domingo, 7 de febrero de 2016

NACIONALISMO Y SOCIALISMO CONCEPTOS INCOMPATIBLES


 
Los que siguen habitualmente mis escritos, ya saben que considero el nacionalismo como una teoría caduca, que si bien en el pasado siglo XIX, sirvió como base de la organización territorial a la Revolución Industrial, permitiendo que esta se desarrollase hasta su punto más álgido; hoy, cuando la sociedad ha iniciado una nueva Revolución, la que se denomina Digital, demanda nuevas formas de organización, que no pueden tener satisfacción desde el nacionalismo, si no que requieren de otras formas, que permitan profundizar en la democracia y permitir una participación de los ciudadanos, mucho más efectiva que la de votar simplemente cada cuatro años.

Es aquí donde entra en acción el Federalismo, un concepto que durante el siglo XX, ha ido evolucionando desde los principios anarquistas  donde nació en el XIX, hacía fórmulas prácticas que casan perfectamente con los principios básicos del socialismo democrático, que día a día está adquiriendo carta de naturaleza en el convulso mundo actual, como la gran solución a los graves problemas de crisis económica y de valores a los que nos enfrentamos.

Sin embargo, la idea nacionalista, muy arraigada en nuestra sociedad en particular desde 1914 cuando la burguesía planetaria decidió resolver una crisis sistémica del capitalismo, en base a una gran confrontación armada; proclamando el patriotismo como el máximo exponente del valor humano, mandando a miles de jóvenes y no tan jóvenes a una muerte segura en las trincheras, que en suelo europeo se excavaron con prontitud y no dudando en asesinar a aquellos socialistas que alzaban su voz en contra de tamaña barbaridad, como fue el caso de Jean Jaurés.

Hoy, cuando una nueva crisis sistémica, azota con crueldad a los más débiles de la escala social y de nuevo la clase de los privilegiados, resistiéndose a reconocer sus errores, pelea con distintas artimañas en defensa de su estatus, renaciendo en Europa el viejo discurso nacionalista, que pide el cierre de fronteras, como autoprotección frente a un problema con los refugiados siros, afganos, etc. que el propio sistema ha creado, y no sabe cómo resolver de forma adecuada y justa, el socialismo democrático, sufre en sus carnes de nuevo la división entre aquellos que abandonado el internacionalismo que les es propio, se refugian en el pensamiento nacionalista, no dudando incluso en tener la desfachatez, de promover alianzas entre socialistas y nacionalistas de la derecha más rancia.

En verdad les digo amigos, que sin presumir de claridad de ideas, si debo decirles que me siento altamente indignado, cuando oigo las manifestaciones de algunos líderes socialistas españoles de la vieja escuela, como Felipe González, abogando porque el PSOE se abstenga y permita un gobierno del Partido Popular encabezado por Mariano Rajoy, u otros que parecen renacidos zombies como Barrionuevo o Leguina, en el mismo sentido. O incluso a los del nuevo cuño como la joven presidenta de la Comunidad Autonoma andaluza, a la que le oigo demasiadas veces pronunciar la expresión “Unidad de España”, que me retrotrae a mi juventud, en los tiempos de la ultranacionalista dictadura de Franco, cuando esta expresión formaba parte de la cotidianidad.  En cuanto a esto, agradezco a Pedro Sánchez, la utilización de la expresión “Integridad de España”, que sin las connotaciones anteriormente expuestas, expresa mucho mejor el pensamiento que en este sentido compartimos la gran mayoría de los socialistas españoles.

Creo que en beneficio de todos, sería altamente conveniente que el PSOE se sacudiese de encima el nacionalismo que parece, algunos de sus miembros siguen teniendo demasiado interiorizado, del mismo modo que el PSC en Cataluña ha sabido hacerlo aún a costa de sufrir traumáticas escisiones de las que empieza a recuperarse, y debería hacerlo, porqué en un mundo globalizado, si pretendemos siga siendo democrático, solo es posible en base a una organización puramente federal, de gobiernos multinivel con competencias exclusivas y claramente definidas.

Recuerden amigos el trilema de Rodrik donde claramente se percibe, como el mantenimiento del Estado Nación, y la Globalización tiene como consecuencia la pérdida de la Democracia, pues tiene como base una situación de tipo imperialista, o la denominada dictadura de los mercados O que el mantenimiento de la situación del pasado siglo XX, después de la segunda guerra mundial de compatibilizar la Democracia con el Estado Nación,  imposibilita de todas maneras la Globalización, como se fijó en los acuerdo Bretton Woods, en 1944 y que permitieron, la recuperación europea, en base al predominio de una potencia en el mundo llamado occidental como los EEUU, (la moneda de referencia en el mundo occidental fue desde entonces el dólar).

Hoy, cuando se apuesta por un mundo multipolar, cuando la globalización es un hecho y empezamos a ver como imprescindible, organizarnos en entes supraestatales como la UE, con el fin de repartir mejor la riqueza generada y evitar el dominio de potencia alguna. O sea mantener la democracia en una economía globalizada, nos encontramos que solo las estructura federales con los gobiernos multinivel, o sea en detraimiento y menos empoderamiento del estado nación, es la única forma en que podremos lograrlo, siendo el único camino a un futuro más justo socialmente hablando.

Por todo lo expuesto hasta aquí, y otras experiencias históricas que no explico a fin de no hacer demasiado farragoso este apunte, cabe deducir lo que se refleja en el título de este artículo, la total y absoluta incompatibilidad del nacionalismo con el socialismo, por lo que ojo al parche, Susana Díaz, Felipe González y compañía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario