domingo, 28 de diciembre de 2014

QUE HICIMOS MAL




Empiezo a escribir esta nota, justo cinco días antes de terminar el fatídico año 2014, año en el que por un lado, el gobierno de la derecha más cavernícola de Europa, pretende seguir engañando a los ciudadanos, con una especie de milagrosa recuperación económica, imperceptible por los trabajadores y la clase media, y por otro a estos mismos se nos despierta de nuevo la esperanza, con un PSOE totalmente renovado, que reconociendo errores del pasado, elabora un programa coherente en el que se habla de blindar constitucionalmente los derechos sociales adquiridos, con esfuerzo y tenacidad, en el período constitucional y de estado de derecho que empezó en 1978.

Pienso que ahora cuando se abre la esperanza en un 2015, donde unas elecciones municipales y autonómicas pueden, no solo cambiar substancialmente el mapa político en España y acabar precipitando el fin de una desgraciada legislatura, con mayoría absoluta del Partido Popular; es un buen momento para la reflexión sobre los errores que la socialdemocracia, cometió en nuestro país, y que nos han desembocado a la situación actual, con el fin de enmendarlos y no repetirlos.

El socialismo democrático, llamado comúnmente socialdemocracia, intenta desde su origen, congeniar la existencia de un sector público potente, con una sector privado, sometido a unas reglas de corte democrático, privando siempre el interés colectivo sobre el interés particular. Desde el final de la segunda guerra mundial y hasta la caída del muro de de Berlín, en la Europa democrática, la estrategia había funcionado con notable éxito, consiguiendo un alto nivel de vida de la colectividad que modernamente hemos convenido en llamar estado del bienestar. Por razón del período de cruel dictadura al que España se vio sometida entre 1939 y 1978, en nuestro país, el estado del bienestar no se comienza a construir efectivamente hasta la llegada del PSOE al poder en 1982, cuando se empieza de verdad a establecerse una sanidad y una educación públicas de alta calidad.

A partir de la década de los noventa, con la llamada revolución neocon que lideran Ronald Reegan y Margaret Tatcher, se revierte un gran cambio en Europa y el mundo entero, denominado globalización del capital, por el que unos pocos privilegiados, consiguen mediante la especulación a gran escala, una acumulación de dinero tal, que les permite disponer de la voluntad de los gobiernos, endeudados con ellos, hasta el extremo de acabar con todas las regulaciones y conseguir imponer por la fuerza su voluntad soberana sobre las vidas y haciendas de los ciudadanos, dejando el poder democrático en una simple anécdota.

En la España de la segunda mitad de los 13 años de gobierno de Felipe González, se empieza a notar lo que no se hizo, en los primeros años, pues, si bien se afrontó con decisión, una imprescindible reconversión de una economía obsoleta, propia de un período autárquico, en una adecuada a los nuevos tiempos dentro de un entonces Mercado Común Europeo, no fuimos capaces de rematarla con éxito, al no encontrar una base sólida donde basarla, y permitir que se iniciara el camino de las burbujas especulativas, particularmente en el sector inmobiliario, con la poca visión además de no blindar el estado del bienestar en una reforma constitucional, con el fin de conseguir, que la crisis consecuente con el fin de la especulación no la tuvieran que soportar exclusivamente los trabajadores.

A continuación Aznar, como consecuencia de su ideología no hace otra cosa que incrementar el camino especulativo, vendiéndolo como logro económico, cuando todo el mundo sabe que es pan para hoy y hambre para mañana. El gobierno de J.L. Rodriquez Zapatero, quizás por no tener mayoría estable y depender en muchos casos de CiU, se muestra totalmente incapaz de dar el vuelco necesario y al asomar la crisis mundial en el 2007, pone de manifiesto con especial virulencia todas sus miserias y la de los anteriores.

Mariano Rajoy, es caso aparte, pues no solo no ha sabido establecer una nueva base económica, que relance el país por la senda del progreso, en unos momentos en que todo se ha derrumbado  sino que pretende seguir engañando al ciudadano, manteniendo la especulación como base.

Pedro Sánchez, cara visible de un PSOE totalmente renovado, a reconocido una buena parte de los errores cometidos por la socialdemocracia española, en los períodos que ha gobernado y con las propuestas que hace parece dispuesto a enmendar muchos ellos y esto es en verdad amigos lo que me hace albergar esperanzas que el año 2015, sea en verdad el año, en que una nueva era de prosperidad y justicia social, va a establecerse en España por un largo período de tiempo.

