lunes, 28 de noviembre de 2011

QUIZÁS SOY DURO DE MOLLERA


Cuando escribo estas líneas, ya ha pasado una semana de las elecciones generales en España, un tiempo más que suficiente para que una persona como yo, después de una cuidada reflexión, pueda llegar a entender las razones que han llevado a una buena parte del pueblo español a votar al partido de la derecha más intransigente de Europa, que encabeza Mariano Rajoy, o a quedarse en casa, que para el caso viene a ser lo mismo, en cuanto al resultado; sin embargo debo ser muy duro de mollera, cuando siguen en mi cabeza abiertos, todos los mismos interrogantes que se suscitaron la noche del 20N cuando en las cadenas televisivas de nuestro país, veíamos como la piel de toro se tiñó de azul.

No puedo encontrar explicación alguna, a que el pueblo español haya optado por elegir por mayoría absoluta a un partido inmerso totalmente en gravísimos casos de corrupción, que tan solo un poder judicial, en extremo tolerante con los delitos que cometen los ideológicamente afines a la derecha, consigue aplazar juicios hasta después de los comicios, sustrayendo de hecho una importante información a los ciudadanos. Un partido que en el tiempo en que ha ejercido de oposición, se ha mostrado incapaz de echar una mano en los graves problemas con los que ha tenido que lidiar el gobierno socialista; el terrorismo por ejemplo, cuando Mariano y todos los medios de comunicación a su servicio, clamaban contra el dialogo que Zapatero mantenía con la banda terrorista, en el período que esta declaró una tregua unilateral, cuestión que a posteriori se demostrado clave para debilitar el apoyo social a la banda, y conseguir en combinación con el acoso policial, que el pasado mes de Octubre los encapuchados anunciaran el fin de la violencia. ¿Es que nadie recuerda que la posición de Rajoy y los suyos, estuvo a punto de mandar al traste todo este proceso?

El tema de la cohesión es otro de los puntos neurálgicos que no me permiten entender el comportamiento del elector español en estos comicios, en particular cuando recuerdo el ensañamiento de los altos dirigentes populares en contra del nuevo estatuto de autonomía de Cataluña, en un claro intento de enfrentar a los ciudadanos de esta comunidad con el resto de España, se dedicaron a montar mesas para solicitar la firma diciendo con toda claridad en contra de Cataluña; o la flagrante mentira de unas cuñas de radio emitidas en Andalucía, donde se decía que en Cataluña se perseguía a los hablantes en castellano, cuando todo el mundo que mínimamente conoce esta parte noreste de España, sabe que no es verdad. ¿Piensan la mayoría de españoles que es mejor vivir en permanente confrontación que no construir el futuro remando todos en una misma dirección?

Finalmente, reconozco ser un gran duro de mollera, al no entender como después de un proceso limpiamente democrático, pueden gobernar este país, unos dirigentes que se han pasado los últimos tres años socavando internacionalmente la confianza en nuestra economía y solvencia, mediante declaraciones falsas de contenido, que han sembrado la duda en aquellos que desde todos los confines del planeta pueden ayudar a la imprescindible financiación. Tampoco puedo entender como se otorga confianza en quien, cuando gobernó, fue el directo responsable, siguiendo las directrices de la patronal más especuladora de Europa, de una burbuja inmobiliaria el estallido de la cual, situó de golpe y porrazo directamente a 2 millones de persones en la listas de desempleados; además de demostrarnos de manera fehaciente, en todos los lugares donde ostentan poder, que sus soluciones pasan inevitablemente por cargar sobre las espaldas de las clases medias y bajas los costes del marasmo donde nos han metido, desmontado claramente el Estado del Bienestar.

La experiencia me ha demostrado que, aunque alguien diga lo contrario, la Izquierda y la Derecha siguen existiendo ideológicamente hablado, y que los partidos de Izquierda, aunque algunas veces se equivocan, siempre defienden los intereses de las clases medias y bajas, que finalmente constituyen la gran mayoría de ciudadanos, contrariamente a la derecha que se preocupa por los intereses de los más poderosos, aunque algunas veces como es el caso, consigue engañar a la mayoría, con el señuelo de la posibilidad de acceder a una clase superior.

