La popularidad del
Presidente de la República francesa François Hollande está por los suelos a
partir del momento en que cedió a las presiones de la derecha europea,
metiéndose de lleno, un socialista, en la doctrina neoliberal más absoluta,
como la que se viene practicando en el viejo continente estos últimos años. Tan
solo unos días después de los criminales atentados del 13 de noviembre pasado,
pareció resurgir un cierto apoyo de la ciudadanía hacia su persona, hasta que
cometió un nuevo y ahora parece que definitivo error, al asumir como lucha
antiterrorista los postulados de la extrema derecha francesa que capitanea
Marine Lepen, consistentes en enviar bombarderos a Síria, en cerrar las puertas
del país a los refugiados y fomentar la discriminación a sus ciudadanos de
origen o religión musulmana.
Hoy después de los
nuevos atentados islamistas en Bélgica, cuando el pueblo francés ha podido
comprobar la inutilidad de las medidas tomadas que para nada han servido; en
lugar de buscar la creación de un organismo a nivel europeo de inteligencia,
que asumiera la lucha antiterrorista, y darle un carácter global, como en
realidad es el problema que nos ocupa, la popularidad del primer mandatario
francés ha caído más bajo si cabe que antes, hasta el punto que los sondeos le
auguran el desastre de no pasar a la
segunda vuelta, si las elecciones se celebraran ahora.
Volviendo a la
cuestión económica, el Partido Socialista francés, aplicando la doctrina
neoliberal de recortes y austeridad que tiene a Ángela Merkel como adalid en el
viejo continente, no ha conseguido en todos estos años, sacar adelante el país,
como tampoco lo han conseguido España, ni Italia, y mucho menos Grecia. Se
trata de un fracaso absoluto, que sin embargo ha beneficiado a los países más
ricos como son los del norte, con industrias potentes que han mantenido entre los
límites de lo razonable las tasas de desempleo y una alta capacidad financiera,
que les ha proporcionado suculentos beneficios, a costa de la elevada deuda
pública de los países meridionales de la propia UE.
¿Porqué se empeñan,
los actuales líderes de la UE, independientemente de su ideología, en buscar
soluciones nacionales a problemas de índole global? ¿No es una crisis de
carácter planetario la que estamos sufriendo desde el año 2007? ¿No ha
conseguido el Islamismo Radical, globalizar una guerra, sin prácticamente un
territorio que les sirva de base, considerando el planeta entero como campo de
batalla? ¿Porqué los líderes mundiales siguen empeñados en luchar cada uno por
su lado, defendiendo su propio territorio, en lugar de ponerse de acuerdo y
cambiar la estrategia por una de global poniéndose a la misma altura que sus
enemigos?
La respuesta a estas
preguntas podríamos concretarla en el egoísmo de unas élites que temen perder
sus privilegios, si cambiamos el concepto competitividad por el de solidaridad;
si los humanos en lugar de competir entre nosotros, nos ayudamos mutuamente en
pro de una igualdad entre los más desfavorecidos y los más afortunados, que
abandonemos el miedo al que es diferente y respetando las diferencias
culturales, nos dedicamos a construir un mundo en el que todos podamos vivir
mejor, estructurando entre todos una nueva cultura nacida de las aportaciones
de lo mejor de cada una de las que hoy consideramos antagónicas. En fin que
abandonemos de una vez por todas, la vieja y cerrada idea de pertenencia a una
tribu, clan, nación etc y la abramos al concepto más amplio de considerar
nuestra patria a la raza humana.
Pero, ¿Dónde
encontraremos los líderes capaces de llevar a cabo esta revolución planetaria,
si resulta que los que deberían hacerlo acaban cayendo en los tópicos de
siempre? Con toda la humildad creo que la respuesta a esta última pregunta no
es otra que en mundo del trabajo, entre las clases medias y bajas de nuestra
sociedad occidental, es de donde deben salir los nuevos líderes que con una
visión totalmente transversal, sean capaces de invitarnos a todos a asumir
nuevas responsabilidades, en una nueva sociedad que está naciendo en este siglo
XXI. ¿Porqué, no hay un constante dialogo entre las formaciones sindicales de
los países miembros de la UE?
François Hollande, se
equivocó y pagará por ello, lo malo es que va a ser el Partido Socialista
francés en primer lugar quien va a pagar las consecuencias de sus errores y de
rebote la socialdemocracia europea, que ya anda tocada desde hace un tiempo.
Creo que ya va siendo hora, la socialdemocracia europea, se una y trascienda de
la cuestión puramente nacional, pues al fin y al cabo no hay diferencia alguna
entre las clases populares de los países que componen la UE, los intereses de
las cuales están llamados a defender; por lo que tomemos nota socialistas
europeos, no caigamos en el mismo error, quizás la caída de Hollande sea el
último aviso, para evitar el desastre de una nueva y más justa forma de
organizar el mundo en el siglo XXI.