lunes, 30 de noviembre de 2009

NO AL DESÁNIMO EMPECEMOS A CONSTRUIR


Los que somos ideológicamente de izquierdas, los que a pesar de todo seguimos creyendo, en la posibilidad de un mundo mejor para las generaciones futuras, llevamos una temporada, donde todo nos vuelve la espalda y las noticias que nos llegan de todas partes del mundo son de lo más desalentadoras.
Después de una etapa, en que el planeta estuvo dominado por una corriente neoconservadora, cuya política nos ha conducido, en el breve período de 28 años, desde noviembre de 1980 cuando Ronald Reegan accede a la presidencia de los Estados Unidos, hasta noviembre de 2008, cuando George W. Bush, acaba su segundo mandato como presidente de la nación más desarrollada, a uno de los desastres económicos más grandes que ha conocido la humanidad. Todos aquellos que nos negamos a creer que la lucha a favor de los derechos humanos, del progreso de la humanidad en su conjunto, de la eliminación de las barreras de clase social, es estéril a favor de una utopia inalcanzable, como se nos ha pretendido imbuir desde el poder imperante de las grandes corporaciones económicas, hemos mantenido viva la llama de la esperanza, en un mundo donde cada vez los menos favorecidos son más.

Para muchos de nosotros, las promesas electorales de Obama, en su campaña electoral, venían a ser como el bálsamo en la herida o el salvavidas donde agarrarse después del naufragio y ahora nos vemos grandemente decepcionados, cuando comprobamos su incapacidad y la de su propio partido para tirarlas adelante; cuando se opta por seguir favoreciendo a unos cuantos poderosos en frente de una gran mayoría de ciudadanos.

Por lo que se refiere a Europa, todos los europeistas convencidos, que esperábamos, con ansia la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, en vistas a un avance hacia la federalización de la Unión i el camino hacia una unión política más intensa, que domine sobre la todo poderosa economía. Hemos podido contemplar estos días como nuestros representes en Estrasburgo, con el apoyo de los máximos mandatarios de cada uno de los veintisiete países miembros; que siguen en la tesitura nacionalista, de no ceder un ápice de soberanía por lo que se refiere a temas políticos, al conjunto de la Unión en detrimento de cada uno, como se ha hecho con el tema económico; lo han desactivado sin mucho esfuerzo, con tan solo nombrar a un presidente y una ministra de exteriores, sin capacidad de liderazgo ninguna, dando la apariencia de haber cambiado algo, para que todo siga igual.
A pesar de todo estoy convencido, que no debemos dejarnos abatir por el desaliento y mucho menos en nuestro país, España, donde el agravante de tener que desmontar una estructura económica basada en la especulación, nos complica y retrasa la salida de la crisis económica planetaria en la que estamos inmersos. El desánimo no nos ayudará en nada, antes al contrario, nos va a hundir más y más en el pozo, promoviendo con la llamada desafección política, un retraimiento en la colaboración y participación en el sistema democrático, poniendo incluso en peligro la continuidad del mismo, como algunos de nuestros compatriotas, nostálgicos de un pasado autárquico, pretenden.

Las formaciones políticas de ideología izquierdista, son las únicas que pueden liderar los cambios imprescindibles para salir de la crisis, unos cambios que indudablemente deben pasar por un sector público potente y un control del poder económico por parte del poder político. Todo ello adaptado a unas nuevas circunstancias mundiales, no ya circunscritas a unos estados nación determinados, si no a una globalidad planetaria, donde además no exista el dominio de ningún país, nación o estado, como se le quiera llamar, que ostente dominio sobre todos los demás, como la derecha nacionalista pretende seguir manteniendo.

La Unión Europea podía ser un buen ejemplo, y de hecho cuando en Francia y Alemania, los socialistas y socialdemócratas, ocupaban posiciones de gobierno, se impulsaron diferentes iniciativas, entre ellas el Tratado de la Constitución Europea, este que acabó en el desvirtuado Tratado de Lisboa, que tendían a demostrar la viabilidad de una potente estructura plurinacional, capaz de competir en igualdad de condiciones en un mercado globalizado, con otras potencias económicas, como los USA, China, Rusia, etc. El reto consiguió asustar a los poderosos del planeta, que no dudaron ni por un momento en poner en marcha toda una serie de mecanismos mediáticos, para desarbolar y desestabilizar una demostración clara de la posibilidad de alcanzar una supremacía mundial, con un sistema basado en la justicia social y un reparto equitativo de la riqueza generada.