Malos tiempos se nos avecinan en nuestro país, cuyos ciudadanos se verán obligados a salir a la calle en defensa de sus mínimos derechos elementales, si una especie de milagro no lo remedia.

martes, 15 de noviembre de 2011

UNA SEMANA DE CAMPAÑA Y LAS TORNAS HAN CAMBIADO


Quizás porque el televisivo debate Rubalcaba Rajoy del pasado lunes día 7 ha representado un cierto punto de inflexión, o porque los acontecimientos en Europa estos últimos días, (Grecia e Italia), han removido conciencias. A mi modo de ver, lo cierto es que del desinterés generalizado, del dar el resultado ya dictado por anticipado, y concentrar las dudas entre si Rajoy obtendría o no la mayoría absoluta, hemos pasado a un, queda partido por jugar y las sorpresa aún puede darse.

Si bien una buena parte de los medios de comunicación dieron a Rajoy como ganador del debate por la mínima, la percepción de muchos ciudadanos de a pié, entre los que me incluyo, fue precisamente la contraria, Rubalcaba goleó a un Rajoy que en ningún momento fue capaz de salir de su área.

Leyendo para no equivocarse, el candidato de la derecha no supo en ningún momento impedir que el socialista colocara su mensaje de un concreto programa que nos ha de permitir salir incluso más fortalecidos de la crisis económica.

Doce millones de personas vieron el cara cara, que estoy seguro convendrán conmigo, en que la imagen de Rajoy en algunos momentos resultaba patética, en particular cuando el socialista ponía en evidencia la in concreción de sus propuestas y ponía sobre la mesa la realidad de su significado. Rebaja en las prestaciones de desempleo, desmontaje del sistema público de sanidad y educación desde las administraciones autonómicas competentes en la materia, revisión del sistema de pensiones cada dos años, cuestión que lleva implícita una rebaja directa o indirecta de las mismas. Por cierto, después que en el debate Don Mariano se desgañitara, diciendo que el no congelaría las pensiones, dos días más tarde en una entrevista en el diario La Razón, manifestaba que no seria de su agrado, tener que rebajar las pensiones; o sea que de ninguna de las maneras descarta esta posibilidad.

También deberán convenir conmigo, una buena parte de los 12 millones de personas que vieron el debate que en ningún momento se pudo aclarar una sola propuesta concreta del programa popular, a parte de las dos o tres que el candidato Rubalcaba señaló, y donde el candidato popular puso cara de asombro, demostrando fehacientemente que no sabia ni su propio programa y mucho menos el trasfondo de algunas de la inconcretas propuestas. Tan solo la perogrullada que para salir de la crisis es necesaria la creación de empleo y situarnos en posición de crecimiento económico, que además dejó ahí, sin concretar la más mínima razón de cómo pensaba hacerlo, fue la única cosa positiva que puso sobre la mesa.

La audiencia pudo comprobar de primera mano, como la falta de propuestas, o como muchos pensamos, que la impopularidad de las mismas son las que le impiden detallarlas con claridad, condujeron al candidato derechista al terreno de descalificar al adversario, como si fuera el único i directo responsable de la crisis económica en nuestro país, lo que dio oportunidad al socialista Alfredo Pérez Rubalcaba de situar al Partido Popular, con la promulgación de la ley del suelo en los 8 años de Aznarato, como responsable de la creación de una inmensa burbuja inmobiliaria, el estallido de la cual aumentó en más de dos millones las listas de desempleados en nuestro país; además de poder justificar como muy bien hizo Rubalcaba, las medidas que el actual gobierno socialista se ha visto obligado a tomar.

El pasado fin de semana, o sea cinco días después del debate, las encuestas y los opinadotes mediáticos, siguen pronosticando la victoria del PP por mayoría absoluta, aunque yo, y otros muchos, empezamos a intuir un cierto cambio en las tornas, y que el resultado va a ser muy, pero que muy ajustado, cuando muchos de los llamados indecisos y otros ya decididos, empiezan a darse cuenta que la base que predica Rajoy, que con un simple cambio de caras se restablece la confianza de los mercados, está resultando fallida; pues si en Grecia e Italia, ni con gobiernos no electos, con mandatarios del pleno agrado de los mercados, logran que la prima de riesgo baje lo más mínimo, como va a bajar la prima en España con mariano al frente?

Nada amigos, el próximo domingo, por el bien de España, y de cada uno de la inmensa mayoría de españoles que nos cuesta llegar a fin de mes votemos todos por Alfredo Pérez Rubalcaba, el de las ideas claras y que hasta hoy no nos ha engañado.

lunes, 7 de noviembre de 2011

AL INICIO DE LA CAMPAÑA


La campaña electoral que nos debe conducir a la elección del gobierno del país para los próximos cuatro años, ha arrancado, a mi entender, con mucho menos brío del que cabria esperar de las especiales circunstancias planetarias en que se está desarrollando. Un partido, el de derechas, al que todo las encuestas le vaticinan un aplastante triunfo, se permite el lujo de no hacer ninguna propuesta en concreto, limitándose tan solo a atacar la labor de gobierno del Partido Socialista, al que responsabilizan de todo lo malo que ocurre obviando las causas, además de lo poco bueno que le pueda reportar algún mérito.

