Por fin los catalanes, sabemos a que atenernos, pues Roger Torrent, el presidente del Parlament de Cataluña y militante de ERC, ha osado sin consultar con nadie, señalar el 14 de febrero de 2021 como fecha de las elecciones autonómicas en Cataluña y aunque ello haya provocado un disgusto enorme a Puigdemont y sus compinches, que están más por la ridiculez de la “confrontación inteligente” con el estado español que no por sacar a los catalanes de la incertidumbre, es quizás la primera vez que que a los cobardes independentistas de ERC, se les vé un detalle, de intentar apartarse del seguidismo a la derecha catalana pura y dura que hasta hoy han venido practicando.
Con todo sigo sin confiar ni un poco con ERC, pues, siempre después de una osadía, se retraen y compensan a Puigdemont de una forma u otra hasta e punto que le acaban dando el triunfo en las elecciones autonómicas, como si ellos tuvieran terror a ser la primera fuerza en Cataluña. Por otro lado su líder Oriol Junqueras, ya dejó claro en unas recientes declaraciones que de ninguna de las maneras su partido estaba dispuesto a negociar nada con el PSC al que acusa de apoyar su encarcelamiento.
El independentismo, sea la facción que sea de las cinco que hay; PDECAT, de Carles Bonvehi, el PNC de Marta Pascal, Junts x Catalunya de Puigdemont, ERC de Oriol Junqueras y la CUP, no es capaz de reconocer que han seguido una estrategia fracasada y que solo les ha conducido al desastre más absoluto, con una pérdida absoluta de la confianza empresarial, con la deserción de más de 5.000 empresas y el abandono de muchas otras de carácter multinacional, que cierran sin más sus fábricas, en el territorio de Cataluña como Nissan por ejemplo. No se quieren dar cuenta que a nivel empresario solamente les siguen los tenderos u todos aquellos de la mediana empresa cuya clientela, es exclusivamente del barrio donde están instaladas, y que por su naturaleza no afecta para nada sus intereses que Cataluña esté o no dentro de España; sin embargo son tan cortos de miras que no se dan cuenta que si Cataluña pierde a las grandes empresa y en consecuencia buena parte de los asalariados de este país pierden su empleo, a ellos también se les acaba la moma, al disminuir notablemente el poder adquisitivo de las mayorías ciudadanas. Con todo, creo que la pandemía del Covid-19, y la consecuente crisis económica, está poniendo de manifiesto el tremendo error de esta pequeña burguesía; por cuanto se está poniendo en evidencia que nadie por si solo puede salir con bien de ella sino que precisa del apoyo de otros muchos para levantar cabeza.
Oteando el panorama político en Cataluña, por poco que se profundice uno se da cuenta enseguida que por parte del independentismo al negarse a reconocer su estrepitoso fracaso en sus estrategias, unos para tapar sus grandes errores y otros como ERC por temer que JxCat le devuelva la pelota de cuando Puigdemont dudaba entre convocar elecciones o declarar la independencia, ellos, solo con la amenaza de mostrar pancartas que le llamaban traidor le obligaron a optar por la segunda opción; se sitúan fuera de la realidad y contrarios a los intereses de los ciudadanos y cuando por otro lado en la oposición de la derecha nacionalista española, que representan PP y Ciudadanos, por no haber sabido tejer un plan dentro de la Constitución y el Estatuto de Autonomía, que procurara el crecimiento como sociedad del territorio, se enfrentan a las próximas elecciones del 14 de febrero de 2021 en situación de extrema debilidad, un PP casi desaparecido en Cataluña y C’s, a punto de desaparecer en todo el territorio nacional, no dan ninguna buena imagen que inspire la imprescindible confianza de los ciudadanos.
Tan solo el PSC, está demostrando tener un proyecto innovador para una Cataluña dentro del estado español, defensor de una estructura federal para el estado, cuestión que coincide perfectamente con el pensamiento del actual mandatario Pedro Sánchez Pérez-Castejon, ofreciendo un respeto a la diversidad desde la igualdad de derechos cuestión que se me antoja indispensable para el gobierno de un estado tan diverso como es España, donde existen por lo menos cinco lenguas distintas, y culturas muy diferentes según se viva en el norte o en sur o las costas sean atlánticas o mediterráneas.
Por otra parte el PSC tiene la gran virtud de no ser nacionalista de ningún lado, por lo que no necesita de enemigos para subsistir como les sucede a los nacionalistas, es por ello que rechaza la política de bloques que propone por un lado Ciudadanos y los independentistas por otro y apuesta por el dialogo la negociación y el pacto como forma de solucionar los conflictos y permitir una sana convivencia..
Cada día somos más los catalanes no independentistas que nos damos cuenta del error cometido en las últimas elecciones autonómicas del año 2017, cuando los electores no independentistas decidieron dar sus votos a Ciudadanos convirtiéndole en la primera fuerza del país. Lamentablemente tres años más tarde nos damos cuenta que de poco sirvió potenciar un bando, el del nacionalismo español, para enfrentarlo con el catalán, pues lo único conseguido es alimentar la guerra entre ambos cuestión que les beneficia, tanto a unos como a otros, pues forma parte de su más íntima esencia ideológica como formación política.
Creo que ha llegado el momento, el próximo 14 de Febrero, los que no estamos afectados por el fanatismo nacionalista, optemos por una nueva forma que intente romper la confrontación en la que estamos sumidos y nos conduzca de nuevo a la concordia, el entendimiento y el respeto para una sana convivencia, que nos permita afrontar juntos los nuevos retos que el gran cambio del siglo XXI, nos viene procurando y sin ningún atisbo de duda es el PSC quien ha de recibir la mayoría de los votos no independentistas