Las referencias de George W. Bush, a la nueva y la vieja Europa, no eran otra cosa que una simple manifestación de lo que intentaba hacer, romper una unidad labrada con esfuerzo y dialogo, desde el final de la segunda guerra mundial. La siembra de cizaña en el interior del partido socialista francés, favorecida por el tradicional chovinismo del pueblo franco; y finalmente el boicot a las políticas económicas del alemán Schroeder; han sido las herramientas de las que los grandes poderes fácticos se han valido para retrasar un proceso de cambio en el orden mundial, hacia una mejor justicia social, que a la larga no tiene vuelta atrás.

De todos nosotros, los convencidos demócratas izquierdistas y a la postre europeistas, depende que logremos desactivar todos los mecanismos de los que se vale la reacción para impedir el progreso. Nuestra fuerza, que además es la de la razón, nos permitirá un triunfo rotundo y consolidado, que abrirá el camino del progreso y la justicia social a la humanidad entera y sin excepciones. Hoy más que nunca siguen siendo válidas las palabras que el ilustre federalista español. Francisco Pi Margall, pronunciaba en el siglo XIX. “La Reacción es la guerra, la Revolución la Paz”


lunes, 23 de noviembre de 2009

¿ESTAMOS INCUBANDO UNA NUEVA CRISIS?


Con gran acierto, a mi parecer, el socialista español Felipe Gonzalez, ha calificado de falsa la aparente recuperación económica de los países motores de la Unión Europea, pues opina que al no haber aplicado medidas tendentes a un cambio radical en el sistema financiero, no estamos haciendo otra cosa que tropezar en la misma piedra y por consiguiente volver a incidir en el mismo fracaso.

Si nos entretenemos en analizar un poco las medidas adoptadas por los gobiernos derechistas de Francia, i Alemania, nos daremos cuenta que al igual que en los Estados Unidos, han consistido fundamentalmente en el empleo de dinero público, para salvar de la quiebra a las grandes instituciones financieras, pensando que de esta manera el crédito volvería a fluir, y las corporaciones industriales volverían al nivel de beneficios anterior al crack del año pasado. También y con cargo al déficit público, los gobiernos de la Europa de los veintisiete, han intentado paliar las consecuencias de la crisis sobre la población más desfavorecida, mediante coberturas al desempleo, con más o menos intensidad, según fuera la ideología imperante, más o menos socialdemócrata.

Estos días leemos en grandes letra de molde de las primeras páginas de los periódicos de nuestro país, que Francia y Alemania, los dos grandes motores económicos europeos, muestran índices de crecimiento positivos por primera vez después de cinco trimestres sucesivos de caída, señalando a su vez que España a pesar de ser una de las grandes economías y a pesar de haber aminorado en mucho la velocidad de descenso, sigue presentando resultados negativos.

Ante este panorama, un profano económicamente hablando como yo, después de constatar que los índices de desempleo tanto en uno como otro país, siguen siendo los mismos, si no un poco mas altos, se pregunta ¿cuál es la causa de la variación en positivo de los índices de crecimiento? Y la respuesta primera que se me ocurre, es que la base económica de ambos, ha estado mayoritariamente en la industria exportadora y que esta se ha visto beneficiada, por la puesta en circulación de parte de las enormes reservas de divisas en una autarquía política como es China, cuestión que les ha repercutido positivamente en sus cuentas.

Pero, ¿es esto suficiente para garantizar un crecimiento sostenido de la economía europea? Y ¿será suficiente la potencia, para arrastrar al resto de las economías de la Unión? Son preguntas que dejo en el aire, pues, como economista neófito no soy capaz de contestarlas con un mínimo rigor.

