Don Francisco Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, tiene la gran virtud de exasperar a muchos de nuestros conciudadanos, cuando al igual que un ultra liberal de convicción, nos ha felicitado las fiestas, insistiendo en la necesidad de que la crisis la acaben pagando las clases populares, mientras los principales responsables se van de rositas del gran marasmo.
En los días, previos a la Navidad, solo le oímos proclamar, como si de una letanía se tratara, la necesidad de poner en marcha a la mayor urgencia, el retraso en la edad de jubilación y el recorte de costes salariales, en pro de una mayor competitividad de nuestra mano de obra, como la gran e imprescindible panacea que solucionará los problemas económicos de nuestro país.
En primer lugar debo decir, que si bien todos entendemos necesaria una reforma del sistema de pensiones, que lo adapte a la nueva realidad demográfica de nuestro país, donde a medio plazo nos encontraremos con una pirámide de edad completamente invertida, donde van a ser más los perceptores que los cotizantes; nadie nos explica que efectos de las medidas propuestas, van a tener sobre los problemas inmediatos de productividad, déficit y deuda exterior, que al parecer, son los grandes desestabilizadores, según proclaman estos entes llamados mercados, a los que todos estamos sometidos.
En segundo lugar, si bien entendemos la necesidad de dotar de una mayor productividad a nuestra economía que nos permita ser competitivos a la hora de comerciar en el mercado internacional; no acabamos de comprender como se administran los esfuerzos que se nos exigen, desde el momento que no vemos por ninguna parte, reformas severas en el sector financiero, así como tampoco medidas que desde el sector público se destinen a la promoción de creación de nuevas empresas, con fundamentos distintos a los que hasta hoy han fracasado rotundamente, así como el impulso en nuevos sectores, que ayuden a compensar las extraordinarias pérdidas de puestos de trabajo, que el estallido de la especulativa burbuja inmobiliaria ha provocado.
Mucho me temo que Don Francisco Fernandez Ordoñez, y quizás algunos miembros del actual gobierno, así como la oposición de la derecha cavernícola de nuestro país, están convencidos que basta con el sacrificio de unos muchos trabajadores, para estabilizar los niveles macroeconómicos, y que luego alguna nueva burbuja, que sin lugar a dudas van a promover los mercados como dueños y señores del universo, nos va a crear un nuevo paraíso ficticio, donde volveremos a vivir unos pocos años, con la ilusión de ser ricos. Quizás Don Francisco debería decirnos que precisa de nuestros ahorros, para cubrir las pérdidas de las grandes instituciones bancarias, que de seguro irán aflorando a medida que se vean obligados a vender a precio bajo, las propiedades inmobiliarias que sobrevaloradas figuran en sus activos.
Quizás, ha llegado el momento que el gobierno español deje de plantearse el aplacar a los mercados como gran objetivo, a partir del momento que se demuestra que estos no se aplacan nunca, porque su gran objetivo sigue siendo el sacar provecho de una debilidad estructural de los estados que ellos mismos procuraron, especulando como locos sobre la deuda pública de los países europeos, con la intención de cargarse la UE, que al fin y al cabo es quien puede plantarles cara.
Quizás el pueblo español ha de decir basta, y no seguir tolerando recortes y más recortes en sus salarios y derechos sociales sin garantía alguna que las cosas van a cambiar; que si bien estamos dispuestos a los mayores sacrificios para reducir nuestro nivel de deuda pública, es solo para sacarla de manos de estos especuladores sin escrúpulos que nos vienen machacando, para no volver a caer nunca más en sus manos; y que a partir de una situación mínimamente saneada, vamos a construir un nuevo futuro basado en el esfuerzo colectivo y no en la pura simple individualidad de la especulación.
Quizás sea la hora, que alguien de verdad empiece a plantar cara a estos grandes depredadores, que desde sus despachos de Wall Street y la City, se atreven a jugar con el pan de millones de ciudadanos; quizás sea el momento que desde España se lidere la regeneración de la izquierda europea, la única formación ideológica que puede sacarnos del marasmo.
