Los estudiantes han dicho basta, los obreros están exigiendo a sus sindicatos un liderazgo en las protestas contra una reforma laboran a todas luces injusta, mala e innecesaria, con la que una clase empresarial indigna de tal nombre, pretende dar competitividad a una maltrecha economía, que su desmesurada ambición y egoísmo han situado al fondo de un profundo abismo.
Hace tan solo cuatro meses, Rajoy ganaba unas elecciones por mayoría absoluta, después de una campaña electoral basada en mentiras y falsedades donde un pueblo español decepcionado decidió castigar un gobierno socialista atado de pies y manos a una derecha dominante en la Unión Europea, que no pudo o quizàs no supo gestionar como debía, además de no explicar sus decisiones con la suficiente claridad, puede que por no disponer de los medios de comunicación en su bando y por el contrario habiendo de soportar una avalancha de críticas de los informadores del sector derechista de la sociedad.
El mensaje estrella de Don Mariano, y que al parecer muchos de los ciudadanos creyeron pies juntillas, fue el que con la presencia de su equipo en la Moncloa los poderes fácticos de Europa girarían 180º por la confianza que ellos inspiraban, y porqué estaban dispuestos a tomar las medidas necesarias por duras que fueran, sin el mínimo temblor de su pulso. Es aquí donde se ha puesto de manifiesto la primera gran falsedad de las promesas electorales, al suceder exactamente todo lo contrario de lo que se pronosticaba en los mítines y comparecencias televisivas del líder derechista. El pasado 1 de marzo Don Mariano recibía el primer gran bofetón de la UE cuando la comisión le ha negado la posibilidad de flexibilizar la estricta norma que le obliga a terminar el presente año con un déficit público la mitad exactamente de lo que ha sido el del 2011, y aunque el, en un alarde de soberanismo rancio, haya proclamado una cifra superior a la indicada, en pocos días se ha encontrado, con una terrible bajada de las bolsas y una prima de riesgo otra vez por la nubes, cuestión que sitúa de nuevo a España, por delante de Italia, en la primera fila de los países susceptibles de intervención.
La gran medida, dura y que ellos consideran la estrella de sus decisiones, La Reforma Laboral, está resultando un gran fiasco a los ojos de una mayoría de expertos, aunque los políticos de la gran derecha española y europea se deshagan en elogios hacia ella, la verdad es que no solo no conseguirá crear un solo puesto de trabajo, si no que con el aumento de las listas del paro que de entrada procura, más la rebaja de salarios que proporciona, va a acabar de hundir un sector, como los servicios, particularmente la hostelería que aun renqueante seguía manteniendo un cierto ritmo.
Los españoles no deberíamos permitir que esta vez se salgan con la suya, no podemos dejar que nos desmonten un estado del bienestar largamente trabajado, para convertirnos en la Inglaterra Tatcheriana o en la Alemania de Merkel, donde se mantiene la mentira de una tasa baja de paro, cuando una buena parte de la población con sueldos de 400 € está por debajo del umbral de la pobreza, habiendo de trabajar un mínimo de 6 horas diarias. No deberíamos consentir, que sigamos con la paradoja, que mientras miles de familias españolas se ven abocadas a la marginación social, en la lista de Forbes de los más ricos del mundo unos cuantos especuladores nacionales sigan escalando posiciones.
Los partidos de izquierda y el PSOE en primer lugar, deben tomar las riendas de un período de profundos cambios en la sociedad española, donde hay que cambiar las estructuras de poder real, para que pasen a manos de a colectividad. A este efecto les recomiendo la lectura de un interesante articulo de Josep Ramoneda publicado en el diario el Pais con el titulo: La Izquierda y los Nuevos Tiempos
Hace tan solo cuatro meses, Rajoy ganaba unas elecciones por mayoría absoluta, después de una campaña electoral basada en mentiras y falsedades donde un pueblo español decepcionado decidió castigar un gobierno socialista atado de pies y manos a una derecha dominante en la Unión Europea, que no pudo o quizàs no supo gestionar como debía, además de no explicar sus decisiones con la suficiente claridad, puede que por no disponer de los medios de comunicación en su bando y por el contrario habiendo de soportar una avalancha de críticas de los informadores del sector derechista de la sociedad.
El mensaje estrella de Don Mariano, y que al parecer muchos de los ciudadanos creyeron pies juntillas, fue el que con la presencia de su equipo en la Moncloa los poderes fácticos de Europa girarían 180º por la confianza que ellos inspiraban, y porqué estaban dispuestos a tomar las medidas necesarias por duras que fueran, sin el mínimo temblor de su pulso. Es aquí donde se ha puesto de manifiesto la primera gran falsedad de las promesas electorales, al suceder exactamente todo lo contrario de lo que se pronosticaba en los mítines y comparecencias televisivas del líder derechista. El pasado 1 de marzo Don Mariano recibía el primer gran bofetón de la UE cuando la comisión le ha negado la posibilidad de flexibilizar la estricta norma que le obliga a terminar el presente año con un déficit público la mitad exactamente de lo que ha sido el del 2011, y aunque el, en un alarde de soberanismo rancio, haya proclamado una cifra superior a la indicada, en pocos días se ha encontrado, con una terrible bajada de las bolsas y una prima de riesgo otra vez por la nubes, cuestión que sitúa de nuevo a España, por delante de Italia, en la primera fila de los países susceptibles de intervención.
La gran medida, dura y que ellos consideran la estrella de sus decisiones, La Reforma Laboral, está resultando un gran fiasco a los ojos de una mayoría de expertos, aunque los políticos de la gran derecha española y europea se deshagan en elogios hacia ella, la verdad es que no solo no conseguirá crear un solo puesto de trabajo, si no que con el aumento de las listas del paro que de entrada procura, más la rebaja de salarios que proporciona, va a acabar de hundir un sector, como los servicios, particularmente la hostelería que aun renqueante seguía manteniendo un cierto ritmo.
Los españoles no deberíamos permitir que esta vez se salgan con la suya, no podemos dejar que nos desmonten un estado del bienestar largamente trabajado, para convertirnos en la Inglaterra Tatcheriana o en la Alemania de Merkel, donde se mantiene la mentira de una tasa baja de paro, cuando una buena parte de la población con sueldos de 400 € está por debajo del umbral de la pobreza, habiendo de trabajar un mínimo de 6 horas diarias. No deberíamos consentir, que sigamos con la paradoja, que mientras miles de familias españolas se ven abocadas a la marginación social, en la lista de Forbes de los más ricos del mundo unos cuantos especuladores nacionales sigan escalando posiciones.
Los partidos de izquierda y el PSOE en primer lugar, deben tomar las riendas de un período de profundos cambios en la sociedad española, donde hay que cambiar las estructuras de poder real, para que pasen a manos de a colectividad. A este efecto les recomiendo la lectura de un interesante articulo de Josep Ramoneda publicado en el diario el Pais con el titulo: La Izquierda y los Nuevos Tiempos
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