Porque no me negaran amigos, que los casos del presidente valenciano Francisco Camps, o el de Castellón, Carlos Fabra, y más recientemente el de Carlos Divar han dejado el prestigio de poder judicial por los suelos a ojos de todos los españoles, a los que se ha privado incluso de la confianza en la justicia, un elemento esencial en todo estado de derecho.
Con toda seguridad y suponiéndoles a nuestros gobernantes un mínimo de inteligencia, es seguro se dan cuenta que el tremendo fracaso de sus medidas económicas, añadido a la puesta en evidencia que ni una, tan solo de sus promesas electorales han cumplido, forzosamente les acorta sin duda su estancia en el poder. Las movilizaciones en las calles, y la tendencia a la baja en todos los sondeos, además de la extraordinaria rapidez con que se precipitan los acontecimientos, es fácil deducir que en los próximos meses una sublevación ciudadana, o una decisión de las altas instancias europeas les eche del poder.
Sin duda alguna esta es la razón que ha obligado al ilustrísimo ex alcalde de Madrid, el que elevó la deuda municipal hasta límites insospechados mientras se presentaba como la cara civilizada de la derecha más cavernícola de Europa, (me aseguran que es el quien presenta la lista de indultados en los consejos de ministros); a volverse extremadamente reaccionario e intentar en un tiempo récord lavar en lo posible la imagen de corruptos de gran parte de los cargos públicos del Partido Popular, perdonándoles las penas a las que han sido condenados a fin que en cuanto el PP sea relevado del gobierno, no quede nadie, o al menos muy pocos, que puedan mantener en la memoria colectiva el período de mas corrupción en España después del franquismo, con el amparo del Partido aglutinador de la derecha en nuestro país.
Son muchas las cosas que
quedaron pendientes en la que se convino en llamar ejemplar transición a la
democracia en nuestro país, entre ellas el romper de verdad con el franquismo
ideológico y lo que ya he hablado en distintas ocasiones en este mismo blog, la
democratización del tercer puntal del estado de derecho, el poder judicial. Un
trabajo duro y difícil, pero absolutamente imprescindible, que el próximo
gobierno izquierdista deberá afrontar sin demora, para consolidar
definitivamente la democracia en nuestro país.