Es así que oyendo los primeros discursos de Rajoy y sus muchachos podría parecer que el PSOE es el responsable de la burbuja inmobiliaria, el estallido de la cual es la causa directa un incremento de más de 2.000.000 de demandantes de empleo; sin abrir boca para nada de la ley del suelo, promulgada en los 8 años de “Aznarato”, y que todos los expertos la consideran clave de la especulación más salvaje que ha vivido nuestro país en toda su historia. ¿Se acuerdan Vds, cuando Aznar y los responsables económicos de su gobierno, nos garantizaban que con esta nueva ley las viviendas bajarían de precio hasta ser asequibles a todo el mundo? ¿Recuerdan que el resultado fue todo lo contrario al que se predecía y que para disimularlo alargaron hasta límites insospechados los plazos de hipotecas, a fin de mantener el mercado? ¿No les parece a Vds. que lo único que se consiguió con ello fue repartir la deuda creada entre muchísimos españolitos de a pié, a los que ni tan solo la vivienda que aportaban era garantía suficiente del crédito concedido? ¿Dónde están los dineros que han generado ésta importante deuda particular de los españoles, si no en los bolsillos de unos cuantos responsables de la monumental estafa?

En Islandia, y salvando todas las distancias, sucedió algo parecido, unos cuantos banqueros se enriquecieron a costa de una población a la que engañaron vilmente, haciéndole creer que al margen de la producción de bienes y servicios se podía obtener beneficios, moviendo dinero de un lado para otro como si de un casino se tratara. Hoy en aquel país de hielo y volcanes, el presidente del gobierno en aquella época y un buen número de banqueros se enfrentan a procesos judiciales, y un nuevo ejecutivo de talante socialdemócrata intenta aglutinar los esfuerzos de la ciudadanía para salir del marasmo.

¿Como se puede entender que en España, los que urdieron la trama, figuren hoy como favoritos a gobernar los próximos 4 años?

Al PSOE que los últimos cuatro años ha recibido palos por todas partes, de dentro y de fuera de su formación, ha empezado la campaña como anonadado, y con una militancia muy poco enfervorizada. Pocas propuestas se oyen por boca de sus líderes, que se limitan a señalar las grandes catástrofes que se nos vienen encima, con un gobierno de la derecha mas cavernícola de las que existen en el panorama europeo. Tan solo el candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba, parece decidido a apuntar, la necesidad de un cambio de estrategia a nivel europeo, a la que hasta hoy se ha empleado para salir de la crisis, y así le hemos oído decir que no basta con la austeridad y los recortes para controlar el déficit, si no que es necesario invertir para promover el crecimiento económico.

Ahora tan solo falta que desde las filas socialistas y con referencia a nuestro país, se nos concrete que medidas se piensan tomar para promover este crecimiento, al margen del sector inmobiliario claro; si les parece bien la promoción de la llamada economía social, (SAL, Cooperativas, etc). Como se va a reformar el sector financiero en profundidad y si cuentan con la necesidad que el sector público, participe de este negocio, no tan solo como productor de beneficios si no como control del sector privado.

La próxima semana, pasado ya el ecuador de la campaña, voy a proponerles una nueva reflexión sobre este tema; ojala podamos conocer entonces propuestas serias por parte de la izquierda que no olvidemos es la única que nos puede liderar los imprescindibles esfuerzos que deberemos hacer todos para salir del marasmo.

martes, 1 de noviembre de 2011

¿ESTAMOS TODOS SATISFECHOS CON EL FIN DE ETA?


