El pasado viernes día
18 de marzo de 2016, llamado por los católicos, viernes de dolores; los máximos
mandatarios de la UE decidieron dar vía libre al acuerdo con Turquia, por el
que a cambio de unos 6.000 millones de Euros, el euroasiático país, se
compromete a retener en su territorio, en condiciones infrahumanas a más de 4
millones de seres humanos, que huyen despavoridos del más grave de los terrores
a los que se puede someter a un colectivo, como es una guerra.
Nuestros
“civilizados” grandes mandatarios han decidido ceder, de forma vergonzante a
las demandas de una extrema derecha, racista y xenófoba, con la vana esperanza
de evitar mayores desmanes que en gran parte de los países de la UE, pueden
impulsar las formaciones ultranacionalistas, que con un facilón discurso
proteccionista de regreso al nacionalismo puro y duro, comen el coco a las
masas, asegurando una de las mayores falsedades, que es en la nación y dentro
de las propias fronteras, donde se consigue la autoprotección frente a una
crisis económica de carácter mundial.
Desde la derecha
extrema, en todo el mundo, (Donald Trump incluido), se emite la idea que el
movimiento migratorio, quizás más grande en toda la historia de la humanidad,
no es debido a la salvaje expoliación de
recursos naturales, que el llamado primer mundo ha sometido a ciertas zonas del
planeta, y que frenando esta, e inspirándose en los grandes valore humanos, en
particular la solidaridad, se solucionarían en buena parte; si no a la gran
mentira de un afán invasor de ciertos pueblos, que han decido apropiarse del
bienestar, donde los ciudadanos del mundo llamado civilizado hace un tiempo
estamos instalados.
Hablan de invasión
los grandes del planeta, incluso los gerifaltes religiosos de la iglesia
católica en nuestro país, aunque una simple operación matemática desbarata por
completo esta afirmación. Según datos de 2014, los países de la UE, suman un
total de 507.416.607 habitantes, entendiendo que ellos son personas legales en
cada uno de los países de la UE. Otro dato a tener en cuenta, es que la ACNUR,
el organismo de la ONU, que se encarga de estudiar el movimiento de refugiados,
estima en 4.000.000 la cantidad de ciudadanos sirios desplazados fuera de sus
fronteras, y que pretenden acceder a la UE. Una simple división, nos indican
que estos representan solo el 0,78% de la población europea. ¿Puede hablarse de
invasión, y de que el 0,78%, conseguiría aniquilar la cultura y valores
europeístas? O sería más bien al contrario, que si no ellos directamente, sus
hijos y nietos, los que acabarían adaptándose e integrándose a nuestra cultura.
Observen amigos, un detalle, la católica Polonia, con sus 38.495.659
habitantes, representando el 7,59% de la población total, le correspondería una
cuota de 303.600 refugiados; el nacionalismo polaco, viene diciendo que teme,
la posibilidad que 300.000, hagan cambiar a 38,5 millones de ciudadanos. En
España, con nuestros 46.507.760, o sea el 9,17% , nos corresponderían 366.800
¿De verdad alguien, en su sano juicio, puede pensar que estas cantidades son
capaces de desestabilizar ni de imponer nada?
El razonamiento me
lleva a preguntarme, ¿Porqué este interés de los poderosos del planeta, en no
avanzar hacia la superación del concepto estado nación? ¿Porqué este empeño en
resucitar el viejo nacionalismo disgregador y confrontador? La única respuesta
razonable, la encuentro en el trilema de Rodrik, donde se razona claramente la
incompatibilidad, de una economía globalizada, junto a una organización en
estados nación, frente a un sistema democrático; y que la globalización
gestionada democráticamente solo es posible, con la superación del concepto
estado nación, a través del federalismo. Las élites económicas, hace ya unos
años, apostaron por la globalización de la economía, porqué es el sistema que
les permite aprovechar todas las ventajas, de un mundo cargado de
desigualdades, aprovechar bajos salarios en algunas partes del planeta,
condiciones laborales similares a la esclavitud, etc, etc y por otro lado la
atomización política, en estados nación, aislados el uno del otro, impide la
dimensión suficientemente grande para que un sistema democrático, les pueda
hacer sombra alguna, y acabe todo el mundo dependiendo de ellos y de las
condiciones que nos quieran imponer, solo en base a ser poseedores de los
títulos de deuda, que cada estado ha debido emitir para su financiación, es lo
que hace unos años convinimos en llamar dictadura de los mercados, denominación
que por cierto ha desaparecido de de todos los medios de comunicación y
artículos de opinión.
Si hasta aquí mi
deducción es acertada, el panorama de futuro inmediato que se nos presenta, no
es precisamente halagador, pues si lo que nos espera es ser puestos en manos de
unos especuladores sin escrúpulos, y que lo que hasta hoy hemos conocido como
democracia, se quede en un mero papel mojado, donde lo que se nos permita
elegir, sean unos simples peones de las élites antes citadas, aviados vamos.
Pienso que ya va
siendo hora, que reaccionemos de una vez, que nos dejemos de demagogias y de
utopías que no nos llevan a ningún sitio y volvamos a organizarnos, como
hicieron nuestros abuelos, aunque con la idea del mundo actual. Que los
sindicatos de cada estado nación, bajo la concepción internacionalista, se
sienten alrededor de una mesa, para encontrar todo aquello que les une y
trazar las líneas para un futuro, donde
las clases medias y populares, dejen de lado el concepto patria, para asumir,
de nuevo la conciencia de clase. Pero esto amigos, es tema para otro artículo
que les prometo escribir próximamente.
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