Quizás va siendo hora que el gobierno además de pedirnos sacrificios un día tras otro, nos cuente cual va ser el final de toda esta penosa historia y que ventajas vamos a sacar de ello, al menos para darnos moral y evitarnos la sensación que no sabe por donde anda.
En los días, previos a la Navidad, solo le oímos proclamar, como si de una letanía se tratara, la necesidad de poner en marcha a la mayor urgencia, el retraso en la edad de jubilación y el recorte de costes salariales, en pro de una mayor competitividad de nuestra mano de obra, como la gran e imprescindible panacea que solucionará los problemas económicos de nuestro país.
En primer lugar debo decir, que si bien todos entendemos necesaria una reforma del sistema de pensiones, que lo adapte a la nueva realidad demográfica de nuestro país, donde a medio plazo nos encontraremos con una pirámide de edad completamente invertida, donde van a ser más los perceptores que los cotizantes; nadie nos explica que efectos de las medidas propuestas, van a tener sobre los problemas inmediatos de productividad, déficit y deuda exterior, que al parecer, son los grandes desestabilizadores, según proclaman estos entes llamados mercados, a los que todos estamos sometidos.
En segundo lugar, si bien entendemos la necesidad de dotar de una mayor productividad a nuestra economía que nos permita ser competitivos a la hora de comerciar en el mercado internacional; no acabamos de comprender como se administran los esfuerzos que se nos exigen, desde el momento que no vemos por ninguna parte, reformas severas en el sector financiero, así como tampoco medidas que desde el sector público se destinen a la promoción de creación de nuevas empresas, con fundamentos distintos a los que hasta hoy han fracasado rotundamente, así como el impulso en nuevos sectores, que ayuden a compensar las extraordinarias pérdidas de puestos de trabajo, que el estallido de la especulativa burbuja inmobiliaria ha provocado.
Mucho me temo que Don Francisco Fernandez Ordoñez, y quizás algunos miembros del actual gobierno, así como la oposición de la derecha cavernícola de nuestro país, están convencidos que basta con el sacrificio de unos muchos trabajadores, para estabilizar los niveles macroeconómicos, y que luego alguna nueva burbuja, que sin lugar a dudas van a promover los mercados como dueños y señores del universo, nos va a crear un nuevo paraíso ficticio, donde volveremos a vivir unos pocos años, con la ilusión de ser ricos. Quizás Don Francisco debería decirnos que precisa de nuestros ahorros, para cubrir las pérdidas de las grandes instituciones bancarias, que de seguro irán aflorando a medida que se vean obligados a vender a precio bajo, las propiedades inmobiliarias que sobrevaloradas figuran en sus activos.
Quizás, ha llegado el momento que el gobierno español deje de plantearse el aplacar a los mercados como gran objetivo, a partir del momento que se demuestra que estos no se aplacan nunca, porque su gran objetivo sigue siendo el sacar provecho de una debilidad estructural de los estados que ellos mismos procuraron, especulando como locos sobre la deuda pública de los países europeos, con la intención de cargarse la UE, que al fin y al cabo es quien puede plantarles cara.
Quizás el pueblo español ha de decir basta, y no seguir tolerando recortes y más recortes en sus salarios y derechos sociales sin garantía alguna que las cosas van a cambiar; que si bien estamos dispuestos a los mayores sacrificios para reducir nuestro nivel de deuda pública, es solo para sacarla de manos de estos especuladores sin escrúpulos que nos vienen machacando, para no volver a caer nunca más en sus manos; y que a partir de una situación mínimamente saneada, vamos a construir un nuevo futuro basado en el esfuerzo colectivo y no en la pura simple individualidad de la especulación.
Quizás sea la hora, que alguien de verdad empiece a plantar cara a estos grandes depredadores, que desde sus despachos de Wall Street y la City, se atreven a jugar con el pan de millones de ciudadanos; quizás sea el momento que desde España se lidere la regeneración de la izquierda europea, la única formación ideológica que puede sacarnos del marasmo.
Quizás va siendo hora que el gobierno además de pedirnos sacrificios un día tras otro, nos cuente cual va ser el final de toda esta penosa historia y que ventajas vamos a sacar de ello, al menos para darnos moral y evitarnos la sensación que no sabe por donde anda.