En la tarde del pasado 20 de Octubre, cuando se difundió la noticia del comunicado, en el que la banda terrorista ETA anunciaba el fin de sus acciones armadas; el paso inicial que indefectiblemente va a comportar su disolución como organización, tras oír las primeras reacciones de los diversos partidos políticos democráticos, y los que no lo son tanto, así como las organizaciones que les son afines, me vino a la cabeza, un articulo del que no recuerdo su autor, publicado en los años de la transición democrática, cuando la banda se encontraba en plena orgia asesina, en el que se señalaba que la pretensión inmediata de los ideólogos del terrorismo era provocar una involución en el proceso democrático que se iniciaba, pues consideraban que el apoyo popular a su organización, imprescindible para la subsistencia, solo se mantendría en un régimen de represión y falta de libertades. El articulista argumentaba la afirmación, por el hecho que los atentados mortales, iban dirigidos a las fuerzas de seguridad del estado en especial, el Ejército y la Guardia Civil, cuerpos en aquellos tiempos de dudosa credibilidad democrática, por cuanto una buena parte de sus mandos, veteranos de la guerra civil, cuatro días antes figuraban en el más alto staff del régimen franquista. Era por tanto lógico pensar que una serie de ataques directos a estos mandos, acabaran por provocar una reacción que interrumpiera el proceso y así ETA pudiera contar con un enemigo bien claro al que hacer frente, cortando de raíz la disidencia que ya se empezaba a producir en sus propias filas, y dejando bien claro a quienes les apoyaban que la transición a la democracia era una falsedad que solo pretendía perpetuar la dictadura, aunque con otra apariencia.

De hecho hemos de admitir, que casi consiguen su objetivo, cuando unos años más tarde, concretamente el 23 de febrero de 1981, secuestrando el Congreso de los Diputados, sacando los tanques a la calle en Valencia y Madrid, un grupo de Oficiales y Guardias Civiles, pretendían acabar con la democracia a tiros, con la excusa del manido España se rompe, aunque verdaderamente lo que los golpistas esperaban atraer mandos militares a su causa, a través del disgusto de algunos de ellos por las continuas bajas que la banda procuraba al estamento militar.

Creo que hoy, si analizamos la reacciones de la derecha ante el anuncio del la banda terrorista del pasado 20 de octubre, observaremos algo parecido a lo de entonces, aunque en sentido contrario. Las primeras declaraciones de Esperanza Aguirre, Mayor Oreja, Gonzalez Pons y el propio Aznar, en el sentido que el anuncio no merecía credibilidad, que hasta que ETA no entregara las armas y pidiera perdón a las víctimas no había cambiado nada, deja entender que para ellos el anuncio era una mala noticia, pues a su modo de ver, la ausencia de violencia convierte a su acérrimo enemigo, al que se puede excluir de las instituciones democráticas, en un adversario como todos los demás partidos, que cuenta con un considerable apoyo a nivel ciudadano, como se pudo comprobar en las últimas elecciones municipales.

De hecho esta postura no es nueva en el Partido Popular, pues incluso en los tiempos del gobierno de D. José María Aznar, cuando ETA era el Movimiento de Liberación Vasco, Mayor Oreja, ya incitaba a no conseguir ningún tipo de acuerdo que pusiera fin a la violencia, del mismo modo que durante el gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, desde las filas populares y con todos los medios de comunicación a su alcance, han torpedeado la política antiterrorista gubernamental. No debemos olvidar que de entrada los populares se negaron a aceptar que el gobierno marcara las líneas de la política antiterrorista, tal y como mandan los cánones del Pacto Antiterrorista que ambos partidos habían firmado anteriormente. No olvidemos tampoco, que se empeñaron en negar la evidencia del atentado islamista del 11 M queriéndolo atribuir a ETA.

Otros que también temen quedarse “out side” es la derecha nacionalista vasca, el PNV que han optado por pisar el acelerador, pidiendo, el inmediato acercamiento de los presos, medidas de gracia, e incluso elecciones autonómicas anticipadas, dando al comunicado una sobrevaloración que sin lugar a dudas no tiene.

Tan solo Rajoy, en el panorama de la derecha, en estos días ha sabido conservar el temple, midiendo sus declaraciones al milímetro, no sea el caso que un desliz le haga perder más votos de los estrictamente imprescindibles que la decisión de la banda y la innegable atribución de mérito al candidato socialista Rubalcaba en su época de ministro del interior a buen seguro habrá de procurarle; aunque sospecho, no deja de estar muy de acuerdo con los que sus aláteres están predicando.

Rubalcaba y Zapatero que al fin y al cabo son quienes más méritos acumulan en la derrota de la organización terrorista, son quienes menos declaraciones hacen estos días, demostrando una extraordinaria prudencia totalmente necesaria e imprescindible para que el proceso iniciado ahora tenga un final feliz. Los españoles de bien no necesitamos enemigos de este tipo para reafirmar nuestras posiciones; y si algunos partidos siguen precisando de ETA, para lograr objetivos, de tipo nacionalista vasco o español, mejor sigan en la oposición donde están ahora, no sea que con su torpeza manden al traste la gran esperanza que se ha creado.