Que nadie se lleve a
engaño, salir de la crisis con dignidad para las clases medias y populares, no
va a ser nada, pero que nada fácil en España. Si bien el hecho de sacar del poder
al Partido Popular, es condición sine qua non para poder acabar con las
políticas de austericidio en nuestro país, e iniciar el camino para la
recuperación de los derechos sociales perdidos, restaurando un estado del
bienestar que atienda las necesidades básicas de los ciudadanos; no es tarea suficiente
para conseguir el gran objetivo, pues requiere de implicación de todos y cada
uno de nosotros, ciudadanos de a pie.
En las elecciones
generales que se avecinan, y cuya pre campaña electoral ha comenzado ya, vamos
a oír promesas de todo tipo, Unos y otros se venderán como poseedores del
bálsamo de “fierabrás” capaz de curar todas las heridas y procurarnos, sin que
nos movamos del asiento, toda suerte de venturas en el próximo futuro; sin
embargo, lo más seguro es que nos suceda lo mismo que a Don Quijote, que al
tomarlo nos produzca una diarrea de campeonato.
Por todo ello debemos
meditar muy mucho nuestra decisión a la hora de emitir el voto, sin dejarnos
deslumbrar por charlatanes de feria y confiar solo en aquellos que con los dos
pies en suelo, les veamos capaces de aunar nuestros propios esfuerzos para
dirigirlos al buen camino, que en un futuro, quizás no muy lejano, nos permita
gozar de nuevo de un estado del bienestar, donde la riqueza que generemos se
reparta equitativamente en forma de servicios universalmente accesibles y de
altísima calidad.
También vale de
señalar la imprescindible necesidad que todos y cada uno de nosotros debemos
cambiar el chip de nuestra manera de actuar, tomando responsabilidades que
hasta hoy creíamos no nos correspondían y dejando la comodidad del que otros
piensen por nosotros y nos resuelvan los problemas, para ser capaces de tomar
las riendas del carro y conducirlo al camino que más convenga a la
colectividad. ¿Vamos a seguir dejando que una pequeña élite de financieros, que
sin haber sido elegidos democráticamente, siga determinando el destino del
mundo? ¿No les parece que habría de cambiar la actual idea de la propiedad de
los medios de producción de bienes y servicios, del capital a los que lo
trabajan? ¿No estaría bien adecuar a la realidad actual aquello de “la tierra
para quien la trabaja”?
La primera lección de
la crisis económica que deberíamos sacar es que las grandes élites del
capitalismo mundial, han acabado por ejercer el control absoluto, sobre todo el
orbe mediante la deuda, al haber conseguido gracias a la llamada revolución
neocon, que materializaron Ronald Reegan y Margaret Tatcher en los años 90, hacerse
con los títulos de los particulares a través de los bancos, además de los de la
deuda pública de gran parte de los países; imponiéndose de esta forma por
encima de los gobiernos democráticamente elegidos.
Por lo expuesto hasta
aquí, les digo amigos que deberíamos hacer caso de estos pensadores que hoy en
día ven peligrar el sistema democrático, en pro de una dictadura de los
llamados mercados, estos entes, que ni tan siquiera podemos ponerles rostro,
pero que sin que nadie los haya elegido, son capaces de hundir un país entero
en la miseria, o cargarse un ente supranacional que ha costado más de 60 años de
construir como es la Unión Europea, que no son agoreros catastrofistas como los
califican los voceros de la derecha de nuestro país, si no todo lo contrario,
gente que ha reflexionado profundamente y llegado a conclusiones, no
precisamente muy agradables para la mayoría de ciudadanos, del mundo
civilizado.
El camino hacia una
nueva sociedad, donde la democracia recupere el poder real, no va ser
precisamente un camino de rosas, si no lleno de tropiezos y trampas muy
peligrosas que deberemos sortear con habilidad, sin perder nunca de vista el
objetivo; un camino que en un país como España, va a contar con numerosas
deserciones de muchos de los que hoy son considerados patriotas acérrimos, pero
disponen de suculentas cuentas en Suiza u otros paraísos fiscales, u estos
otros para los que su única patria es su bolsillo y no dudan en des localizar
empresas o colocar su capital en lugares donde se les garantice una
rentabilidad inmediata. Ello nos va a procurar empezar muchas cosas desde cero,
y volver a levantar la industria, las empresas de servicios, en particular los
financieros, desde un nuevo concepto de propiedad, partiendo del único capital,
que no nos han podido ni podrán robarnos nunca, como son nuestras manos.