Soy consciente que los firmemente convencidos de que la única salida de
Cataluña para situarse en la senda del progreso y la justicia social es la
independencia, saben desde hace mucho tiempo que no es algo que puedan
conseguir de hoy para mañana si no que el llamado “procés” será largo y
difícil, y en algunos periodos quizás violento; estoy totalmente seguro que los
que de buena fe persiguen el reto, aceptan los sacrificios necesarios para
conseguir la meta que han elegido.
Entiendo claramente que en unos momentos durante el año 2017, algunos
vieran el ansiado premio al alcance de la mano, aunque me consta que los más
reflexivos sabían que la proclamación simbólica de la independencia del 27 de
octubre de aquel año, no era el final de la meta si no un eslabón más sujeto a
retroceso, como de verdad fue; del mismo modo que cuando sucedió la aplicación
del artículo 155 de la constitución por un breve período de tiempo, hasta el 21
de diciembre, estos mismos independentistas reflexivos reconocieron el error de
haber intentado la vía unilateral para la obtención de la independencia y
pedían al gobierno español, una puerta de dialogo, dentro de la constitución y
el estatuto de autonomía, con el fin de mejorar el autogobierno de Cataluña y
dar tiempo al tiempo para poder aumentar su base social hasta conseguir ser más
del 50% del censo, para desde una posición más fuerte poder plantear de nuevo
la cuestión al estado español.
Es verdad que el gobierno de Mariano Rajoy se cerró en banda a cualquier
posibilidad de dialogo y que fue necesaria una moción de censura en 2018 para
que Pedro Sánchez desde la Moncloa, abriera la posibilidad de una línea de
dialogo con el independentismo con el fin de encontrar una solución pacífica al
conflicto de Cataluña. En esta ocasión son los dirigentes independentistas que
dirigidos desde Waterloo. dinamitan con su voto negativo a los presupuestos de
dialogo, cualquier posibilidad de negociación con el gobierno socialista,
obligando a Pedro Sánchez a convocar nuevas elecciones.
Ante este panorama, cabe preguntarse si en cuanto a resultados se refiere,
las estrategias de los dirigentes independentistas, les acercan o no a los
objetivos propuestos, es por ello que invito a todos aquellos que de buena fe
creen que la independencia de Cataluña es la única solución al progreso como
pueblo, piensen si las estrategias de sus dirigentes están dando un resultado
positivo o negativo.
Para mí, el panorama actual tiene dos únicas salidas, la primera es que de
las elecciones del 28 de abril, Pedro Sánchez mejore en mucho sus resultados
electorales y consiga gobernar, con el apoyo de Podemos, PNV, y algún otro
partido que vea con desagrado el tripartito de derechas. La segunda
es que Pedro no consiga el apoyo necesario y que pese a ganar las
elecciones, el llamado “trifachito” se haga con el poder. En este caso, si
cumplen con lo prometido y aplican el 155 de forma preventiva en Cataluña, y suspenden
la autonomía catalana por tiempo indefinido, pueden conseguir de verdad que el
apoyo al independentismo crezca, sin embargo al no haber elecciones
autonómicas, su efectividad quedaría completamente difuminada.
Que no se me diga ahora que este caso Europa y la Comunidad Internacional
apoyaría la causa independentista, por cuanto por diversas razones que ya he
expuesto en otros artículos de este mismo blog, la realidad es que bien pocos
son en Europa quienes están de acuerdo con la secesión de una parte de un
territorio de un estado miembro.
En el caso que Pedro Sánchez revalidara gobierno al conseguir apoyos
suficientes en el Parlamento, sin necesidad de los partidos independentistas
catalanes, pues acuérdense amigos aquello del gato escaldado; lo más probable
es que para resolver el conflicto de forma dialogada se ponga sobre la mesa
como cuestión previa, un cambio de filosofía en los gobernantes de la comunidad
autónoma, dado que hasta hoy se ha demostrado son incapaces de dialogar, dentro
el marco de la Constitución y el Estatuto de Autonomía.
Amigos, a la pregunta del título de este artículo, y visto este
planteamiento hemos de convenir que las actuaciones y estrategias de los
líderes independentistas cada vez nos alejan más de una posible independencia
en Cataluña, tanto que hasta incluso el peligro de la suspensión sine die de la
autonomía es altamente probable. Estoy más que convencido que los dirigentes
independentistas están dando muestras de un nihilismo irredento y que al igual
que los dirigentes de ETA, en 2006 con una bomba en Barajas, hicieron saltar
por los aires cualquier solución negociada, condenándose a su
desaparición, el independentismo
Catalana con su rechazo a los presupuestos más sociales que nunca se habían
presentado en España, han puesto su particular bomba en Barajas, lo que su
desaparición y derrota tiene los días contados.