Otra de las cuestiones que se me plantean, como a la mayoría de ciudadanos, es el hecho que durante los años del neoliberalismo salvaje, donde la falta total de control indujo a las grandes corporaciones, tanto financieras como industriales, a la obtención de substanciosos y rápidos beneficios, no en base a su actividad normal, si no a una feroz y salvaje especulación, que algunos entendidos han venido en llamar economía de Casino; circunstancia que todo el mundo con dos dedos de frente, considera la principal responsable de la grave contracción económica en la que estamos inmersos; es: ¿qué ha cambiado?, ¿que mecanismos de control se han establecido, sobre las entidades financieras, para que no se pueda volver a repetir una situación como la que hemos vivido? Francamente yo no se ver ninguna. Las atribuciones del Banco Central Europeo, por lo que se refiere a la regulación de las entidades privadas, siguen siendo prácticamente inexistentes, y la máxima de reducir el papel del estado a la mínima expresión, en nombre de una mal entendida libertad, sigue teniendo pleno vigor.

Si Felipe Gonzalez, tiene razón y lo que estamos haciendo es incubar una nueva crisis, lo que si estoy en condiciones de garantizar, es que será mucho peor que la actual, pues al partir los estados, de unas condiciones mucho más desfavorables que ahora, con déficits públicos elevados y deuda por las nubes, consecuencia de los intentos de paliar la actual y las ayudas a las entidades financieras; todo el peso recaerá sobre los ciudadanos, relegando a la miseria más absoluta a las clases populares y más desfavorecidas.

No pretendo ser catastrofista, ni inducir al desánimo, o lo que hoy se viene en llamar desafección, más bien al contrario, creo que hoy más que nunca, debemos confiar en el sistema democrático y exigir a nuestros representantes el máximo rigor en su gestión y la máxima claridad en la exposición de sus propuestas y que sean valientes para afrontar los profundos cambios en nuestro sistema económico, con el fin de garantizar el bien común y no de unos pocos como hasta ahora se ha venido haciendo.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA BERLUSCONIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA


El sistema político menos malo de todos, la democracia, según decía Sir Winston Churchill; sigue siendo a mí entender, el único sistema inventado por el hombre, capaz de contener los abusos del poder. Todos los demás, que se han venido intentando poner en práctica, durante el pasado i convulso siglo XX, han fracasado rotundamente en su intento, pues al final han degenerado en la tiranía, que como todo el mundo sabe, es la forma más arbitraria de ejercicio del poder.

A pesar de ello, la democracia sigue siendo un sistema de por si frágil, que necesita ser defendido, por parte de fervientes convencidos, de todos los ataques que de manera más o menos sutil, viene recibiendo desde el comienzo de la historia.

Como es bien sabido, el principio fundamental de la democracia, y la característica fundamental que la distingue de cualquier otro sistema, es la independencia de los tres poderes, el legislativo, el ejecutivo y el judicial, independencia que garantiza un efectivo control de uno sobre la función de los otros dos, previniendo de este modo los abusos y garantizando la libertad de los ciudadanos.

En los tiempos que corren, las democracias occidentales al fin y al cabo, las únicas que de verdad pueden ser consideradas como tales, como consecuencia del fenómeno llamado globalización, vienen experimentando un cierto aunque muy sutil ataque en el propio corazón del sistema, consistente en el aumento del potencial de poder del sector económico, en detrimento del poder político, incapaz aun de superar el localismo del estado nación. Las mercancías y los capitales, circulan libremente y sin fronteras por todo el mundo y por el contrario, en el mundo actual, levantamos muros y fortificamos fronteras, para impedir la libre circulación de personas. Superamos las barreras nacionales para los capitales, (el dinero no tiene patria) y por otro lado reforzamos las identidades nacionales, en base a poner todo tipo de trabas a los fenómenos migratorios.

Una de las consecuencias inmediatas del desfase de potencial, entre los poderes político, (incluyo en el concepto político, los poderes legislativo, ejecutivo i judicial) y un poder económico globalizado, ha sido la aparición del conformismo en las sociedades occidentales, parece que la sociedad se ha acomodado en un cierto bienestar y admite sin queja ninguna, que unos pocos dominen la situación mundial, explotando salvajemente a un tercio de la humanidad a la que se priva de los mínimos indispensables, y arruinando el futuro de la próximas generaciones. Tan solo pequeños brotes surgen de vez en cuando, como por ejemplo las protestas por la guerra de Irak, pequeños brotes que quedan en solo esto, por el hecho que ninguna organización recoge la antorcha del liderazgo.

