lunes, 3 de agosto de 2009

EL EMPRESARIADO ESPAÑOL




¿Que es un empresario? Zoilo Pallares, Diego Romero y Manuel Herrera, autores del libro «Hacer Empresa: Un Reto», definen al empresario como "una persona, entidad o grupo de personas que independientemente o asociadas, por voluntad propia y motivaciones individuales (dichas motivaciones pueden ir desde la satisfacción de hacer las cosas por si mismas, hasta alcanzar cierto tipo de poder o distinción social), decide asumir un riesgo en la realización de una actividad económica determinada y en la cual aspiran a tener éxito"


He escogido esta definición entre muchas otras que se pueden encontrar, por el hecho que al no hablar de beneficio económico, al menos directamente, se ajusta muy bien a mi criterio de lo que habían sido a partir de la revolución industrial, aquellas persones que supieron aprovechar las circunstancias que ofrecían las nuevas tecnologías, para crear nuevas fuentes de riqueza.


En los pretéritos tiempos del siglo XIX, cuando el fenómeno de la industrialización, asomaba en algunas regiones de España, como Cataluña, Euskadi, Valencia, Asturias, etc. y la sociedad se reorganizaba en base a dos grandes grupos sociales, el proletariado y la burguesía y el sistema capitalista se abría paso en nuestro país, las inversiones consideradas sólidas, se efectuaban para obtener una rentabilidad a largo plazo, y consistían fundamentalmente en la creación de una fábrica o unidad de producción de bienes o servicios, que tardaba un tiempo en consolidar-se. O sea y dicho en palabras llanas, se trataba de poner un duro, para recoger siete pesetas, al cabo de dos o tres años.


Hay que decir también, que ya en aquella época, y quizás como consecuencia inevitable del propio sistema capitalista, se puso en marcha el mercado de valores, donde se procuraba la financiación de las empresas, en base a la compra venta de acciones de grandes compañías, abriendo paso a unas fuertes rentabilidades o perdidas, según fuera el caso, de los capitales invertidos, es decir la especulación; en palabras llanas como en el caso anterior, poner un duro hoy, para recoger mañana 15 pesetas.


Si embargo, en aquellos tiempos remotos, el juego de la bolsa y la especulación consiguiente, representaba un pequeño porcentaje sobre el total de la economía, situación que hoy, por obra y gracia de unos cuantos años de neoliberalismo dejado de la mano de Dios, se ha invertido completamente, hasta el punto de hacerse necesario improvisar grandes burbujas especulativas en sectores como la vivienda o las nuevas tecnologías, a fin de procurar aparentes beneficios en unos muchos, para garantizar reales ganancias a unos pocos privilegiados.
Las burbujas han estallado y nos han sumido a todos en una crisis de dimensión internacional, que en nuestro país, según los expertos tiene mal pronóstico, por el hecho de la gran dependencia del sector inmobiliario.


El gobierno socialista que preside José Luis Rodriguez Zapatero, empieza hablar, a mi entender con muy buen criterio, de la necesidad de encontrar un nuevo sistema económico, con unas bases mucho mas sólidas, que no el que hasta ahora hemos venido manteniendo. Para ello, ha intentado poner de acuerdo a todos los sectores principales interesados, como los sindicatos y el empresariado, al fin de conseguir de unos y otros los sacrificios imprescindibles para el asentamiento de las bases de nuestro futuro económico inmediato. En este lance, el fracaso a sido rotundo, por una total falta de visión de los líderes de nuestra clase empresarial, que parecen no darse cuenta de la necesidad de cambiar los esquemas, y siguen empecinados en construir sobre las antiguas cimentaciones, confiando en la recuperación de la especulación, inmobiliaria como base del sistema económico nacional.


¿Existen verdaderos empresarios en nuestro país?


Si analizamos las actuaciones y declaraciones de la cúpula de la CEOE, casi deberíamos concluir que no, que nos encontramos delante de un grupo de patanes, chisgarabís, nuevos ricos, con el único afán en la vida de ver crecer su cuenta corriente sin importarles lo más mínimo como. Pero esta conclusión resulta del todo errónea, pues la existencia de una base industrial, formada por pequeñas y medianas empresas en muchos puntos del país, así como cooperativas, fundamentalmente en el País Vasco y sociedades anónimas laborales, surgidas en el período de crisis de los años 70 en España; nos demuestran que la verdadera clase empresarial española, si está dispuesta a algo mas que la pura obtención de beneficios, algo más que procure por el crecimiento del país en general y de toda su sociedad. Gente dispuesta a obtener rentabilidades a largo plazo, aunque consolidadas, por el esfuerzo personal del empresario y el colectivo de las plantillas de trabajadores.


Estos días vivimos, la ruptura del llamado dialogo social, como hemos dicho antes, por la intransigencia y cortedad de miras de los líderes patronales y en verdad hay que decir que se trata de un escollo en el camino de la recuperación, aunque no dudo que esta base empresarial que hemos mencionado, sabrá imponerse y substituir o meter en vereda a sus líderes, no solo por su bien si no por el de todo el país.

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