El discurso de Barack Obama en Copenhagen, y el consecuente pobre acuerdo alcanzado por casi todos los países del orbe, para paliar los efectos del inexorable cambio climático que se nos viene encima, ha empezado a poner en evidencia la incapacidad del flamante y prematuro premio Nobel de la Paz, para lidera la verdadera revolución que nuestro globalizado mundo necesita.
El “Yes We Can” de su campaña electoral que además de encumbrarlo al punto más alto del poder en Estados Unidos, abrió grandes expectativas de cambio en el resto de habitantes del orbe, en algo menos de un año ha perdido casi todo su significado, después que el que muchos pensaban como gran líder mundial, está mostrando su total incapacidad para promover en Afganistán un gobierno honesto y con tintes democráticos, dar un giro de 180 grados al conflicto iraquí, poner en vereda a los grandes financieros responsables del mayor crack económico de los últimos tiempos, y finalmente enseñar sin pudor ninguno, su falta de valor para enfrentarse a las grandes petroleras, permitiendo que la cumbre de Copenhagen se cierre con un fracaso rotundo. Por otra parte, y en lo referente a la política interna de Norteamérica, estos días, los medios informativos nos quieren vender como un éxito, la aprobación que en nochebuena va hacer el Senado de la llamada reforma sanitaria en Estados Unidos, una reforma completamente desvirtuada por la gran presión mediática que han puesto sobre el tapete las aseguradoras privadas de Estados Unidos, que veían peligrar los substanciosos beneficios en un futuro más o menos cercano.
¿Que ha quedado pues de las grandes promesas de Obama?, a mi entender, nada de nada, como refleja la caída estrepitosa de su índice de popularidad, y aunque desde los medios se nos quiera hacer creer como motivo principal, la impopularidad de la reforma sanitaria, yo estoy convencido que se debe a su manifiesta impotencia ante los poderes fácticos, que desde las áreas económicas siguen dominando el planeta.
Copenhagen era la gran esperanza para el cambio mundial; el riesgo más que cierto que un pequeño aumento en la media de temperaturas planetarias, ocasione grandes catástrofes en muchos puntos del planeta; era la clave para un cambio en las bases de la economía mundial en el sentido de abandonar una política de consumo energético no renovable del todo desmesurado, para confluir en un modelo sostenible, renovable y de ahorro.
Un éxito en la cumbre de Copenhagen hubiera abierto la puerta a una nueva forma de economía, donde la especulación depredadora sobre los productos energéticos, fuera substituida por la colaboración tecnológica para un mejor aprovechamiento y una mayor eficiencia de las energías renovables; donde la investigación y la ampliación del conocimiento, fueran las bases principales en lugar de la obtención del beneficio económico puro y duro.
Los intereses mezquinos de las grandes compañías petroleras, que no han dudado en aliarse con los nacionalismos más acérrimos, aprovechan el fracaso de Copenhagen para llevar al traste lo que hubiera podido ser la gran y pacífica revolución del siglo XXI. Los grandes políticos de la derecha europea, Sarkozy y Merkel, aunque hayan mostrado públicamente un cierto disgusto, no han sabido dar la talla imponiendo sus razones y finalmente al presidente Obama, hemos acabado viéndole el plumero de su sumisión a los más oscuros intereses del capitalismo más perverso.
Con todo amigos, estamos en plenas fechas navideñas y desde mi profundo realismo, os deseo todo tipo de venturas en estos días y que el próximo año, desde la responsabilidad individual y colectiva, seamos capaces entre todos de cambiar esta penosa realidad.
Feliz Navidad y Prospero año Nuevo
Bon Nadal i Feliç Any Nou
El “Yes We Can” de su campaña electoral que además de encumbrarlo al punto más alto del poder en Estados Unidos, abrió grandes expectativas de cambio en el resto de habitantes del orbe, en algo menos de un año ha perdido casi todo su significado, después que el que muchos pensaban como gran líder mundial, está mostrando su total incapacidad para promover en Afganistán un gobierno honesto y con tintes democráticos, dar un giro de 180 grados al conflicto iraquí, poner en vereda a los grandes financieros responsables del mayor crack económico de los últimos tiempos, y finalmente enseñar sin pudor ninguno, su falta de valor para enfrentarse a las grandes petroleras, permitiendo que la cumbre de Copenhagen se cierre con un fracaso rotundo. Por otra parte, y en lo referente a la política interna de Norteamérica, estos días, los medios informativos nos quieren vender como un éxito, la aprobación que en nochebuena va hacer el Senado de la llamada reforma sanitaria en Estados Unidos, una reforma completamente desvirtuada por la gran presión mediática que han puesto sobre el tapete las aseguradoras privadas de Estados Unidos, que veían peligrar los substanciosos beneficios en un futuro más o menos cercano.
¿Que ha quedado pues de las grandes promesas de Obama?, a mi entender, nada de nada, como refleja la caída estrepitosa de su índice de popularidad, y aunque desde los medios se nos quiera hacer creer como motivo principal, la impopularidad de la reforma sanitaria, yo estoy convencido que se debe a su manifiesta impotencia ante los poderes fácticos, que desde las áreas económicas siguen dominando el planeta.
Copenhagen era la gran esperanza para el cambio mundial; el riesgo más que cierto que un pequeño aumento en la media de temperaturas planetarias, ocasione grandes catástrofes en muchos puntos del planeta; era la clave para un cambio en las bases de la economía mundial en el sentido de abandonar una política de consumo energético no renovable del todo desmesurado, para confluir en un modelo sostenible, renovable y de ahorro.
Un éxito en la cumbre de Copenhagen hubiera abierto la puerta a una nueva forma de economía, donde la especulación depredadora sobre los productos energéticos, fuera substituida por la colaboración tecnológica para un mejor aprovechamiento y una mayor eficiencia de las energías renovables; donde la investigación y la ampliación del conocimiento, fueran las bases principales en lugar de la obtención del beneficio económico puro y duro.
Los intereses mezquinos de las grandes compañías petroleras, que no han dudado en aliarse con los nacionalismos más acérrimos, aprovechan el fracaso de Copenhagen para llevar al traste lo que hubiera podido ser la gran y pacífica revolución del siglo XXI. Los grandes políticos de la derecha europea, Sarkozy y Merkel, aunque hayan mostrado públicamente un cierto disgusto, no han sabido dar la talla imponiendo sus razones y finalmente al presidente Obama, hemos acabado viéndole el plumero de su sumisión a los más oscuros intereses del capitalismo más perverso.
Con todo amigos, estamos en plenas fechas navideñas y desde mi profundo realismo, os deseo todo tipo de venturas en estos días y que el próximo año, desde la responsabilidad individual y colectiva, seamos capaces entre todos de cambiar esta penosa realidad.
Feliz Navidad y Prospero año Nuevo
Bon Nadal i Feliç Any Nou