Uno de los ejemplos más claros de este conformismo i abulia de progreso, lo tenemos en Italia, donde democráticamente se elige un corrupto, aliado de neofascistas, representante del poder económico, como jefe de gobierno, un personaje que con su dominio absoluto sobre el poder legislativo, está cargándose al poder judicial en su país, i con ello el sistema democrático, dictando y reformando leyes para que le cubran sus desmanes; i todo ello sin perder un ápice de su apoyo electoral y sin que la oposición de izquierdas aparezca por ninguna parte.

Algo parecido empieza a ocurrir en nuestro país, cuando en Valencia, las sospechas de connivencia, entre el Tribunal Supremo de Justicia de la región i las altas instancias del gobierno autonómico, se hacen del todo evidentes; i las encuestas siguen dando la mayoría absoluta, no solo al PP, si no al propio Francisco Camps.

Algo hay que hacer amigos, la izquierda europea debe reaccionar i buscar el discurso del siglo XXI y volver a liderar el progreso de la democracia, para que las generaciones venideras no deban lamentar la pérdida del menos malo de todos los sistemas de gobierno que ha inventado el hombre.

martes, 10 de noviembre de 2009

EL PRESIDENTE DE LA UE


El tratado de Lisboa, va a entrar en vigor próximamente, después de un largo parto, cuyos últimos estertores, han sido, el referéndum Irlandés y las condiciones in extremis, impuestas por el euro escéptico presidente checo Vaclav Havel.


Una de las principales novedades de esta nueva carta base, que no magna, como bien se encargan de señalar los grandes líderes nacionalistas de la derecha que componen la Unión Europea, es sin lugar a dudas la creación de la figura de un presidente que encarne ante todo el orbe, la voluntad común y consensuada de todos los países que la conforman.


Rápidamente se han empezado a postular una serie de nombres, entre ilustres políticos del viejo continente, personajes que fueron y que ahora se encuentran en un retiro más o menos dorado, entre los que destacan el británico Toni Blair y el español Felipe Gonzalez. Si nos centramos en el anglosajón, resulta especialmente curioso, en primer lugar, que un personaje que se define como laborista, o sea en teoría de izquierdas, obtenga el apoyo de un parlamento donde la derecha domina ampliamente después de las últimas elecciones, el pasado mes de julio. Debemos sin embargo admitir que el izquierdismo de Toni Blair, durante su mandato en Gran Bretaña, fue muy “sui generis”, con aquello de la Tercera Vía, que si bien de palabra denostaba la política ultraliberal de sus antecesores en el cargo, Margaret Tatcher y John Major, no dudo en respetar e incluso potenciar, las medidas por ellos practicadas en cuanto asumió el poder.

Otro detalle que resulta curioso de Toni Blair, quizás por su intrínseca calidad de británico, es el hecho de un cierto euro escepticismo, consecuencia del tradicional egocentrismo tan propio de los moradores del Reino Unido. Observen amigos que durante sus mandatos, a Toni Blair ni se le ocurrió de plantear el debate de la integración de Gran Bretaña en el Euro, ni defender la causa de la Unión con el mínimo entusiasmo, como quedó ampliamente demostrado en el momento que enfrentándose a la posición mayoritaria del viejo continente, de no promover un conflicto armado en Irak, él fue uno de los protagonistas de la tristemente célebre foto de las Azores. Consecuentemente con lo dicho, deberíamos preguntarnos si puede ser muy positivo que un personaje como Toni Blair presida la UE, en unos momentos en los que se demanda profundizar en la unión política además de la económica.


Parece ser que a última hora, los propios socialistas británicos, más algún que otro padre de la Europa Unida, han empezado a ver claro, y la candidatura de Blair se está desmoronando por momentos.


No parece claro tampoco que Felipe Gonzalez acabe accediendo a este puesto, después de haber manifestado sus pocas ganas de ejercerlo, y aunque si en este caso estamos delante de un europeísta convencido, quizás debemos admitir que su época de gran líder ya ha pasado, y que su papel actual, es más el de transmitir la experiencia a las nuevas generaciones que otra cosa.

Todo parece indicar que un conservador, es quien se hará con el título, pues es esta la ideología que domina en la cámara de Estrasburgo, y ello a mi entender comporta un grave problema, pues no sé encontrar a ningún conservador en todo el viejo continente, que no sea a la vez un nacionalista, a lo mucho moderado, idea totalmente incompatible con una concepción federalista de Europa, donde la soberanía de cada estado nación debe supeditarse al interés colectivo que representa la federación.

jueves, 5 de noviembre de 2009

LA BURGUESIA CATALANA


Sin lugar a dudas, uno de los puntales de la identidad nacional catalana, ha sido, históricamente hablando, la clase social media alta que denominamos burguesía.