Piensen Vds. que una amplia victoria de la izquierda con el PSOE en cabeza en las próximas municipales y autonómicas, podría incluso dar por finiquitada la legislatura de Mariano Rajoy y un adelanto electoral; en este país es posible, recuerden Vds. que el resultado de las elecciones municipales de 1931 determinaron el exilio del rey Alfonso XIII y la proclamación de la II República.

No quiero terminar sin desearles a Vds. una feliz entrada de año y que 2015 les depare toda suerte de venturas i renueve sus ilusiones.

lunes, 15 de diciembre de 2014

LA REVOLUCIÓN AÚN SIN NOMBRE




Los que siguen habitualmente mis escritos, saben a ciencia cierta que yo soy de los convencido que estamos inmersos en un proceso revolucionario a escala mundial, al que todavía nadie le ha puesto nombre oficialmente, pero que algunos han convenido en llamar revolución digital, por emulación, con el anterior gran proceso revolucionario de finales del siglo XVIII, todo el XIX y una parte del XX, que se llamó, revolución industrial.

No es mi intención, emular uno y otro proceso, pues las circunstancias son del todo distintas y aunque en algunas ocasiones parece que la historia se repite, contemplados a distancia, se observan que la humanidad, o al menos hasta ahora una buena parte de ella, ha acabado progresando enormemente, cuestión totalmente incompatible con aquella lampedusiana idea que la revolución lo cambia todo para que nada cambie.

Si bien la organización social que desde la edad media había funcionado en una base económica basada en la agricultura y la artesanía, y con una estructura de gobierno, evolucionada del federalismo, donde los dirigentes se escogían entre los aristócratas; a finales del XVIII y por el hecho que la aparición de nuevas tecnologías, léase la máquina de vapor, y que la pequeña y mediana burguesía, vio en ellas la posibilidad de ganar más dinero, cambiando la organización social, en base a la creación de un concepto hasta entonces inexistente como eran las fábricas, no dudo en promover en uno de los países más avanzados de la Europa de entonces, Francia, una revolución que determinase el inicio de una nueva estructura social y donde se arrebatara el poder a la aristocracia, para ejercerlo ella directamente y conforme a sus intereses, en base a los principios de libertad igualdad y fraternidad, y estructurando la sociedad en base al concepto de estado-nacion. Proceso que se extendió por todo el orbe terminando con un sistema colonial e imperialista.

En la época actual, i después que el horror de la primera y segunda guerras mundiales, significaran a mi entender el colapso del sistema, que no fueron otras cosas que consecuencia inevitable del vano intento de unos poderosos de poner palos en las ruedas del progreso, surge de nuevo la necesidad de un nuevo salto evolutivo en la organización social, pues las nuevas tecnologías derivadas del gran cambio en las comunicaciones que determinó internet, así lo permiten y aunque como hace 250 años, surjan algunos, con ideas regresivas y en base al miedo a la novedad, que intentan revertir la situación para conservar ciertos privilegios, están condenados al fracaso más absoluto, pues como se ha demostrado en toda la historia el progreso social resulta imparable.

No soy capaz de prever el sentido de los cambios, ni creo yo que nadie pueda hacerlo con detalle suficiente, pero si estoy convencido que antes de cien años, el poder habrá cambiado de manos, y que instituciones como las religiones, incluida la iglesia católica, habrán sido reducidas a reliquias de un pasado, que jamás va a regresar; que el concepto de estado-nación como lo hemos conocido va a desaparecer de la faz de la tierra, substituido por estructuras supranacionales, potentes y capaces de establecer nuevas reglas y normas para la convivencia. Que el concepto de familia, tal i como lo entendemos hoy en día habrá pasado a la historia, y el trabajo en fábricas y oficinas va ser solo historias que los abuelo, (los niños de hoy), cuenten a sus nietos. También estoy seguro, que en un primer tiempo alguien dirá aquello que antes se vivía mejor, pero todos los estudios y las mayorías van a considerar que se ha progresado muchísimo.

Claro que también las cosas pueden torcerse, y que en lugar, de mantener los grandes valores esenciales de la libertad, la igualdad y la solidaridad, algunos de los que actualmente tienen el verdadero poder intenten de conservarlo en base a una dictadura planetaria, más o menos disimulada, intentando dominar en exclusiva estas grandes estructuras supra estatales. Cuestión que haría necesaria una sublevación de los oprimidos para restablecer una democracia de carácter social e igualitaria. Vaya una lucha de clases, con todas las de la ley

Bien amigos, dejo aquí mis elucubraciones y aprovecho la ocasión para desearles a todos una feliz Navidad y un próspero año nuevo.