Es esta clase social, de la que se dice que el día después de la caída de Barcelona, en poder de las tropas franco-españolas de Felipe V, el 11 de setiembre de 1714, abren sus tiendas y comercios, como si nada hubiera pasado, adaptandose a la nueva situación. Es también el mismo estamento social, quien a finales del siglo XIX, se rebela contra la mala administración de los gobiernos monárquicos españoles de la época, que comportó la perdida de todo el imperio colonial, y sienta las bases del que más tarde se conocería como el nacionalismo catalán, a través del movimiento “La Renaixença”. Es la que recibe los palos de anarquistas y comunistas, en el período de la guerra civil, y sin ser una gran adicta al régimen de la dictadura, se las compone para sobrevivir una cruel dictadura de signo ultra nacional católico españolista.

Una de sus grandes bazas ha sido el carácter emprendedor de sus componentes y el amparo mutuo através de asociaciones y entidades de carácter fundamentalmente cultural, que han sobrevivido hasta nuestro días. El Liceo, y el Orfeò Català, con su Palau de la Música, son una buena muestra de ello.

Con la llegada de la democracia, ésta clase social encuentra en Convergencia Democràtica i Unió Democràtica, sus órganos de expresión política, una derecha liberal, moderada, que consigue su credibilidad en el hecho de no haber sido contaminada del período autárquico, pues algunos de sus máximos dirigentes, habían sido perseguidos y encarcelados, por razón de su nacionalismo intrínseco.

Los tiempos convulsos que vivimos estos días, se han encargado de mostrarnos las miserias de esta clase burguesa, cuando a algunos de sus máximos representantes, se les han puesto en evidencia actos muy relacionados con la corrupción y la malversación de caudales públicos.

El llamado caso de Felix Millet, un personaje descendiente directo de Lluis Millet, uno de los prohombres de la cultura Catalana, fundador i director a finales del XIX del Orfeó Català, confiesa sin el mínimo pudor haber desviado a sus cuentas privadas, más de veinte millones de euros, de los fondos mayormente provenientes de subvenciones de organismos públicos de la fundación que preside. La investigación subsiguiente, pone al descubierto, unos traspasos de fondos, nada claros a la Fundación Trias Fargas, una entidad de carácter político, muy ligada, al partido de la derecha nacionalista, y como hemos dicho antes representante político de los intereses de la clase media burguesa de Cataluña.

Unos días más tarde, con la llamada operación Pretoria, se detienen a dos de los puntales históricos de Convergencia y Unió, y los gobiernos de Jordi Pujol, Lluis Prenafeta y Macià Alavedra. El primero un íntimo de Jordi Pujol, i el segundo, hijo del Poeta Joan Alavedra un fiel colaborador en los veintitrés años que CiU detentó el poder en Cataluña. Atendiendo a la biografía de ambos, descubrimos a dos miembros de la burguesia. Otro miembro de la clase media alta catalana, también detenido en la operación Pretoria, es Bartomeu Muñoz, hijo de Blas Muñoz, el último alcalde franquista de Santa Coloma de Gramanet. A este por razón, aparte del apellido, de sus nulas convicciones nacionalistas, no se le puede considerar como un miembro de solera de la burguesía catalana, aunque su posición económica y el hecho de vivir en una de las zonas exclusivas de la ciudad condal, le confiere el título de neoburgués.

¿Significa esto, como algunos interesados medios de comunicación de la derecha más reaccionaria de España intentan presentar, que la burguesía catalana es un panda de delincuentes corruptos, que se envuelven en la bandera de las cuatro barras? De ninguna de las maneras, mas bien al contrario, pues creo estar en condiciones de afirmar, que la clase social media de Cataluña, formada en su inmensa mayoría por pequeños empresarios, aunque grandes y honrados emprendedores, sigue siendo un ejemplo de modernidad y europeismo para la derecha de toda España, en donde por su discurso y forma de actuar, a veces uno tiene la impresión que se quedó anclada en el siglo XVIII, añorando el “ancien régime”